San La Muerte
Margarita E. Gentile
Investigador CONICET - Museo de La Plata
Profesora Titular, cátedra de
Instituciones del Período Colonial e Independiente
Instituto Universitario Nacional del
Arte, Buenos Aires
Margarita Gentile
es una profesional a quien -gracias a su gentileza- ya hemos publicado
en esta página. Sus notas contribuyen a lograr desentrañar esa Identidad Cultural
Americana a la que se puede acceder desde distintos puntos de estudio. Este "trasfondo medieval…" que incluímos aquí
ha sido publicado en España por "Revista de Folklore número 381" - Noviembre de 2013 Edición
digital, diseño y maquetación: Luis Vincent -Fundación Joaquín Díaz. http://www.funjdiaz.net/folklore/ISSN:
0211-1810 Patrocinado por la Obra Social y Cultural de Caja España / Caja
Duero.
Una vez más
agradecemos a Margarita esta nueva valiosísima colaboración.
Identidad Cultural
Introducción
En trabajos previos me
referí a la continuidad en los Andes de algunas creencias medievales europeas
tras su adaptación a las creencias prehispánicas, dinámica que dio lugar a
nuevas versiones que contenían temas de ambas vertientes en proporciones
desiguales, según la localidad. Pasado el tiempo y bajo ciertas circunstancias,
algunas de estas últimas creencias configuraron lo que aquí se conoce como
cultos o devociones populares, que son exteriormente similares a las de los
santos canonizados por la Iglesia pero dedicados a quienes ni siquiera fueron
propuestos para tales aunque los reconocen como santos sus devotos agradecidos.
En esa línea, algunos personajes veterotestamentarios (`Sansón` por `san Son`)
y personificaciones de circunstancias (`la muerte` por `san La Muerte`),
también dieron lugar primero a amuletos y luego a cultos no-cristianos
(Gentile, 2005, 2007, 2008, 2009, 2011 a b, 2013 a b).
Tras las migraciones
internas, y ya en ámbito urbano, estos cultos debieron llenar ciertos
requisitos para asegurar su inserción y proyección; antes que nada, les fue
necesario fijar un relato -gráfico y literario- que probara la existencia
terrenal del futuro santo y que justificara su presentación como modelo de
vida, es decir: fotografías, documentos administrativos y, en lo posible, la
recopilación escrita de su vida y sus milagros realizada por un periodista o un
investigador interesado en esos asuntos.
En consecuencia, desde
mediados del siglo 20 en adelante tuvo lugar un incremento de esta clase de
demostraciones alentadas por el éxito alcanzado por el culto a Difunta Correa;
en ese sentido, Chertudi & Newbery (1966-1967, 1978) fueron quienes
sistematizaron las pautas imprescindibles para el surgimiento y devenir exitoso
de un culto popular a partir del estudio de dicha devoción.
A partir de estas
publicaciones, la generación de nuevos cultos o el relanzamiento de los preexistentes
se llevó a cabo, en cada caso, cumpliendo puntualmente aquellas pautas; sin
embargo, no siempre se replicó el éxito de Difunta Correa porque en su caso
confluyeron circunstancias inexistentes en los otros (Gentile, 2009 a).
El tema de este ensayo es
acerca de un tipo de culto que en el siglo 19 se derivó de la devoción cristiana
a las ánimas del purgatorio; se trataba (y trata) del memorial de quienes
vivieron penosamente y/o murieron en circunstancias trágicas; el sucedido o
relato de sus vidas y muertes se transmitían (y transmiten) entre amigos,
parientes y vecinos como una forma de compartir la posibilidad de alcanzar una
ayuda sobrenatural otorgada por alguien que ha estado cerca de todos ellos.
El culto a quienes vivieron y/o murieron
trágicamente tiene variantes; por una parte, quienes vivieron santamente pero
con sufrimiento y aceptaron la muerte con alegría. Otro grupo lo forman quienes
llevaron una vida sin relevancia particular (según las preferencias que dan
lugar a estos relatos) pero que fallecieron trágicamente (Gentile, Muñiz &
Cioce, 2005; Faletti, 2006; Mamani, 2011; entre otros). Sin embargo, no es
fácil delimitar las variantes en estos casos; aunque la narración se establece
con posterioridad al suceso, los hechos contados lo son con carácter
retrospectivo, y una de las finalidades del relato es no dejar espacios en
blanco en el mismo. Pero casos como los de gauchos muertos en
riñas o durante una persecución por
autoridades locales dieron lugar a un conjunto de relatos sobre los que don
Félix Coluccio llamó -gauchos milagrosos- (1995).
En lo que sigue, trataré acerca
de la articulación del tema robar a los ricos para dar a los pobres en las
historias de vida de los que llamo -gauchos matreros pero milagreros-. Hasta
donde pude averiguar, dicho tema no forma parte de los índices de motivos
folklóricos.
Los ámbitos y la dinámica del tema
El culto a Difunta Correa se
originó entre los viajeros y arrieros que transitaban los desiertos cuyanos(1),
uno de cuyos problemas era el extravío de los animales de transporte o carga
que se alejaban de los campamentos y postas en busca de agua; el milagro
fundante de la devoción tuvo que ver con eso (Gentile, 2009 a). Pero en las
áreas dedicadas a la producción agropecuaria (2), parte de las preocupaciones
de sus habitantes era tener fuerza física para llevar a cabo los trabajos más
rudos, para lo cual el amuleto de san Son tallado en asta de toro era
imprescindible; y para salir ileso de las pendencias, lo era un san La Muerte
tallado en hueso humano (Ambrosetti, 1967: 43). Otra preocupación regional era
la rapiña y los daños que provocaban quienes obtenían por la violencia lo que
no habían ayudado a producir. En estos casos, las figuras centrales eran
hombres bravos, desertores, cuatreros y fulleros muertos en riñas, o durante
persecuciones por las autoridades locales; en su tumba o lugar de muerte, se
les ofrecía velas y monedas para aplacar sus espíritus maliciosos mediante
misas que, se decía, encargaba la persona que cuidaba el lugar (Coluccio, 1995:
65 y siguientes).
El culto a las bondadosas ánimas
se bifurcó a mediados del siglo 19, cuando la oposición al gobierno de
Bartolomé Mitre por parte de los caudillos federales, que trataron de sostener
la Constitución de 1853, terminó con la muerte en Olta (La Rioja) de Ángel
Vicente Peñaloza, el Chacho, en 1863; luego, Felipe Varela falleció en Copiapó
(Chile), en 1870. De entre los hombres que habían formado parte de la tropa de
estos ejércitos, muchos de ellos pasaron como mano de obra rural durante y
luego de los gobiernos de Domingo F. Sarmiento (3). Se los llamaba gauchos.
A su vez, algunos de los gauchos
prefirieron ganarse la vida robando ganado y bienes transportados por los
arrieros, tanto en beneficio propio como de quienes los contrataban para eso.
Estos bandoleros se instalaban en los pasos estrechos de los caminos andinos
(las peñas) y los oasis (las represas); carneaban reses en cualquier lugar del
campo, conseguían dinero y pilchas (ropa) haciendo trampas en los juegos de
naipes y taba, en las pulperías (4). Algunos defendían a algún caudillo
regional, pero por las autoridades en todos los casos el ejercicio de la
justicia por mano propia, o la muerte ajena en buena lid (como dirían las
novelas quinientistas), los arrinconó en los bordes de la legalidad de la época
bajo el nombre de gauchos matreros, es decir, perseguidos locales.
Referencias:
1: Actuales provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.
2: Principalmente las
actuales provincias de La Pampa, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Entre
Ríos.
3: Provincial,
1862-1864; y nacional, 1868-1874.
4: -Pulpería.
Despacho de comestibles y bebidas en la campaña, más importante que el boliche.
[...] es almacén, tienda, taberna y casa de juego...-. Saubidet, 1975: 313.
Una interpretación elemental del martirio cristiano transformó a
algunos de ellos en centro de una devoción popular que no cuestionaba sus robos
y asesinatos, sino que solamente tomaba en cuenta la forma como habían muerto.
Pero no todos los gauchos eran matreros;
también durante el siglo 19 algunos poetas urbanos se concentraron en los
gauchos, su patriotismo y los trabajos del campo, llegando algunos de ellos a
remedar en sus textos el que suponían era su modo de hablar característico(5).
Entre los protagonistas estaban Martín Fierro, sus hijos y el viejo Vizcacha,
personajes de José Hernández (1872, 1878, 2010); el legendario payador Santos
Vega, que mereció desiguales poemas de Hilario Ascasubi (1872, 2003), Rafael
Obligado (1885, 2003) y Bartolomé Mitre (1891, 1916); Juan Moreira por Eduardo
Gutiérrez (1888, 2003); y sin agotar la lista de autores pero en otra línea de
la misma temática, Estanislao del Campo recogió las impresiones de Anastasio el
Pollo sobre la puesta en escena del Fausto, de Gounod en el Teatro Colón de
Buenos Aires (1866, 2001). A mediados del siglo 20 todavía se llamaba gauchos a
los trabajadores de las áreas rurales que guardaban el ganado mayor y eran
excelentes jinetes.
Pero la transfiguración de un
bandido rural muerto trágicamente en santo por aclamación del pueblo(6)
necesitaba de la demostración de que el candidato había transitado una vida
digna de ser imitada. De manera que, para presentar a mediados del siglo 20 a
un bandido rural como modelo de vida, era imprescindible explicar su accionar
en términos aceptables para la época; una vía era sintonizar su historia con
alguna forma de justicia social, recurso literario no novedoso cuya eficacia se
venía probando desde muy lejos.
Gauchos matreros pero milagreros
De las biografías de -gauchos
milagrosos-, solamente en seis -las de Juan Bautista Bairoletto, Juan Francisco
Cubillos, Andrés Bazán Frías, Antonio Gil, Aparicio Altamirano y José Dolores
Córdoba- quedó registro del tema -robar a los ricos para dar a los pobres-;
todos ellos tenían sitios de devoción, historia, y algunos hasta fotografía(7)
y compuesto(8) (Coluccio, 1995).
Hugo Chumbita agregó a esta lista
de los que llamó -bandidos sociales-(9) a Olegario Álvarez (el gaucho Lega) y a
Mariano Córdoba, sin indicar la razón por la que los consideró dentro de dicha
definición; y, como característica general a todas las biografías que publicó,
este autor insistió en que los pobladores de las áreas rurales ayudaban a estos
gauchos escondiéndolos, suministrándoles víveres, etcétera, porque ellos, a su
vez, los ayudaban con dinero (Chumbita, 1995, entre otros).
Referencias:
5: Las -rustiqueces
pastoriles-, como las llamaba el folklorista don Juan A. Carrizo en 2008. Ver
también los trabajos de Jorge L. Borges y Margarita Guerrero en 1933, Mario A.
López Osornio en 1945, Olga Fernández Latour de Botas en 1977 y José L. Moure
en 2010 y 2011, entre muchos otros.
6: En la Edad Media, esta
aclamación se realizaba frente a la casa del obispo.
7: Bairoletto, el gaucho
Cubillos y José Dolores; así los nombran sus devotos.
8: Especie literaria
propia del litoral fluvial argentino (provincias de Corrientes y Entre Ríos),
similar al romance castellano tardío, aunque no siempre respetó sus pautas;
también llamado romance criollo, corrida, corrido y argumento; eran cuartetas
que, según los casos, cambiaba la música (polka o chamamé) y la organología
(guitarra o acordeón) con que se acompañaban. Un panorama sobre el tema en O.
E. Fernández Latour de Botas, 1969.
9: H. Chumbita reconoce el
origen de sus trabajos, en los de Eric J. Hobsbawn, pero también siguió de
cerca a otros autores que discutieron las teorías de dicho autor.
En mi opinión, Chumbita no tomó en cuenta que ante la llegada de
uno o varios fugitivos, los pobladores de ranchos aislados en medio del monte o
la llanura no tenían otra opción más que ayudarlos; de otra manera los hubiesen
matado como parece que hicieron en algunos casos y aun se mataban entre ellos
mismos si sospechaban que podían ser delatados por sus compinches. Como
demostración de adhesión, al tiempo que de instinto de supervivencia, los
relatos y coplas debían difundir sus hazañas en el tono de tales durante los
bailes en las pulperías. En este punto no excluyo que hubiese un tanto de
simpatía hacia quienes parecían capaces de enfrentar y burlar a los poderosos,
no obstante que la cercanía de ambos (gauchos matreros y ricos) era peligrosa
para quienes no eran ni unos ni otros.
Los gauchos matreros en el milenio
Unos quince años antes del
milenio, se organizó y relanzó uno de los cultos citado por Coluccio, usando
todas las técnicas de mercadeo vigentes y en poco tiempo se expandió su
popularidad. Siguiendo las pautas de Chertudi
y Newbery, se amplió su escueta biografía, se le asignó una imagen10 y
se le cambió el nombre de -curuzú Gil- o -gaucho Gil-(11) a -Gauchito Gil-, en
diminutivo, como un mote cariñoso y familiar. Sin embargo, su gráfica no
reflejaba el aspecto de un gaucho correntino (J. Tabares, com. per.; Sousa,
2008, 2011), tal como se decía que era en su historia de vida (Gentile, 2010 a,
b). Finalmente, los machacones medios masivos de comunicación pudieron
imponerlo, y a su amparo se desarrolló velozmente una industria de fabricación
de objetos recordatorios, se le dedicaron chamamés12, el sitio donde se dice
que fue muerto se convirtió en un santuario con su respectiva feria y
servicios, no faltó quien tratara de aprovechar su fama para difundir algún
lema político en época de elecciones, etcétera. Hay abundante información sobre
el tema en la red global, además de infinidad de libros publicados y
accesibles.
En la misma línea, en 2001 el cantante León Gieco editó su disco
Bandidos Rurales; el tema central era un largo relato sobre vida, obra y muerte
de Juan Bautista Bairoletto y Mate Cosido(13), cerrando el tema con una lista
de nombres. Y un poco después, tras la estela de estos éxitos consecutivos, en
estos últimos años se tratan de expandir los cultos preexistentes a otros
gauchos correntinos, como
Turquiña y Lega, y hasta de volcar en la biografía del comisario
tucumano apodado Malevo (14) Ferreyra parte del espíritu contestatario de los
gauchos matreros decimonónicos (Pintado, 2011 a b).
Referencias:
10: Hasta donde Sousa (2010) pudo averiguar, no hay
fotografías del gaucho Gil; mi recopilación de estampitas procedentes de
distintos lugares y momentos muestra que se trata de una imagen en constante
cambio por parte de los impresores. A esto debe sumarse su interpretación por
artistas plásticos como Joaquín Molina (conceptual), Sergio Gravier (simulacros
de construcciones devocionales) y Charlie Goz (estilo manga), entre otros. De
las realizadas por Gravier, la única que continuó como sitio de ofrendas es la
dedicada a Difunta Correa, en la esquina de Thames y pasaje Santa Rosa, barrio
de Palermo (MEG, obs. pers.).
11: En lengua guaraní, la cruz de Gil; curuzú, por cruz,
es el nombre de un sitio señalado con una cruz porque allí está enterrado
alguien que falleció fuera de su casa, generalmente de manera trágica; quienes
lo consideran intermediario de sus oraciones rezan por su alma y dejan ofrendas
de velas y dinero para misas.
12: El chamamé es una variación de la polca; el baile es
de pareja enlazada e independiente, y se acompaña generalmente con música de
acordeón. Ver aquí la nota sobre las especies literarias del litoral fluvial
argentino.
13: El texto de la canción en la red global dice -mate
cocido-; así escrito se referiría a la infusión de yerba mate, pero el asunto
es que ese delincuente era apodado Mate Cosido por cicatrices en la cabeza,
llamada vulgarmente mate (Gobello, 1982, 133), es decir, cabeza ¿o cara? llena
de costurones, cosida.
La esencia medieval europea
Aquellos seis gauchos canonizados
popularmente se destacaron porque de ellos se decía que robaban a los ricos
para dar a los pobres, al igual que el legendario Robin Hood, que parece que
era uno de los apodos de Bairoletto (15). De ser así, tomando en cuenta los años de
actuación de este último, el mote nos permitiría fechar el surgimiento del tema -robar a los ricos para dar a los pobres-entre 1930 y 1950; luego, cuando casi
a fines del siglo 20 se relanzaron los cultos a los gauchos matreros, dicho
tema se trasladaría y encajaría retrospectivamente en la historia de vida de
los bandoleros activos en las áreas rurales argentinas, pero dejando fuera al
narrador de la leyenda canónica y su contexto. Veamos esto más de cerca por lo
que pueda aportar al conocimiento de los préstamos, continuidades y cambios en
el folklore.
De Robin de Locksley, tal vez
conde luego de su participación en la guerra en Francia, dice la leyenda que
sus hechos transcurrieron hacia 1215 en los alrededores de la actual ciudad de
Sheffield; allí, este hidalgo sajón huyó de su propiedad perseguido a muerte
por un señor feudal normando. Para salvar su vida, se refugió en el vecino
bosque de Sherwood, del que salía de vez en cuando para asaltar a los viajeros
que transitaban el camino real que lo rodeaba. Además, cazaba los ciervos y
venados que escapaban del coto de caza del señor. Apodado Robin Hood por la
caperuza que solía usar, no fue el primero ni el último en buscar refugio en
Sherwood; tanto esclavos como hombres libres y ladrones ya vivían allí a su
llegada, pero dicen que él los organizó, generando la costumbre de robar y
extorsionar solamente a los ricos para ayudar a los pobres y débiles (viudas,
niños, ancianos).
Tras la muerte de su amada
Mariana, Robin repartió entre los suyos el botín que restaba y todos se
dispersaron rumbo a diversas ocupaciones, fuera del bosque de Sherwood. Su fiel
guardaespaldas, Little John, lo acompañó en un viaje un tanto errático durante
el cual Robin enfermó; al igual que la mayoría de la gente de su época, él
creía que la forma adecuada de bajar la fiebre o sacar del cuerpo los malos
humores era una sangría, y para eso acudió al convento del que su tía era
abadesa donde esta lo desangró sajando una vena que no era la adecuada.
Para rematar la historia, contaba
Little John que al quedarse solo y pesarle los años, comenzó a ganarse la vida
yendo por los pueblos, narrando en ferias, plazas, mercados y tabernas las
hazañas de la banda y su jefe. Su historia contenía los elementos necesarios
para gustar al público: desenfadadas burlas a los barones, un amor
correspondido pero contrariado por la muerte, la fidelidad inalterable de los
compinches, la justa muerte del mayor enemigo de Robin, y el destacado buen
trato y cordialidad de los habitantes de Sherwood quienes, además, no renegaron
jamás de la religión cristiana, como lo demostraba el hecho de que contaban en
sus filas con un fraile, aunque de ignota orden.
Es decir, ya para esa fecha (ca.
1215), había sido necesario agregar, como justificación de robos y muertes, que
se repartía algo del botín así obtenido entre quienes más lo necesitaban; este
escolio tenía la finalidad de atraer el interés y la piedad del público
dispuesto a pagar al narrador por un rato de esparcimiento, y también ahuyentar
la idea de que el narrador incitaba a su público a la rebelión.
Referencias:
14 -Malevo. Maleante,
maligno. Matón, pendenciero, valentón. Del español malévolo: inclinado a hacer
el mal-. (Gobello, 1982: 129).
15 Otro apodo: -El Atila
de las pampas-, Coluccio, 1995: 79. También se decía de Los Gardelitos que
repartían parte del botín con gente carenciada (MG, obs. pers.).
Que Little John resaltara
determinadas situaciones a fin de responder a las expectativas de sus oyentes
muestra la antigüedad y el éxito de este recurso; es decir, no todo fueron -alegres aventuras- (Pyle, 1994) o una lucha por la libertad y la justicia,
como quisieron luego las versiones hollywoodenses.
El éxito acompañó, hasta hoy, la
difusión de la leyenda de Robin Hood, tal vez porque la misma la protagonizaban
la valentía, la amistad y la justicia, valores siempre deseables pero escasos.
Sin embargo, el relato canónico esconde mal los matices políticos y sociales,
banalizando así tanto el propósito de Little John como el de cualquier autor
que use dicho texto como explicación del accionar de los bandoleros rurales. La
historia de cualquiera de ellos, cuando es posible documentarla, muestra la
vigencia de los mercenarios de la violencia, que continuaron en el siglo 20 en
bandas como las de Los Gardelitos, en San Miguel de Tucumán (Coluccio, 1995;
Camps, 2009; Pintado, 2008, 2011 a; entre otros autores), y los llamados -barra-brava- que trascendieron sin disimulo las canchas de fútbol en el siglo
21.
Recapitulación
Hoy se dispone de opiniones,
públicas y enfrentadas, acerca del reparto social de bienes terrenales porque
el tema tiene muchas posibilidades de abordaje; en el caso que interesa aquí,
un argumento para explicar el accionar de los gauchos matreros decimonónicos
facilitó el surgimiento de cultos a algunos de ellos a la vez que abría el
abanico de las manufacturas asociadas a dicho culto; las mismas se realizaban,
al principio, en el reducido espacio de viviendas suburbanas, pero desde hace
unos años la mayoría se contratan en China conservando su aspecto de hechura
semiindustrial y generando puestos de trabajo solamente en los puntos de venta.
Por otra parte, la gran cantidad
de devotos de Gauchito Gil trasladaron el sentido de la devoción al adherir el
culto a lemas de movimientos políticos regionales, y a la umbanda mediante la
compañía con Señor la Muerte; su yuxtaposición se explica diciendo que San La
Muerte protege al Gaucho Gil y aunque cabe preguntarse dónde estaba cuando lo
mataron sin embargo no puede dejar de notarse el traslado hacia adelante del
poder del amuleto descrito por Ambrosetti.
En otra línea están quienes tratan que los
cultos previos dedicados a los otros gauchos matreros alcancen similar
popularidad, como José Dolores Córdoba, Turquiña, Lega o Isidro Velázquez
(Ferrer, 2011; Pintado, 2011 b; Solans, 2011), en tanto que los hay que
sostienen austeramente la popularidad alcanzada, como observamos en el caso de
Juan Francisco Cubillos.
Todos estos gauchos fueron
elevados al rango de santos populares primero por su condición de muertos con
violencia y a partir de una interpretación del martirio cristiano; luego se
agregó el respaldo del relato canónico de Robin Hood el cual, bien leído, no
los favorece, aunque sus devotos parece que no lo ven así.
Por otra parte, aunque el
surgimiento del tema que acabamos de ver puede ubicarse en un momento histórico
más o menos acotado, soy de la opinión de que entre los lejanos antecedentes de
las historias de vida de los gauchos milagrosos se encuentran los romances
castellanos, diferentes en forma pero similares en contenido y propósitos. Sus
autores son, parafraseando a Carrizo, -poetas y escritores de ciudad-.
Finalmente, tenemos que, por
ahora, quedan en un espacio indiscernible las historias de quienes, antes que
gauchos matreros, fueron jinetes levados de las vaquerías por los ejércitos
federales y que sostuvieron la Constitución de 1853 enfrentando al gobierno
nacional que trató de sobrepasarla. Entretanto, los jinetes riojanos, entre
otros, continúan con sus exhibiciones de destreza ecuestre, luciendo caballos y
aperos en los desfiles de las agrupaciones gauchas (Quintero, 2008, entre otros
autores).
BIBLIOGRAFÍA
AMBROSETTI, J. B.:
Supersticiones y leyendas. Región misionera, valles Calchaquíes y las pampas,
Santa Fe, [1917] 1967.
ANÓNiMO: Robin Hood.
Leyenda inglesa, Buenos Aires, [ca. 1215] 2006.
ASCASUBI, H.: Santos Vega
o los mellizos de la flor. Rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas
y praderas de la República Argentina. Buenos Aires, [1872] 2003.
http://www.biblioteca.org.ar/libros/92803.pdf
BORGES, J. L. &
GUERRERO, M.: El -Martín Fierro-. En Obras completas en colaboración.
Barcelona, [1933] 1999, pp. 511-565.
CAMPS, S.: El Sheriff.
Vida y leyenda del Malevo Ferreyra. Buenos Aires, 2009.
CARRIZO J. A.: Rustiqueces
pastoriles y matonismo en algunos poetas del Río de la Plata. San Isidro, 2008.
COLUCCiO, F.: Cultos y
canonizaciones populares de Argentina. Buenos Aires, 1986.
COLUCCiO, F.: Las
devociones populares argentinas. Buenos Aires, 1995.
CHERTUDI, S. &
NEWBERY, S. J.: -La Difunta Correa-, Cuadernos del Instituto Nacional de
Antropología 6, 1966-1967, pp. 95-178.
CHERTUDI, S. &
NEWBERY, S. J.: La difunta Correa. Buenos Aires, 1978.
CHUMBiTA, H.: -Bandoleros
santificados-, Todo es Historia 340, 1995. http://www.hugochumbita.com.ar
DEL CAMPO, E.: Fausto:
impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta ópera.
Buenos Aires, [1866] 2001. http://www.cervantesvirtual.com/obra/fausto-impresiones-del-gaucho-anastasio-el-pollo-en-la-representacion-de-esta-opera--0/
FALETTI, M.A.: -Monumentos
fúnebres y cultos familiares en torno a la muerte trágica. Río Cuarto, Córdoba,
siglo xxi-. En Folklore Latinoamericano IX, 2006, pp. 87-98.
FERNÁNDEZ LATOUR DE BOTAS,
O. E.: Folklore y poesía argentina. Buenos Aires, 1969.
FERNÁNDEZ LATOUR DE BOTAS,
O. E.: Prehistoria de Martín Fierro, Buenos Aires, 1977.
FERNÁNDEZ LATOUR DE BOTAS,
O. E.: -Estudio preliminar, revisión del texto y bibliografía-en CARRIZO J.
A., Rustiqueces pastoriles y matonismo en algunos poetas del Río de la Plata.
San Isidro, 2008, pp. 11-68.
FERRER, R. E.: -Historia,
folklore y arte en la configuración y difusión de devociones populares.
Sistematización de los datos correspondientes a la provincia de San Juan,
República Argentina (siglos xix a xxi)-. En GENTILE M. E., Historia, arte y
folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones
entresiglos. Buenos Aires, 2011, pp. 61-97.
GENTILE, M. E.: -Un poco
más acerca de la apachita andina-. En Revista Espéculo 29, Madrid, 2004.
http://www.ucm.es/info/ especulo/numero29/apachita.html
GENTILE, M. E., MUÑIZ, A.
G. & CIOCE, D. P.: -Familia y sociedad: dinámica de algunos cultos
emergentes-. En Folklore Latinoamericano VIII, 2005, Buenos Aires, pp. 147-156.
Reeditado en GENTILE M. E., Historia, arte y folklore de devociones populares
argentinas: estudios y reflexiones entresiglos. Buenos Aires, 2011, pp.
143-154.
GENTILE, M. E., SOUSA, I.
C. & FALETTI, M. A.: -La resignificación de las devociones populares y la
banalización del folklore-, Revista Signos Universitarios Virtual, Buenos
Aires, 2006.
http://www.salvador.edu.ar/vrid/publicaciones/revista/margaritaGentile.htm
Margarita E. GentileEdición
Digital. nº 381
GENTILE, M. E.: -Un relato
histórico incaico y su metáfora gráfica-. En Revista Espéculo 36, Madrid, 2007.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero36/relainca.html
GENTILE, M. E.: -Escritura, oralidad y gráfica del itinerario de un santo popular sudamericano:
san La Muerte (siglos 20-2l)-, Revista Espéculo 37, Madrid, 2008 a.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero37/sanlamu.html
GENTILE, M. E.: -Innovar
con arcaísmos: San Son, presencia urbana de un culto popular rural-, Folklore
Latinoamericano X, Buenos Aires, 2008 b, pp. 191-197.
GENTILE, M. E., SOUSA, I.
C. y PINTADO, C. L.: -Continuidades y cambios en la expansión del culto público
a Señor la Muerte-, Folklore latinoamericano XI, 2008 c, pp. 147-157.
GENTILE, M. E.: -Confluencias en la formación del relato y la gráfica de una devoción popular
argentina: Difunta Correa (siglos 19-21)-, Revista Espéculo 41, 2009 a.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero41/difcorre.html
GENTILE, M. E.: -Gráfica
de las devociones populares: los exvotos pictóricos-. En SegundoCongreso
Regional de Folklore y Cultura Tradicional. Río Cuarto, 2009 b.
GENTILE, M. E.: -Génesis
de algunas devociones populares en áreas rurales (Argentina, segunda mitad del
siglo 19)-. En Los días de Sarmiento (LEIVA, A. D. coordinador). San Isidro,
tomo I, pp. 349-356. 2010 a.
GENTILE, M. E.: -Ciento
nueve años después de "La Cruz en América"-. En Simposium (18 Edición). CAMPOS,
F. J. coordinador, San Lorenzo del Escorial, pp. 997-1014, 2010 b.
http://dialnet.unirioja.es/serviet/libro?codigo=424679
GENTILE, M. E.
(compiladora): Historia, arte y folklore de devociones populares argentinas:
estudios y reflexiones entresiglos. Buenos Aires, 2011 a.
GENTILE, M. E.: -Dinámica
de las devociones populares grupales y familiares. Estudio de casos como aporte
a problemas teórico-metodológicos en folklore-. En 9 Temas de Etnohistoria.
Devociones populares y creencias, siglos xv a xxi. Buenos Aires, pp. 275-350,
2011 b.
GENTILE, M. E.: -Origen,
devenir y nuevos tipos de la medida para curar (República Argentina, siglos
xx-xxi)-. En Revista de
Folklore Fundación Joaquín
Díaz 376. Valladolid, pp. 4-19, 2013 a.
http://www.funjdiaz.net/folklore/06sumario.php?NUM=376
GENTILE, M. E.: -Expresiones populares de la devoción a san Antonio de Padua en la República
Argentina, siglos 20-21-, en CAMPOS, J.: El patrimonio inmaterial de la cultura
cristiana, San Lorenzo del Escorial, pp. 861-878, 2013 b.
GIECO, L.: Bandidos
rurales. Buenos Aires, 2001. http://www.música.com
GOBELLO, J.: Diccionario Lunfardo
y de otros términos antiguos y modernos usuales en Buenos Aires, Buenos Aires,
[1975] 1982.
GUTIÉRREZ, E.: Juan
Moreira, Buenos Aires, 1888. http://www.biblioteca.org.ar/libros/8829.pdf
HERNÁNDEZ, J.: Martín Fierro, Buenos Aires, [1872, 1878] 2010.
LÓPEZ OSORNIO, M. A.:
Habla gauchesca, Chascomús, 1945.
LUDMER, J.: El género
gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires, [1988] 2012.
MAMANI, F. M. J.: -Pedrito
Sangüeso. Dinámica de una devoción popular-. Gentile M. E., Historia, arte y
folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones
entresiglos. Buenos Aires, 2011, pp. 423-473.
MITRE, B.: Armonías de la
Pampa, Buenos Aires [1891] 1916.
http://www.folkloretradiciones.com.ar/literatura/Armonias%20de%20la%20Pampa.pdf
MOURE, J. L.: -La lengua
gauchesca en sus orígenes-, Olivar 11. La Plata, pp. 33-47, 2010.
http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4497/pr.4497.pdf
MOURE, J. L.: -La
construcción de la variedad lingüística gauchesca en el Río de la Plata-, Cuadernos
de Ilustración y Romanticismo 17. Cádiz, pp. 1-14, 2011.
OBLIGADO, R.: Santos Vega,
Buenos Aires, [1885] 2003. http://www.biblioteca.org.ar/libros/71156.pdf
PINTADO, C. L.: -Aportes al folklore urbano-, Boletín de Lima 153, Lima, pp.
137-150, 2008.
PINTADO, C. L.: -La muerte
de un polémico personaje: el Malevo Ferreyra-, Simposio "Muerte, Sociedad y
Cultura". Chivilcoy, 2011 a.
Margarita E. Gentile Edición
Digital. nº 381
PINTADO, C. L.: -Nuevos
datos sobre un culto popular de la campaña correntina: Turquiña-, Historia,
arte y folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones
entresiglos, Gentile M. E. (comp.), Buenos Aires, pp. 560-573, 2011 b.
PYLE, H.: Las alegres
aventuras de Robin Hood. Barcelona, [1883] 1994. http://www.planetpdf.com/planetpdf/pdfs/free_ebooks/The_Merry_Adventures_of_Robin_Hood_NT.pdf
QUiNTERO ELÍAS, S.: Gauchos riojanos, hoy. Agrupaciones gauchas, su paradigma
ideológico, La Rioja, 2008.
SAUBIDET, T.: Vocabulario
y refranero criollo, Buenos Aires, [1943] 1975.
SOLANS, P. J.: Isidro
Velázquez, el último bandido rural. Buenos Aires, 2011.
SOUSA, I. C.: -Tipologías
de representación en el culto a Gauchito Gil-, Folklore Latinoamericano XI,
Buenos Aires, pp. 319-331. 2008.
SOUSA, I. C.: Gauchito
Gil. Imagen y representaciones, Buenos Aires, 2010. vORÁGiNE, S. de la: La
leyenda dorada, Madrid, [ca. 1264] 1987.