por Margarita E. Gentile
Confluencias en la formación del
relato
y la gráfica de una devoción popular argentina:
Difunta Correa (siglos 19 al 21)
Margarita E. Gentile:
Investigador CONICET - Museo de
La Plata
Profesor titular del Instituto Universitario Nacional del Arte
margagentile@yahoo.com.ar
Audio de la nota:"Ruego de Vallecito - tema de la Difunta Correa" - Tonada
de: J.L.Aguado y J.L.Escudero
intérprete: Jorge Cafrune
Resumen:
Se retoma y ubica en contexto el
relato actual acerca de la historia de Difunta Correa y su ícono, considerando
las creencias vigentes en la región en la época en que se produjo su muerte.
Palabras clave: Devociones populares - Difunta Correa - Folklore -
Historia
El tema y su interés
E
n líneas generales, el relato acerca de Difunta
Correa aceptado actualmente dice que, a mediados del siglo XIX, una muchacha
sanjuanina trató de cruzar el desierto en pos de su marido llevado por el
ejército federal; en esta travesía murió de sed y unos arrieros la hallaron con
su bebé aún mamando su seno. La enterraron piadosamente y llevaron al niño; su
siguiente milagro fue hallar hacienda perdida de otro arriero quien, en
agradecimiento, construyó c.1890 junto al camino que unía La Rioja con San
Juan, en Vallecito, un mausoleo donde puso sus restos.
Parece
que la primera y escueta referencia a una cruz sobre su tumba fue publicada por
Pedro P. Quiroga en 1865 llamándola "la milagrosa Correa"; ésta se
encontraba a la entrada de Las Peñas, en Vallecito, que era un paso peligroso
tanto por su geografía abrupta como por los ladrones que se refugiaban allí; en
el lugar había varias cruces pero los arrieros oraban y dejaban limosnas en la
de "la milagrosa Correa" [1].
En 1921,
la Encuesta al Magisterio recogió por escrito versiones de un relato acerca de
esta mujer conocida ya como Difunta Correa; siguiendo la clasificación
propuesta en las Instrucciones, los informantes de este relato en particular lo
incluyeron dentro de los siguientes rubros: "brujas - fantasmas - espíritus
- duendes", "tradición", "supersticiones relativas a la muerte",
"narraciones y refranes - tradiciones populares" o "tradición
sanjuanina", pero mayoritariamente como "tradición".
Después
de 1933, esta historia continuó su camino en brochures, en prosa o en
verso, que se vendían en las provincias cuyanas (San Luis, Mendoza y San Juan),
sobre todo en la última porque allí se encontraba la tumba junto a la cual aún
dejaban velas, monedas y oraciones pasantes y promesantes.
Mi
siguiente punto de referencia es 1948, cuando se creó la Fundación Cementerio
Vallecito para administrar las ofrendas dejadas a Difunta Correa; también por
esa fecha expandieron este culto los camioneros, quienes formaban pequeñas construcciones
devocionales junto a las rutas del área andina argentina consistentes en un
sitio presidido por una cruz, con espacio para encender velas y, por fuera y
alrededor, montones de partes de automotores en buen uso y botellas con agua,
elementos de suma utilidad en las travesías durante aquellos años.
Los
trabajos científicos pioneros fueron de Chertudi & Newbery: un largo
artículo de 1966-1967 actualizado como libro en 1978. En los años `60 el culto
a Difunta Correa estaba en auge pero en 1976 fue declarado "ilegítimo"
por la Iglesia argentina; ese mismo año la Fundación fue intervenida por
supuestas irregularidades administrativas. En 2008 el sitio canónico continuaba
bajo el cuidado de la Fundación y, a la vera de la ruta 141, unas cuadras antes
de llegar a la entrada principal se estaba construyendo un barrio formado por
una hilera diez edificios de una planta con un espacio para comercio orientado
hacia la ruta y vivienda en el sector posterior, rodeado todo de una incipiente
arboleda.
Resumiendo,
el derrotero seguido por el relato acerca de Difunta Correa comenzó con su
muerte trágica seguida de transformación en alma buena y milagrosa recordada
junto a su propia tumba presidida por una cruz; luego fue literatura
devocional, artística y periodística; después fue centro de una "causa
turística" a través de un emprendimiento comercial y, a partir de los `70,
"culto ilegítimo" además de objeto de estudio del Folklore; actualmente
es centro también de varias organizaciones nativistas.
Estos
avatares, que no se cancelaron unos a otros, no alcanzaron a modificar el rumbo
de la fe de sus devotos, que continúa hasta el momento que estamos escribiendo.
*
Interesa
a los estudios de Folklore en general tratar de determinar la genealogía de sus
datos, en gran parte derivados de la Literatura. Pero, si bien en el caso que
estamos viendo los textos conocidos insisten en insertar la historia de Difunta
Correa en un medio social determinado y hacerla protagonista de ciertas
acciones, nada de eso es comprobable y sólo se pueden considerar dichas
versiones como manifestaciones escritas de relatos orales, aunque en menor
medida le quepa esta objeción a la Encuesta dada su cercanía cronológica a los
hechos relatados, ubicados latamente a mediados del siglo XIX.
Además, la
difusión de partes seleccionadas y vulgarizadas de la Biblia influyó en la
formación de la historia de algunos santos populares del territorio argentino
(San Son, San La Muerte) [2] de manera que considero aquí también la
posibilidad de que el relato acerca de Difunta Correa pueda contener elementos
trasladados desde otros, vetero o novotestamentarios, en función del modelo de
vida propuesto para entresiglos, cuando se formó dicha narración.
Asimismo
tuve en cuenta que en la provincia de San Juan, árida en la mayor parte de su
territorio, se asentaron desde fines del siglo XIX, entre otros grupos
procedentes de Medio Oriente, migrantes sirio-libaneses maronitas
(impropiamente llamados turcos), de manera que relatos de sucesos
protagonizados por mujeres valerosas y centrados en geografías desérticas no
les eran ajenos (Santas Rafka, Marina, Domnina y Cora, por ejemplo).
Complementariamente,
podrían reunirse en un mismo relato temas andinos pre y poshispánicos, como
vimos en trabajos previos sobre El Familiar, El Chiqui, la pichca o la
apachita.
Para
corroborar, o no, estas conjeturas con relación a Difunta Correa pondré en
paralelo los temas compartidos por la mayoría de las versiones conocidas hasta
ahora, que son:
1. una
mujer tiene un hijo, varón, pequeño;
2. i bien
se lo nombra, el marido está ausente;
3. la
mujer y el niño deben emprender un viaje riesgoso como consecuencia de un hecho
social ineludible, del que el marido es parte;
4. la
meta del viaje está señalada de antemano y puede ser la muerte;
5. en el
camino la mujer muere;
6. el
hijo sobrevive mamando el pecho de su madre ya muerta;
7.
hallazgo del cadáver, entierro y regreso con el niño.
En lo que
sigue veremos narraciones cuya vulgarización y difusión permiten pensar que
influyeron en la formación de los relatos acerca de Difunta Correa que luego
recopiló la Encuesta; uno de los que propongo deriva de una creencia
prehispánica, otros dos llegaron con los conquistadores europeos y un cuarto es
una versión criolla de mediados del siglo XX que explica el suceso en términos
de historia retrospectiva.
El hijo del Rayo
Como
ejemplo de vigilias y ayunos en el Perú incaico, Guamán Poma contaba un caso
relacionado con Yllapa, en ese momento ya convertido en el apóstol Santiago:
"...
nació un niño narís hendido que ellos les llama cacya cinca. Y que le enserró a
la dicha yndia y a su hijo, dezíndole "hijo de Santiago" y que no le habló
nadie cino un biejo. Y le hizo ayunar sal, agí, y carne; sólo le dio a comer
mays blanco. Y que no le uía sol ni luna. Pasado el mes, ajuntáronse todo el
pueblo y hizieron unas sogas de paxa torsido a lo esquierdo, quemando la punta,
ací ardiendo, con ello todos le asotaron a la yndia y lo echaron del pueblo. Y
cubierto echa a huyr del pueblo con su hijo la dicha yndia a un serrillo. Y le
asotaron deciendo: "Sal de este pueblo, mujer y hijo de Santiago yllapa". Y se
fue a un serrillo y allí dizen questubo un mes y que se le murió el hijo y le
enterraron al niño. Encima le enterró un cordero de la tierra prieto bibo y otras
mundicias. Allí sacrificaron al rrayo Santiago. Y dallí trageron a la yndia muy
bestida con sus taquies al pueblo. Y allí enborracharon cinco días hasta caer
de culo todo el pueblo en ausencia del padre. Y estaba allí un cantor y me lo
dijo su dizi[pu]lo." [3].
Yllapa,
el Rayo, fue y es una entidad temible en los Andes: luz, ruido y golpe, veloces
y destructores [4]; sus hijos poseían algún rasgo fuera de lo común; si
nacían mellizos, padre y madre eran sometidos a rigurosos ayunos [5],
pero en este caso es la madre la que carga con la responsabilidad ¿por ser uno
el niño?, y sólo cabía esperar su muerte natural. Las sogas torcidas a la
izquierda y encendidas se revoleaban también durante la ceremonia incaica que
se realizaba para alejar las enfermedades de los pueblos [6]; el
cerrillo donde se refugiaron podría haber sido una huaca, es decir, un templo
prehispánico ¿dedicado a Yllapa?; el camélido color negro protegería al niño ya
que en los entierros excavados científicamente en el área andina se los suele
encontrar como rodeando a las personas.
Con
relación al relato acerca de Difunta Correa, los puntos en común son: 1;
2, el niño es hijo de Yllapa que, sin estar ausente, su presencia es
esporádica; 3; 4, muere el niño, al que su madre atiende hasta el
final; 7, la madre regresa al pueblo y es bien recibida.
Otra
versión de mediados del siglo XX dice que el viaje de la muchacha era hacia la
ciudad de San Juan en pos del marido preso por un comisario abusivo, y que
cuando la hallaron, poco antes de llegar a Caucete, "protegía a los pequeños
muertos con ella, rendidos a sus pechos, las lenguas secas."[7], es
decir, se trataba de dos lactantes ¿mellizos?.
Agar e Ismael
De esta
esclava egipcia el patriarca Abrahan tuvo un hijo porque su mujer era estéril;
pero antes del parto, Sara la maltrató hasta que Agar se fue de la casa, a la
que regresó porque se lo ordenó un ángel que la encontró en un oasis.
Finalmente nació Ismael, pero luego nació Isaac de Sara a quien el Señor había
prometido un hijo en su vejez. Para que no heredara junto con su propio hijo,
Sara dijo a su marido que echara a Agar y a Ismael de la casa.
"Abrahán
se levantó muy de mañana, tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar; puso
el niño sobre su hombro y la despidió. Ella se fue y anduvo errante por el
desierto de Berseba. Cuando se agotó el agua del odre, dejó al niño bajo un
matorral y se sentó enfrente, a la distancia de un tiro de arco, diciéndose:
"No puedo ver morir al niño". Y se sentó enfrente. El niño se puso a llorar a
gritos.". Atraído por el llanto, un ángel les indicó el camino a un oasis y
reiteró la promesa del Señor de que a partir de Ismael se haría un gran pueblo [8].
De los
temas que forman el relato acerca de Agar y su hijo, volvemos a encontrar los
siguientes en el de Difunta Correa: 1; 2, pero el padre del niño
no es el marido de la madre; 3, primera salida de la casa de Abrahán por
maltrato de Sara, que se reitera con la expulsión definitiva cuando Ismael
tiene trece años; 4, con un pan y un odre de agua, la meta del viaje es
la muerte en el desierto; 5, 6, estando, madre e hijo, en riesgo
de morir de sed, sobreviven gracias a la indicación del ángel; 7, Agar e
Ismael continúan sus vidas y se cumple la promesa del Señor.
Como
modelo de actitud, la historia de Agar y su hijo ya había sido mencionada en un
relato asociado a la fundación de la ciudad de San Juan de la Frontera (1562)
en la crónica corregida por el jesuita Bartolomé de Escobar; el paralelo que
trazó entre la historia de Agar y el suceso que iba a contar tenía el propósito
de resaltar la misericordia de Dios que, en la ciudad de San Juan, se había
mostrado mediante un "caso digno de admiración y memoria" que era el
siguiente: una pareja de indios iba al monte de algarrobos cuando la mujer
parió un niño, muriendo ella inmediatamente; su marido, desesperado, trató de
dar de mamar de su propio pecho al recién nacido y lo consiguió, salvándole la
vida [9]; según T.C.Michieli, estos indios serían huarpes [10].
En este
caso tenemos también que los temas relacionados con el relato acerca de Difunta
Correa son: 1; 3, el viaje no representa riesgo de muerte, pero
es trabajoso; 2, el marido está cercano; 5, pero la mujer muere; 6,
el milagro es que el pecho que sustenta al niño es el de su padre; 7, el
niño y su padre regresaron a su pueblo porque el cronista dijo conocer al
padre.
La esposa del gobernador de
Marsella
Según la
Leyenda Dorada, varios cristianos, entre los que se encontraban Marta (hermana
de Lázaro) y María Magdalena [11], fueron expulsados de un pueblo a
orillas del Mediterráneo, puestos en una barca sin velas ni remos y abandonados
en el mar; las corrientes los llevaron a Marsella donde comenzaron a predicar.
En esa región Marta capturó un dragón que mataba mujeres y niños; María
Magdalena predicaba y realizó muchos milagros, uno de los cuales fue que la
mujer del gobernador quedara encinta; entonces, ambos viajaron a Roma para
escuchar predicar a Pedro. Ya en viaje se desató una tempestad durante la cual
la mujer murió de parto; dejaron su cadáver en una gruta, en un peñasco
solitario, junto con su hijo prendido a su pecho, cubiertos ambos por el manto del
marido; el gobernador fue y regresó de Roma por la misma ruta porque Pedro le
dijo que su mujer y su hijo dormían. Al llegar al lugar comprobó que era cierto
y regresaron los tres felizmente a Marsella [12].
Los
puntos en común con el relato de Difunta Correa son los siguientes: 1; 2,
aunque el marido trata de ir solo a Roma; 3, la mujer emprende el viaje
riesgoso y su hijo nace durante el mismo; 4, la meta del viaje es Roma,
a la que Pedro añade Jerusalem; 5, si bien la mujer muere, su supuesto
cadáver queda en un sitio árido en medio del mar; 6, el hijo sobrevive
mamando el pecho de su madre, y ella sobrevive dormida, lo que le permite
viajar en espíritu a Roma y Jerusalem; 7, el gobernador se reencuentra
con su mujer y su hijo, y regresan todos a Marsella.
Remigia Correa
En 1967
Félix Romualdo Álvarez publicó un pequeño libro ilustrado titulado "Una
nueva versión ...", aunque en realidad se trató de dos, relatadas ambas
c.1900 por una misma persona, don Rosario Ortiz, quien dijo tener unos 110 años
en ese momento, cuando Álvarez era un niño. Según nuestro autor, la escena era
una reunión de amigos que conversaban y bebían vino casero mientras se contaban
cuentos, compitiendo entre ellos con estos relatos en cada reunión; locaciones,
nombres, parentezcos, edades y cargos reforzaban la veracidad del recuerdo de
Álvarez, y así consiguió remontar su "nueva versión" hasta fines del
siglo XVIII.
La
novedad iba más allá de la cronología; la Difunta no se llamaba Deolinda (como
estaba establecido) sino Remigia; no vivía en San Juan sino en una tapera con
su marido y su hijito en la vecina provincia de La Rioja, y criaban cabras;
además, había muerto en territorio riojano y no sanjuanino, a pesar de que se
dirigía a San Juan.
La
segunda historia databa de c.1820, y se la contó a Ortiz el hijo de un ex
bandido que, con otros compinches, asaltaba a los viajeros que pasaban por Las
Peñas; una vez encontraron una la mujer muerta con un niño agonizando, además
de un burrito, lo que les recordó la Huída a Egipto por lo que decidieron
cambiar de modo de vida, mudándose el relator a Coquimbo, en Chile.
Agregó
Álvarez los pormenores de diez milagros, comenzando por el del arriero
Zeballos; los otros nueve consideraban los rubros conocidos: alma o espíritu
que beneficia invisiblemente; castigo a ladrones de donaciones (dinero, joyas),
sin importar la edad ni la intención; encarrilamiento de un marido infiel;
recuperación de la salud de un novio; arrieros salvados de un temporal de
nieve; baqueano salvado de una emboscada; y dos relacionados con trenes, es
decir, continuidad hacia lo moderno representado por máquinas.
Ese tipo
de reuniones como la que Álvarez evocó y situó en el año 1900, se realizaban
aún en San Juan en 1939; del cenáculo "Refugio, Gente de Artes, Ciencias y
Letras" Oscar A. Robles rescató y publicó con nuevos datos, en 2005, el
relato del arriero Zeballos, con su genealogía y dos fotos familiares.
De la oralidad al escrito
Dado que
los textos de la Encuesta son los más cercanos en espacio y tiempo a la
tradición oral de este relato, merecen la mayor atención; por eso, antes de
continuar me detendré a comentar las trascripciones de los mismos.
Dichos
relatos sobre Difunta Correa recopilados por la Encuesta fueron publicados por
Chertudi & Newbery en 1966-1967 y 1978. En 2006, cuando estaba escribiendo
sobre devociones populares en Argentina noté que no coincidían las fichas del
artículo con las del libro, ni las de los relatos entre sí; una misma
referencia aparecía al pie de varias citas distintas y en diferentes partes del
texto; para citar correctamente estos relatos debía, entonces, revisar los
originales a fin de tratar de conciliar esta dispersión de datos. Durante la
tarea me dí con que, efectivamente, estas autoras citaron dichos textos por
partes, repartiéndolas luego entremedio de su propio trabajo según convenía a
los temas que trataban; pero, además, en ambas ediciones, habían modificado la
sintaxis y ortografía de los originales. Como no agregaron un apéndice
documental con los textos completos, al lector le resultaba casi imposible
hacerse una idea de cómo había sido cada relato original. También es interesante
notar que, además de datos históricos, los textos desarticulados de esta manera
correspondían a milagros y expresiones de devoción, y de su lectura surgía
(entre otros datos importantes) que los informantes de la Encuesta eran
devotos, en mayor o menor medida, de Difunta Correa; finalmente, algunos
párrafos de los originales quedaron fuera, y el resto se repartió entre datos,
comentarios y conclusiones de las autoras.
Si bien
hoy no es así, en el momento de esas publicaciones esas "correcciones",
"mejoras" y "repartos" -es decir, manipulaciones- eran aceptadas; por ejemplo,
Eduardo Menéndez (1963) publicó un artículo sobre el juego de la rayuela en el
que presentó los datos de la Encuesta sin citarla pero entremezclándolos con
otros recopilados por él en Buenos Aires, todo mediante una redacción que
permitía suponer que él había recorrido el país recopilando dicho juego. Y un
poco antes, Manuel de Ugarriza Aráoz (1958) había publicado un trabajo sobre el
mito del cacuy amalgamando los datos de la Encuesta hasta obtener un texto "a
partir del estudio comparativo de todas aquellas variantes" (1958:14)
basando luego su propio estudio en dicha versión promediada; nuestras autoras
tampoco se privaron de presentar su versión aglutinante de una selección de
datos [13]. Por eso me pareció adecuado incluir como apéndice documental
los textos de la Encuesta como los encontré en 2006, transcritos siguiendo las
Normas de 1961.
El icono
Volviendo
a la formación del relato acerca de Difunta Correa, un aporte a su historia y
gráfica se encuentra en la publicación (1971) de la tasación judicial realizada
en ocasión de la expropiación (1959) por parte del gobierno de la provincia de
San Juan, de los terrenos de la sucesión de José Mercado. Salteando los
tecnicismos, tenemos que dicho señor, mediante un acuerdo con terceros, -la
Fundación Cementerio Vallecito de 1948, que sobrevivió al dramático cambio de
gobierno de 1955-, a duo realizaron "... un esfuerzo sistemático para
"institucionalizar" a la Difunta Correa, como motivación turística. Un trabajo
de verdadera política de divulgación del "milagro" de la Difunta. Ha difundido
el prestigio y conseguido que a Vallecito se le incluyera en el rol de
estaciones turísticas en las agencias del ramo, con asiento en Mendoza."
(Pérez, 1971: 26).
Es decir,
según este texto los artífices de la difusión del culto serían Mercado y la
Fundación; ésto nos pondría en situación de preguntarnos qué fue primero, ¿fe o
turismo?, si no fuese que la devoción a Difunta Correa, las ofrendas en el
sitio de la tumba y los relatos sobre su historia (orales y escritos) preceden
en varias décadas tanto al señor Mercado como a la Fundación; y continuaron ya
que, por ejemplo, hasta fines del siglo XX, los ómnibus que pasaban frente al
sitio se detenían allí, los pasajeros bajaban y tras unos minutos todos seguían
viaje; si bien esto dio lugar a la ubicación de puestos de comida, venta de
velas y estampitas, convengamos que fue parte de una actitud colectiva
aceptada, al extremo que (hasta hoy) es dificil que se produzcan robos a
turistas y devotos en el santuario porque es creencia que habrá problemas en el
transporte si tal cosa sucede [14].
Luego, el
perito nos recuerda que fue el señor Mercado quien "... promovió la
impresión de los primeros íconos de la Difunta (alguno de los cuales se
acompañan a este informe), invirtiendo repetida y sostenidamente fuertes sumas
de dinero. Así, paulatinamente ... hizo que ahondara la raíz económico-turística
del Santuario. Lo dotó de una empresa de ómnibus de horarios permanentes.
Asimismo, le proveyó de las instalaciones mínimas para albergar a los
promesantes y visitas de otras clases que arribaban al paraje. En el "centro"
del Santuario, construyó repositorios para las ofrendas y reliquias, que se
suman por millares en sus incontables variedades. Construyó oratorios, reparos
para colocar figuras religiosas de bulto, otras para la colocación de placas,
otras para el alumbramiento de velas."
Hasta
ahí, entonces, los devotos no habían necesitado ningún icono, y ya vimos que a
las construcciones devocionales junto a las rutas les bastaba con una cruz,
repuestos de automotores, y botellas con agua, a los que con los años se
agregaron las placas patentes.
Además,
según este texto, el icono de Difunta Correa habría sido diseñado entre los
años `50 y `60 del siglo XX; una estampita en el estilo de esa época la
publicaron Chertudi & Newbery en 1978: 65; otra es la estampa dibujada por
el señor Hidalgo en 1968. En ninguna de ellas hay otras referencias.
Por su
parte, el señor Mercado facilitó las peregrinaciones mediante su línea de
ómnibus que, de paso, uniría las localidades entre la ciudad de San Juan y
Vallecito; la descripción de las instalaciones corresponde con fotografías de
1966. Las figuras religiosas que menciona el perito son imágenes de yeso
pintado, de mediano formato, entre otras del Sagrado Corazón y algunas
advocaciones marianas que aún están en los retablos de las llamadas "capillas viejas",
donde hay también cuadros bordados y urnas cinerarias en estantes que no fueron
reformados; un cartel indica a la entrada de una de dichas capillas que allí se
encuentran los restos de DC (MG, obs.pers., 2008).
Pero, en
su esfuerzo por levantar la expropiación o conseguir una indemnización
adecuada, el perito no dudó en afirmar que "La historia de la Difunta Correa
carecía de referencias geográficas y de un lugar que le sirviera de asiento, de
situación. Y ese lugar y ese asiento fue virtualmente asignado por la
organización que silenciosamente había montado la demandada para fomentar todo
lo relacionado con la Difunta Correa. Ese lugar actualmente está copado por el
Santuario, que como causa turística derivada de la movilización de la fe
popular, no tiene otra que se le aproxime y ninguna que se le iguale en
potencia de atracción, ni en capacidad de rendimiento. Produce, por si sola la
Difunta más dinero que todas las demás fuentes turísticas juntas de la
Provincia, con el agregado de que la Difunta se sostiene por si misma y produce
dinero para su propio engrandecimiento y aun para costear proyectos ajenos o
extraños a lo que debiera ser su propio programa de desarrollo." [15].
En cuanto
a la ubicación de la tumba que dio origen a la devoción, casi todos los textos
de la Encuesta señalan el sitio de Vallecito, junto al camino que unía San Juan
con La Rioja, donde el arriero Zeballos levantó el mausoleo; más bien el perito
se refiere a las instalaciones construídas a mediados del siglo XX. Y al final,
su valuación de los terrenos pivotó no tanto en la renta generada por la
Difunta -para usar su propia expresión-, sino en el valor de la mina de yeso
que se encuentra dentro de las 290 Hectáreas expropiadas.
Comentarios
El
propósito de este trabajo fue señalar las confluencias que se pueden reconocer
en el relato acerca de Difunta Correa considerando el contexto en el que el
mismo fue recopilado en la Encuesta de 1921.
El
párrafo de Guamán Poma cobra interés si se toma en cuenta que el Tahuantinsuyo
se expandió a lo largo de los Andes, desde Colombia hasta el Estrecho, con
distintos grados de influencia; en lo que fue su territorio prehispánico
quedaron hasta hoy pervivencias de instituciones (ayllu, minga) [16],
ceremonias (rutuchicuy, champería) [17] y creencias (Pachamama, los
truenos) [18]. Por otra parte, está reconocida la importancia de las
mujeres en la historia andina, sea como esposas o como divinidades [19],
de manera que era casi de esperar hallar en una provincia árida como es San
Juan relatos que muestren la confluencia y resignificación andina sobre un tema
agropecuario tan importante como es el agua [20], y algunos de esos los
relatos se centraron en Difunta Correa cuya tumba se encuentra en un sitio que
carece absolutamente de agua.
Aunque la
versión de Horacio Videla aportó la posibilidad de que los niños fuesen
mellizos, dando lugar a una mayor correspondencia con Guamán Poma y los hijos
del Rayo, este relato tiene un respaldo parcial en el culto local a Santa
Bárbara en un santuario cercano en Mogna, Jáchal [21].
La
historia de Agar y su hijo, subsumida en los registros de 1921 del relato
acerca del de Difunta Correa y el suyo, corresponde con la repetición a que son
sometidas las historias ejemplares de la Biblia, no solamente durante los
sermones sino también en los cuentos alrededor del fogón; la presencia de
maronitas en Caucete desde fines del siglo XIX agrega un elemento positivo a
esto que digo.
El relato
de Escobar, que parte de la historia de Agar, y centrado en la misma ciudad de
San Juan es interesante por la ubicación geográfica y la fecha del suceso
porque lo transforma en un eslabón entre culturas. Pero se debe notar, además,
que el tema del hombre que puede amamantar estuvo muy difundido en espacio y
tiempo; a principios del siglo XIX Jacobo y Guillermo Grimm recopilaron entre
otros, un cuento titulado "El jóven gigante" cuyo protagonista era un
"pulgarcito" hijo de campesinos a quien un gigante capturó y transformó en su
igual amamantándolo él mismo durante varios años.
Es decir,
hubo un intento (el de Escobar) de mostrar que bajo ciertas condiciones (el
amor del indio por su hijo), Dios permite que sucedan casos como éste "digno
de admiración y memoria". De allí al relato de una mujer muerta que
amamanta a su hijo, no hay más que un paso dado en una época (siglo XIX) cuando
ogros y gigantes habían limitado su presencia a las páginas de terroríficos
cuentos para niños.
El relato
recogido en la Leyenda Dorada corresponde al momento en que la figura de María
Magdalena se había perfilado de manera que se la podía presentar a los
cristianos como ejemplo de vida; por otra parte, esa fue la finalidad de ese
libro al que, a partir del siglo XVI, se le agregaron nuevas historias de
santos y xilograbados. El alcance en espacio y tiempo de este tipo de relatos
fundantes del formato literario de las hagiografías populares lo tenemos, por
ejemplo, en que una escena grabada y pintada en un vaso de madera de estilo
incaico (quero) tallado durante la Colonia puede interpretarse como Marta
enfrentando al dragón o la Vírgen María a la Bestia del Apocalipsis [22].
Por eso, la continuidad de elementos de un relato cristiano en otro profano es
más que verosímil porque Difunta Correa fue madre y esposa ejemplar hasta el
sacrificio. Además, la historia de la mujer del gobernador de Marsella es la
que mejor se reproduce en la de Difunta Correa, y fue recopilada por un
dominico cuya Orden también tenía la custodia de las reliquias de María
Magdalena [23]; es decir, la influencia de Leyenda Dorada en la elección
de los ejemplos de vida también está presente en este caso.
El libro
de Félix R.Álvarez contiene dos relatos que rompieron la continuidad de los que
se venían encadenando unos con otros, presentando una nueva versión que era la
amalgama del hallazgo que alguna vez se produjo en la travesía de una mujer
muerta y un niño pequeño, con la existencia de una tapera donde solía verse
deambular la "luz mala" algunas noches y una cruz en el desierto; otro
hallazgo de gente muerta en la travesía fue el de los bandidos de Las Peñas y,
como otros autores, Álvarez agregó relatos de milagros.
Este
trabajo es un intento de contar una historia de Difunta Correa diferente de la
establecida en sus líneas generales por infinidad de publicaciones previas
desde hacía ya unos treinta años, sobre todo contradiciendo a Miguel Martos
cuya historia fue la más aceptada. La razón de esta nueva versión se explica
también por el contexto de dicha edición, que fue en los años ´60 cuando
alcanzó su auge la devoción a Difunta Correa y Vallecito se desarrolló
turísticamente; además, leyendas y narraciones folklóricas ganaron espacio en
los medios masivos de comunicación representados por la radio a transistores,
la televisión y las revistas con fotos en colores. Expresado de otra manera: la
historia canónica de Difunta Correa circulaba también por otros medios que ya
no eran solamente orales o de escritos de corta tirada.
Sin
embargo, el libro de Álvarez es dificil de encontrar y, hasta donde se, no fue
reeditado, tal vez por falta de interés de sus descendientes; pero también
puede ser porque hoy no atrae ese tipo de realismo sin épica, algo similar al
dibujo de H. Rodrigo, que casi no se difundió; por eso, la brochure "El
arriero del Milagro" [24], que cuenta el relato remozado del arriero
Zeballos, que ahora nos enteramos que recuperó sus vacas en la llamada por eso
"Cuesta de las vacas", con una genealogía y dos fotos familiares,
consiguió soporte publicitario porque se acerca a nuestra época donde gráfica y
reportaje deben ir juntos.
En los
textos de la Encuesta las fechas de los hechos y del origen de los relatos son
inciertas; según la procedencia, hay un tema que permite dividir en dos bloques
el conjunto: los relatos recopilados en Mendoza, Santa Fe y San Luis situaron
los hechos alrededor de 1820 con relación al ejército que el general San Martín
preparaba en Mendoza para cruzar los Andes; entonces, DC era madre de un
soldado o, además, llevaba un niño de pecho. En cambio, en las versiones
sanjuaninas no hay fecha cierta para los sucesos, ni siquiera una en la que se
dice que ella seguía a un contingente militar en el que iba su marido; en dos
relatos tampoco hay hijo, y en todos se trata de una mujer conocida en la
región que viajaba por allí con frecuencia. Todos comparten, no obstante, la
creencia en las bondades del alma de quien murió trágicamente.
E esos
textos también se la nombraba Difunta Correa; en una versión se la llamó
Mercedes, es decir, luego de escribir el relato la maestra supo de
alguna manera que se llamaría así y lo agregó entrelíneas. De la lectura de lo
publicado hasta ahora, según pude alcanzar, se nota que el paso de la tradición
oral a la escrita se produjo a partir de 1933, cuando comenzaron a circular
textos de pocas páginas [25] contando esta historia con más o menos
recursos literarios; en 1939 Miguel Martos publicó una novela llamándola Deolinda
Correa, nombre que otros autores cambiaron o agregregaron a Antonia,
y Álvarez la llamó Remigia. No hay documentos que avalen un nombre u
otro, tampoco nadie retomó el de Mercedes, y finalmente quedó la
denominación que había recogido la Encuesta: Difunta Correa.
Respecto
de su condición de santa, además de su muerte trágica y sus milagros, en dos
versiones Difunta Correa comparte con los santos cristianos la posibilidad de aparecerse;
una versión de la Encuesta decía que la gran fe que le tienen sus devotos sería
la causa de que crean en la "aparición de los espiritus"; notemos que,
actualmente, salvo en las creencias influenciadas por la umbanda y el
espiritismo kardecista, los santos populares no se aparecen [26];
pero no siempre fue así porque en nuestro trabajo sobre testamentos de indios
correspondientes a la etapa de Conquista y Colonia del área andina argentina,
comprobamos la gran devoción que ellos tenían a las Ánimas del Purgatorio.
Con
relación al icono, vimos que parece que antes de los años ´60 no hubo necesidad
de él y que el gremio de los camioneros, afiliado al partido Justicialista,
solamente difundió las pequeñas construcciones devocionales junto a las rutas.
Es probable que, cuando el sitio de San Juan cobró auge, al formar Mercado
parte del gremio de los transportistas mediante su empresa de ómnibus, la imagen
de Difunta Correa tuviese que vestir falda celeste y blusa blanca, colores de
aquel partido que había sido proscrito a partir de 1955. En esta línea, sería
interesante estudiar si estas circunstancias, trasladadas en el tiempo,
facilitaron alguna discreta identificación de la imagen de Difunta Correa con
el errante cadáver de Eva Perón (desde 1952, para siempre bonita y jóven); y,
si sumada al hecho de tratarse Difunta Correa de una santa no canonizada por la
Iglesia, acaso le valió que en 1976 la Conferencia Episcopal Argentina la
declarara centro de un culto ilegítimo, tras lo cual fueron arrasadas
las construcciones devocionales junto a las rutas; y que también entre 1976 y
1977 la Fundación fuese intervenida por denuncias de irregularidades en su administración.
El perito
Pérez Olivera describió sin matices la transformación de devoción en empresa y
cómo Mercado captó la importancia de contar con un icono devocional en la época
en que la gráfica comenzaba a reemplazar al escrito; sin embargo, su cuidado
del sitio de Difunta Correa retrotraía a nivel de un ermitaño medieval, es
decir, la persona que cuidaba una capilla o tumba a la vera de un camino,
mantenía limpio el lugar y recogía las limosnas, costumbre, además, de profunda
raigambre en los países que rodean el Mediterráneo.
En mi
opinión, el relato que generó la creencia podría haberse referido a cualquiera
de los hechos considerados posibles por cada uno de los distintos autores.
Incluso, el tenue dato de Pedro Quiroga podría interpretarse en clave de
picardía criolla como que "la milagrosa correa" era un zurriago con el
que los ladrones refugiados en Las Peñas amenazaban castigar a quien no dejara
limosna a "la milagrosa Correa", sin dejar por eso de ser cierto que la
cruz señalara una tumba que, dada su ubicación en medio de una travesía, era un
triste memorial.
Los
relatos cuya confluencia señalé más arriba y que contribuyeron a darle forma a
la historia de Difunta Correa son los que con toda probabilidad circulaban
oralmente en la región en los siglos XIX y XX. En ese contexto eran
verosímiles, tanto por el respaldo en aquellas tradiciones orales como por que
es también seguro que hayan muerto personas entre las lomas durante esas
travesías y que sus historias, más o menos dramatizadas, se contaran con sus
nombres y milagros como garantía de verdad. Cada rasgo del paisaje es un
acontecimiento [27] que tiene una historia que merece ser contada; así,
a lo largo de casi 150 años, la de esa cruz y luego la del mausoleo, se
organizó y reorganizó, agregándole y quitándole elementos según la disposición
en cada momento histórico, tanto sus devotos como sus publicistas, y según lo
que cada uno de opinaba sobre la verosimilitud de los datos que podía recopilar
o deducir.
En el
entorno del Milenio se relanzaron en territorio argentino varios cultos
populares [28], entre ellos el de Gaucho Gil, llamado desde entonces
Gauchito Gil. No fue así con Difunta Correa. Pero la presencia de imágenes de
GG en el sitio canónico de DC nos permite suponer que se rehizo su historia, o
que esto sucederá en breve, tal como el nigromántico Señor,La Muerte se sumó a
la historia de GG [29].
Estas
imágenes, junto con otras devociones marianas, se encuentran entremedio de las
dos de DC, dispuestas en la misma forma que se pueden ver en otros lugares los
orixás de la umbanda, según hemos constatado durante el estudio del uso y
distribución del espacio sagrado, en oportunidad de una beca del Fondo Nacional
de las Artes. Por otra parte, si bien GG es un santo popular no canonizado por
la Iglesia, desde hace pocos años se permite colocar sus imágenes junto al
altar de la iglesia cercana a su sitio en Mercedes, provincia de Corrientes;
finalizada la misa, sus dueños retiran esas imágenes que así se las considera
bendecidas y cumplida la manda de ofrecerles dicha misa.
Otros
cambios en el relato y la gráfica probablemente tengan que ver con las
consecuencias de la duplicación de la imagen de DC que venimos de mencionar, en
el cerrito del sitio principal en San Juan; según dicen en la Fundación, se
realizó para facilitar la circulación de los devotos y turistas que concurren
masivamente en Semana Santa. No obstante, llama la atención que ambas figuras
tengan posturas diferentes y ésto tal, vez esté, indicando una manera de
diferenciarse entre los devotos; de ser así, habría que considerar las razones
de la exclusión en el sitio canónico de una tercera forma de representación,
con el cuerpo ligeramente girado.
Finalmente,
si bien todas las ramas del Folklore consideran como parte de sus
preocupaciones académicas tratar de alcanzar el origen de sus datos y trazar su
genealogía, me parece que, por lo que venimos de ver, a los devotos de Difunta
Correa no les interesa demasiado los detalles de estos avatares, pasados o en
ciernes, tal vez porque la forma cómo esta mujer murió la ubicó en la
privilegiada situación de poder ayudarlos a todos.
Agradecimientos
Este
trabajo es parte de los resultados de una beca grupal otorgada por Fondo
Nacional de las Artes, República Argentina, que tuve el gusto de compartir con
las licenciadas Irma C. Sousa y Cynthia L. Pintado.
María
Luisa Gamallo me cedió sus fotos familiares de un viaje a Vallecito en 1966;
C.L. Pintado y Rodolfo Ferrer me acercaron comentarios y, R.F. además de la
lámina de H. Rodrigo, encontró el ignoto folleto de R. E. Pérez Olivera y, en
una biblioteca lejana, el trabajo de Félix R. Alvarez. Con Antonio S. Simonetta
trabajamos la primera versión de la historia de Agar, que quedó inconclusa y
retomé aquí con su beneplácito. Como tantas otras veces, con Hugo A. Pérez
Campos compartimos viajes y fotos en terreno.
Epígrafes figuras
Figura 1. Imagen de Difunta Correa en el cerrito de Vallecito, localidad de Caucete, provincia de San Juan. De entre las ofrendas florales se percibe la pierna flexionada; viste falda celeste y blusa blanca. Foto cortesía de María Luisa Gamallo, 1966.
Figura 2. Conjunto de imágenes entre ellas la de Gauchito Gil, entremedio de las de DC en su sitio de San Juan. Foto de Hugo Pérez Campos, octubre de 2008.
Figura 3. Primera imagen de DC en el cerrito de San Juan, correspondiente a la figura 1. Viste vestido rojo luego de la restauración llevada a cabo c.2005. Tiene la pierna izquierda semiflexionada; es el tipo A de la clasificación realizada por Gentile, Sousa & Pintado 2008. Foto de HPC, octubre de 2008.
Figura 4. Imagen de DC ubicada frente a la anterior c.2005. Ambas piernas están estiradas; corresponde a nuestro Tipo B. Foto HPC, octubre de 2008.
Figura 5. A un costado de la escalera que va al recinto donde están las imágenes de DC se encuentra este cartel con los horarios de misa en la capilla cercana; al pie del mismo, las tres versiones de imágenes correspondientes hoy a DC; el Tipo C tiene el cuerpo ligeramente girado. Foto MG, septiembre de 2008.
Figura 6. Tarjeta de invitación a la misa y fiesta por Gauchito Gil. Las hay con la imagen de Señor Santiago y San Expedito. San Salvador de Jujuy, 2007.
Figura 7. Tarjeta de 24 x 18 cm, titulada "Difunta Correa", firmada "H. Rodrigo - S. Juan 1968". Está impresa en cartulina que fue blanca, con dibujos en color marrón rojizo y guarda azul oscuro. Es la única figura de DC que conocemos donde ella conserva los rasgos plácidos pero sus ropa y la del niño están en jirones. Su poca difusión puede deberse, precisamente, a ese realismo en la representación.
Figura 9. Estampitas de DC. En una de ellas está con el cuerpo girado y en el reverso tiene una "Alabanza (en homenaje a la "Difunta Correa")". Adquirida en el santuario de Nuestra Señora de Luján, 1982. La otra es la que se puede adquirir actualmente en cualquier santería y tiene el agregado de un rayo de luz que ilumina a la DC y su niño, cuya procedencia está fuera del margen; en el reverso tiene la "Oración a la Difunta Correa" encabezada como las que se encontraban fotocopiadas en 2008 en San Juan.
Notas:
[1]
Chertudi & Newbery 1978: 88; el dato es de Marcos de Estrada 1962.
[2]
Gentile 2008a, 2008ms.
[3]
Guamán Poma, [1613] 1987: 969.
[4]
Gentile 2003b.
[5]
Arriaga [1621] 1968: 215-216.
[6]
Guamán Poma [1613] 1987: 245.
[7]
Videla 1956.
[8]
Gén.16, 1-15; Gén.21, 8-21; Gén. 25, 12-17.
[9]
Mariño de Lobera [1560] 1960: 419.
[10]
Michieli 1983: 208.
[11]
Durante su papado, Gregorio I Magno (590-604), declaró en una homilía que María
Magdalena, María de Betania y la pecadora de Lucas (Lc7, 36-39) eran una misma
persona; sobre el tema hay un prolijo trabajo por L.M.del Amo Horga, 2008, al
que me remito.
[12]
Vorágine [c.1264] 1987: 387.
[13]
Chertudi & Newbery 1978: 102.
[14] Una
creencia vigente sostiene que el dinero dejado para las misas por las Ánimas en
los sitios señalados porque se produjo allí una muerte, por cualquier causa que
sea, dicho dinero puede ser tomado por alguien que lo necesita a condición de
devolverlo, caso contrario las Ánimas se encargaran de molestar al deudor hasta
que reintegre lo que se llevó.
[15]
Pérez 1971: 27.
[16] Gentile
2003a.
[17]
Gentile 1999, 1981.
[18]
Gentile 2003b.
[19]
Rosworowski 1983, 1995; Gentile 2007b.
[20]
Soldi 1980.
[21]
Chertudi & Newbery 1966-1967: 156. A Santa Bárbara se la venera en Jáchal y
Pocito; aleja las tormentas, en San Juan especialmente el granizo que perjudica
los frutos; se le dice "Santa Bárbara bendita que en el cielo estás escrita"
(RF). En Buenos Aires, a mediados del siglo XX algunas personas decían la misma
jaculatoria pero para protegerse de los rayos (MG).
[22]
Gentile 2007a.
[23] Del
Amo Horga 2008.
[24]
Robles 2005.
[25] En
un estilo similar a la llamada "literatura de cordel" por Julio Caro Baroja.
[26]
Gentile, Sousa & Faletti 2006.
[27] Sensu
Paul Virilio 1999.
[28] En
mi opinión, culto popular con salida laboral (Gentile 2006).
[29]
Gentile 2008.
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Apéndice documental
Archivo
del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Buenos
Aires. Soporte: Microfilm.
Transcripción
de MG según normas internacionales propuestas durante la Primera Reunión
Interamericana de Archivos, Washington, 1961.
Nota:
Chertudi & Newbery citaron once versiones en la Encuesta, una de ellas a
partir de una copia a falta del original; las versiones que transcribimos son
las que hallamos en 2006. La descripción de cada documento se realizó en la
medida que lo permitía el microfilm. La numeración en negrita al principio de
cada versión es nuestra.
1. Provincia: Buenos Aires
Legajo /
Carpeta Nº 83, rollo 5.
Localidad:
Bernal, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Escuela
Nº 35. Maestra: Ernestina F. de Galván. Informante: la misma maestra.
Descripción
del documento: hojas de papel para carta, tamaño oficio, cortadas por la mitad
formando cuadernillo. El papel es rayado. El texto está escrito con tinta, no
se aprecia el color; letra cursiva. Fue revisado por la maestra, ya que hay
alguna palabra interlineada mediante un signo V entre dos palabras.
Nota MG:
la maestra era oriunda de San Luis y al principio del legajo / carpeta explicó
largamente que todo lo que sigue forma parte de lo que conoce por haberlo
escuchado durante su vida.
[f.9r] "Fantasmas
- Espíritus - Duendes
[f.10r] "Difunta"
Correa
Siendo
esas regiones ganaderas por exelencia, su principal medio de vida es el
comercio de ganado que se hace con las lejanas ciudades de San Juan y Mendoza.
Los
transportes se realizan por tierra a lomo de mula; el viaje dura de 8 a 10
días.
En el
camino de ese viaje, hay un sitio que tiene una pequeña casilla donde se dice
descansa el alma de la "difunta" Correa.- una mujer perdida en ese camino.-
En esa
casilla hay una [entrelíneas: urna] y el viajero, si no quiere ser victima de
la "mala" suerte", debe depositar en ella su dádiva para él alma de la
"difunta".
Se citan
casos concretos de arrieros incrédulos que se han reido de ese mito, y habiendo
pasado sin dejar nada a la "difunta", han visto desaparecer su ganado en los
furores de una tormenta.-
Esta
supertición no admite duda en la creencia del pueblo; y todos los arrieros, que
son numerosos, antes sufririan hambre que dejar de depositar su óbolo al paso
por los lares de la mágica aparición.-"
*
2. Provincia: Mendoza.
Legajo /
Carpeta Nº 84, rollo 55.
Localidad:
Trapiche, departamento Godoy Cruz. Escuela Nº 33. Maestra: Amalia Molina G.
Informante: Javier Molina, 69 años.
Descripción
del documento: hoja rayada como de papel para carta; letra cursiva, no se
aprecia el color de la tinta.
[f.1r]
"La Difunta Correa (tradición)
A partir
del año 1820 en que las dos figuras mas sombrias de nuestra historia, Aldao y
Quiroga, se aliaron el primero de los nombrados ofreció al segundo cien hombres
de línea entre los que figuraba uno apellidado Correa, originario de los llanos
de La Rioja, cuya madre acompaño, como otras muchas, al ejército en su larga
peregrinación; pues el jefe había permitido que los soldados trajesen consigo á
sus madres, hermanas ó esposas; pero al llegar á San Juan, prohibió
terminantemente que siguieran acompañándolos. La madre de Correa fué la única
que se resolvió á hacer la travesía á pié.
Mientras
el ejército avanzaba leguas y leguas de terreno, la mujer incomparable reuniáse a su hijo a altas horas de la noche y a veces al despuntar el alba.
Saliendo
del fértil departamento de Caucete hacia el Oriente, se halla un desierto
llamado Camperito, en donde la sed, el hambre y los soles de la estación
estival vencieron las débiles fuerzas de aquella heroína que murió besando el
retrato de su hijo amado ............. y es tal la devoción de los caminantes
por la "difunta Correa" que la consideran en su exaltación religiosa como la
mejor ayuda y á ella se encomiendan, habiendo construído junto á su sepultura
varios nichos (que existen actualmente) donde ofrendan velas y dinero."
*
3. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 14, rollo 64.
Localidad:
Desamparados. Escuela Nº 101. Directora: Amalia Aubone. Informante: la misma y
Eusebio Mercado, 70 años.
Descripción
del documento: el folio 9r está cortado luego del texto, quedando como una tira
de papel.
[f.8r]
"Supersticiones relativas a la muerte
La
difunta Correa
La
tradición asi lo cuenta. Existía hace muchos años en San Juan una persona, una
mujer de apellido Correa. Cierta vez hacia un viaje a La Rioja a lomo de mula y
enfermándose en el camino, murió, siendo enterrada en el llano.
Mucho
pidió la mujer para la paz en su tumba, las oraciones de los piadosos y las
velas en su mísero sepulcro.
Y se dice
que desde ese entonces las carabanas que marchan a La Rioja, en el camino que
va por Caucete no pueden pasar por el lugar donde está la difunta Correa sin
dejarle velas encendidas o al menos el valor de ellas por que si no corren el
riesgo de llevar un pésimo viaje i las referencias que tengo de Eusebio Mercado
hombre de 70 años, establecido en Alto de Sierra que a él mismo le ocurrió es
la siguiente Llevaba ganado a La Rioja i ya había pasado por donde está la
Difunta Correa sin dejarle absolutamente nada. Hasta este momento su viaje era
i seguia siendo exelente de lo que estaba completamente satisfecho.
Pero sea
la casualidad o la realidad, pero asi sucedió, que a poco andar del lugar del
sepulcro notó que el ganado había disminuido i que algunas cabezas faltaban.
[f.9r]
entonces sin más ni más se volvió hasta el lugar donde está el sepulcro i dejó
dinero para velas y largóse a vuscar su ganado encontrándolo poco después
perdido en unas lomadas. Al dia siguiente llegó a su destino sin haber tenido
otro inconveniente. Amalia Aubone."
*
4. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 46, rollo 65.
Localidad:
Caucete, departamento Caucete. Escuela Nº 35. Directora: María Georgina B. de
Cuello. Informante: la misma.
Descripción
del documento: - - -
[5r]
"Narraciones y refranes - Tradiciones populares
Desde
hace bastantes años que existe en esta localidad la tradición de un hecho muy
característico en lo referente a religión. Este hecho es verídico según lo
narran todos acá.
Era
natural de Caucete una señora que se llamaba [entre líneas: Mercedes] Correa,
señora muy buena, caritativa y en extremo bondadosa.
Dicha
señora realizaba un viaje, a caballo, a La Rioja y se dice que al pasar una
travesía del cerro Pié de Palo, se extravió en el camino muriendo apretada por
el hambre y la sed. Al mucho tiempo encontraron su cadáver, siendo sepultado en
el mismo lugar donde se encontró. Desde entonces invocan al alma de la que hoy
le llaman "Difunta Correa", que [entre líneas: es] el nombre que le dan en la
localidad.
Esta
invocación la hacen como si fuera a una santa haciéndolo asi porque ellos
aseguran que dicha señora era una santa en cuánto a sus condiciones morales por
cuya razón el ánima hace verdaderos milagros.
Le tienen
más devoción y fé a ella que a los mismos santos de la religión cristiana y en
lugar de hacer promesas a éstos se las hacen a la "Difunta Correa" por ser más
milagrosa.
La
respetan y veneran en extremo y es de notar la fé ciega que le tienen tantos
los hombres como las mujeres.
En el
lugar donde yace su cadáver le han levantado un santuario ú oratorio que
consiste: una pieza chica con un altar al frente y en éste una caja con candado
a manera de alcancía, donde, todo el que ofrece promesas o pasa por ahí tienen
que dejar dinero.
Además a
los alrededores de la capillita y a lo largo del camino hay varias
cajas-alcancías donde todo arriero o viajero que pasa por ese camino, ya se ha
hecho como [f.5v] obligación depositar su óbolo por pequeño que éste sea.
Existiendo
la certidumbre de que si pasa sin dejarlo le ocurrirán percanses en el camino.
Por lo tanto temiendo tener viajes funestos dejan todos su limosna a la
"Difunta Correa".
Cuéntanse
entre ellos muchos muchos milagros hechos por [borroneado: ésta] ésta
difunta: Un arriero llevaba arriando un gran ganado vacuno y al pasar por la
capillita no quiso dejar limosnas, de modo que al dia siguiente mientras dormía
un rato y despertó se encontró que el ganado se le había dispersado no
encontrando ni los rastros. Acordose inmediatamente de la "Difunta Correa" le
ofreció una promesa de encenderle velas y llevarle dinero con tal de que le
juntara el ganado.
Al día
siguiente cuando despertó se encontró que los vacunos estaban reunidos en el
mismo lugar donde el día anterior se le desapareció.
Atribuyó
esto al milagro hecho por el ánima.
También
se dice que si algún miembro de la familia se enferma grave, lo primero que
hacen es ofrecerle velas o dinero a la "Difunta Correa", y, si por casualidad
sana el enfermo, ya sea por los remedios que fueron eficaces o bien por el destino
de ella, pero las personas de aca creen ineludiblemente que el enfermo
restableció por el milagro hecho por la difunta.
Este
milagro es narrado a todas sus relaciones y asi sucesivamente se va
transmitiendo de modo que ayuda a acrecentar la fe. En una palabra todos los
milagros son por el estilo de los dos ya narrados y las promesas son: llevarle
dinero o velas y para hacerla mas grande pueden llevarla a pié que desde acá
quedan 160 cuadras. Todos los años le rezan novenas, especialmente el día de ánima
al 1º de Noviembre le hacen decir misas. En general tienen gran devoción a las
ánimas acostumbrando los días Lunes en la noche encenderles velas o aunque sean
pedacitos que los colocan en huecos de las murallas viejas o adentro de los
hornos. Parece que por esta religión es lo que contribuye a que tengan gran
pánico y crean en la aparición de los espiritus."
*
5. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 30, rollo 65.
Localidad:
Rinconada, departamento Pocito. Escuela Nº 69. Maestra: Alcira Cano V. Informante:
Juan Rivas, 80 años.
Descripción
del documento: papel para escribir cartas, con rayas, tamaño oficio. Letra
cursiva, no se aprecia el color de la tinta.
[f.11r]
"Narración
La
difunta Correa
Según una
antigua tradición, la difunta Correa fué una pobre mujer, que en aquellas
épocas en que los ejércitos hacían sus marchas a pié; siguiendo a su marido que
iba en un contingente, perdió el camino, pereciendo de hambre y de sed, en un
paraje llamado "Vallecito", cerca de la estación que lleva el mismo nombre y en
la terminación norte del Cerro Pié de Palo.
Unos
viajeros dieron allí mismo sepultura a sus restos y como un recuerdo a su
memoria, se levanta allí una cruz.
Los
habitantes de esos parajes tienen en ella una gran fé por los muchos milagros que
de ella se cuentan y citaremos uno de ellos:
Un señor
que conducía una hacienda de vacunos, tuvo la desgracia de que habiéndose
asustado los animales, dispararon en distintas direcciones, sin serle posible
reunirlos por más esfuerzos que hizo; desesperado con esto hizo una promesa a
esta difunta, de donarle una suma de dinero si encontraba todos sus animales y
efectivamente al dia siguiente, detrás de un cerro estaba toda su hacienda sin
faltar uno solo.
En la
misma cruz existe una alcancia donde los viajeros que por allí cruzan dejan sus
limosnas, habiendo alli una persona encargada de guardar [f.11v] ese dinero,
según dicen con el objeto de edificarle una capilla."
*
6. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 90, rollo 68.
Localidad:
Desamparados. Escuela Nº 109. Maestra: Virginia Luna Tello. Informante:
Melquiciedes Castro, 62 años.
Descripción
del documento: hojas dobles, rayadas, tamaño oficio; letra cursiva, no se
aprecia el color de la tinta.
[f.7r]
"Tradiciones populares
Difunta
Correa
Refiérese
entre las personas más antiguas que por la época de la mazorca, más o menos,
los gauchos malos (hombres que se ocupaban de vagar por los campos, asaltando á
los viajeros que hacían la travesía de ésta [San Juan] á la Rioja á lomo de
mula), se apoderaron de un individuo cuyo nombre se desconoce, esposo de la
difunta llamada Correa, y ésta en el afán de buscarle y rescatarle quizá,
abandonó su hogar probablemente en Valle Fértil con una criatura en brazos,
recorría los campos en busca de su marido, pero una vez que el hambre y la sed
la agobiaron después de cavar inutilmente en busca de agua, falleció en el
lugar llamado Vallecito, habiendo sido encontrado su cadáver al 3er.dia de su
muerte y su hija viva aún, quien según referencias fué traída a esta capital y
criada en una casa de familia.
El lugar
del suceso es una altiplanicie accidentada de trecho en trecho por lomitas de
poca elevación, en la cima de una de ellas se encuentra una cruz y una de cada
lado en el llano; á su pie se levanta un mausoleo en cuya fachada superior se
lee: "Recuerdo de Flabio Zeballos".
Se
cuentan de dicha ánima infinidad de milagros y es muy venerada en la localidad
sobre todo en el Depto.de Caucete.
Los
viajeros la miran con veneración y se encomiendan siempre á ella: Uno de los milagros
lo atestiguan su Mausoleo y la inscripción que en su fachada se lee:
Se
refiere que el señor Zeballos era un viajante que en cierta ocasión compró en
la provincia de la Rioja quinientos toros.- A su regreso y un poco antes de
llegar á la tumba de la referida difunta [f.7v] proxima á la quebarda llamada
por su gran profundidad: Honda (sobre el Pié de Palo) acampó, encerrando la
hacienda en un corral improvisado, pero con gran sorpresa suya como de sus
peones que le acompañaban, vio al siguiente dia, que todos los animales habian
desaparecido tomando rumbos desconocidos.
En vano
se repartían los viajeros por el llano y las serranías en busca de ellos, todos
sus esfuerzos eran inútiles.
En vista
de esto el Señor Zeballos con fervientes plegarias imploró la protección de la
difunta Correa, pidiéndole que á lo menos la mitad de la hacienda apareciere ó
se le encontrara, prometiéndole él en cambio edificarle un lindo Mausoleo en el
cual haría depositar sus restos mortales.
Al día
siguiente de su plegaria aparecieron en el mismo sitio de donde se fueron los
quinientos toros sin que ninguno faltare.
Inmediatamente
de llegar á la ciudad de su nacimiento (San Juan) el Señor Zeballos compró todo
el material necesario, y acompañado de los albañiles, se trasladó al lugar del
suceso. Hizo el trabajo prometido, con todo esmero, colocando en su interior
los restos de la difunta."
*
7. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 140, rollo 70.
Localidad:
Lotes, departamento Caucete. Escuela Nº 138. Maestra: M. Martha M. de Rizzotti.
Informante: la misma maestra.
Descripción
del documento: - - -
[f.9r]
"Tradiciones populares
... 3-
Sobre el carril nacional que une la Ciudad de San Juan con el Dto. De Valle
fértil, en el lugar denominado Vallecito existe un pantéon levantado a la
memoria de la difunta Correa, que allí descansa. Cuéntase de ella que yendo de
viaje se extraviaron las mulas en que viajaba y en busca de éstas perdió el
camino, muriendo a consecuencia de las penurias que sufrió: se dice que es
abogada de lo perdido y los arrieros la invocan."
*
8. Provincia: San Juan.
Legajo /
Carpeta Nº 163, rollo 71.
Localidad:
Barriales, departamento Trinidad. Escuela Nº 1. Directora: Delia U. de Silva.
Informante: la misma directora.
Descripción
del documento: hoja para carpeta escolar, rayada, con dos finas barras a la
izquierda y con tres huecos; unos 35 renglones por hoja. Letra cursiva; no se
distingue el color de la tinta.
[f.5r]
"Tradiciones populares
Existe en
el punto llamado "Vallecito" en la sierra del "Pié de Palo" de San Juan, una
sepultura que se llama de la difunta Correa, en cuyos milagros tienen mucha fé
todos los arrieros y pobladores de los departamentos de campaña, por lo cual
continuamente se encuentra la sepultura de dicha difunta con dinero, velas, obsequios
que le dejan los creyentes.-
Cuéntase
que esta mujer venía de San Luis en busca de su marido que había sido asesinado
por las hordas que capitaneaba la india Chapanay y pereció de sed en el
Vallecito, dejando a su lado una criatura de pecho que traía en sus brazos, la
que fué salvada por unos arrieros que pasaron por ahí.
La
difunta Correa tiene como sepultura una especie de casucha donde se le ha
levantado una especie de altar, donde los creyentes le dicen misas muy a
menudo.
Un señor
cordobés de apellido Ceballos, le hizo construir una cruz de hierro que adorna
la casucha nombrada.
Son miles
los milagros que se cuentan de esta difunta."
*
9. Provincia: San Luis.
Legajo /
Carpeta Nº 155, rollo 77.
Localidad:
La Médula, departamento Ayacucho. Escuela Nº 138. Director: Hipólito L. Torres.
Informante: Narciso Chacón, 62 años.
Descripción
del documento: - - -
[f.17r]
"Tradiciones populares
ejemplos
1º La
Difunta Correa
En la
provincia de San Juan (en Caucete) en el lugar denominado "El Vallecito",
existe según versión y tradición de los habitantes de esta zona norte de San
Luis y sud de La Rioja, una crúz, sitio que indica el lugar donde murió
abandonada y de sed en una época que no he podido precisar con exactitud, una
mujer, que la creencia popular a santificado por el martirio que sufrió en su
muerte, y a cuyos milagros ocurren la fé del que en una circunstancia de
peligro o de apuro para remediar el mal.
Los
milagros de la difunta Correa son patentes, evidentes, según la creencia
lugareña, y pudiera citar [entre lineas: ejemplos] uno, sino cientos, pero no
lo hago, narrando solo lo que de ella se cuenta.
Sobre
este hecho he recogido dos versiones, que si bien difieren en la forma, en el
fondo son idénticas.
1ra.
Versión
.- (según
Don Narciso Chacón vecino de este lugar), de 62 años y de otras personas, y que
es la más generalizada).-
Había
antiguamente, en tiempo del coloniaje español, un camino carretero que unía las
ciudades de Córdoba y San Juan que pasaba por el oeste de Córdoba y sud de la
de La Rioja, y que sirbe entre esta última provincia y la de San Luis de
límite, y que se llamaba "de los cordobeses", camino que actualmente existe
pero [entre líneas: q`] por las mensuras posteriores a sido cortado o borrado
en parte.-
Por éste
camino que atraviesa una dilatada "travesía" al entrar en la Prov. de San Juan,
donde escasea el agua y abundan los "médanos" y "guadales", solía viajar
contínuamente de los "llanos" de La Rioja a la ciudad de San Juan, una mujer
apellidada Correa y cuyo nombre no he podido establecer.-
En cierta
ocasión, ésta mujer, en estado de embarazo, fue tomada por el parto en el
camino a San Juan, [una palabra tachada, ilegible] en éxodo a ésta ciudad con
poblaciones casi enteras de los "llanos" riojanos obligados por una espantosa
sequía que asolaba la comarca, y en el lugar "El Vallecito" (Caucete).
Por
efectos de la enfermedad, la accedió la fiebre y habiéndosele concluido el agua
de sus "chifles" y no pudiendo ser socorrida ni auxiliada por nadies, murio de
sed.
En el
parto dio a luz a un niño (varón).
Cuando
fué encontrada, días después por algunos viajeros que también peregrinaban
buscando agua, estaba muerta y el hijo que aun vivía fue recogido por ellos y
llevado a la ciudad donde se crió.-
Esta
versión dice que la Correa viajaba contínuamente por el citado camino, y
entiendo que ha sido mujer muy conocida por esos lugares.
2da.
Versión
Don
Federico Albarez, sanjuanino de origen, de 92 años de edad y vecino de
Candelaria (San Luis) donde está radicado desde hace como 50 años me dijo que;
Las
fuerzas del Gral Lamadrid abanzaban de Tucumán por San Juan al sud.
De los
soldados que las componían, varios venían con sus mujeres.- una de ellas
(esposa de un soldado) venía embarazada y el parto la tomó en "El Vallecito".
Fue abandonada, y no se sabe explicar si después de alguna acción, o venían
perseguidos.
El caso
es que la pobre mujer, exangüe por la enfermedad y sola completamente, sin
tener alma viviente que la ampare y apurada por la fiebre murió de sed, y la
criatura (de sexo masculino) fué recogida por unos viajeros y llevada a la
ciudad de San Juan, donde se crió.
Las dos
versiones identifican que: una mujer de apellido Correa murió de sed en el
camino a San Juan y que su alma, santificada por el martirio y el sufrimiento
es milagrosa.
En el
lugar citado, enterrado el cuerpo, fué puesta una crúz para indicar la
sepultura. Fue colgada un hasta [sic] de vaca y todos los piadosos que pasan
por el lugar depositan monedas para andar con suerte; para que el alma de la
difunta los ayude.
Cuentase
que en cierca ocación un señor de Apellido Ceballos marchaba en dirección a San
Juan por ese camino con una tropa de mulas que debia llevar a Chile.-
Llovía,
por no se que motivos las mulas empezaron a disparar [f.18r] en todo sentido
asustadas y sin tino.- El dueño de la tropa que debia a plazo fijo [entre
líneas: hacer] su entrega de mulas antes que se cerrara la cordillera, hizo una
"manda" a la difunta Correa de que le ayudara a juntar las mulas, en pago de
ello, si lo hacia, el se comprometia a trabajarle un mausuleo [sic] y un
oratorio, y al efecto, al dia siguiente, como cosa providencial, las mulas sin
faltarle una amanecieron juntas, y así pudo el Sr.Cevallos seguir su viaje y
dar su cumplimiento.
Y en pago
de su ayuda, trabajó para la difunta Correa lo prometido, trayendo el agua y
los materiales de construcción de largas distancias y con el sacrificio
consiguiente.-
Allí
existe, segun me han informado ese trabajo, que la fé cristiana levantó en
homenaje a esa pobre mujer de alma buena que murió de sed, abandonada a los
azares de su vida por el resto del mundo viviente.-
Los
milagros de la difunta son numerosos, contando en ésta región con muchos
creyentes y devotos.-
Agosto 12
de 1921
Hipólito L.
Torres [rubricado]
[un sello
escudo dice: Escuela nº 183 - San Luis]"
*
10. Provincia: Santa Fe
Legajo /
Carpeta Nº 95, rollo 80.
Localidad:
Los Nogales, departamento Caseros. Escuela Nº 161. Maestro: Alberto Farías.
Informante: Antonio Farías, 66 años, padre del maestro.
Descripción
del documento: hojas rayadas, tamaño oficio; letra cursiva, tinta no se puede
apreciar el color por estar en microfilm.
[f.1r]
"Tradición sanjuanina
La
difunta Correa
En la
provincia de San Juan, en el Cerro Pié de Palo, en un lugar denominado el
Vallecito, existe, en pleno campo, un mausoleo que se titula de la "difunta
Correa": dicho mausoleo está en el antiguo camino carretero por el que se
transitaba a La Rioja, Catamarca y demás provincias del Norte. He aquí la
tradición histórica de este mausoleo.
Cuando
San Martín organizaba en Mendoza el Ejército de los Andes se reclutaban hombres
hasta La Rioja: entre estos figuraba un paisano de apellido Correa: la madre,
no pudiendo sobrellevar la ausencia del hijo, dispone seguirlo: pocos días
después de la partida de aquél, se pone en camino llevando consigo un niño de
pecho. Una noche, en plena travesía, huye la cabalgadura en que viajaba,
quedando a pié: triste trance en que se encontraba la mujer, sóla, sin conocer
las aguadas [f.1v] o vertientes que -aunque raras- las hay entre los cerros, y
por añadidura en verano. Aún, en estas condiciones, sigue su camino, a pie, no
tardando mucho en caer extenuada para luego morir con su hijito, ambos de sed.
Unos
arrieros que encontraron los cadáveres, les dieron sepultura en el lugar mismo
donde murieron, colocando una tosca cruz.
La muerte
trágica de esta mujer, le hizo acreedora á la compasión y el cariño de todos
los que conocian su historia: llevávanle cruces, luego se le hizo una casuchita,
donde los viajeros le encendían velas que traían siempre como una ofrenda y se
le hicieron decir misas.
Las
"mandas ó promesas" tan usuales en algunas provincias argentinas, no tardaron
en ser ofrecidas a la difunta, promesas que -, según la tradición- nunca fueron
desoídas.
La
popularidad de esta alma milagrosa -como se le llama- no tardó en trasponer los
límites de San Juan: [f.2r] de muchas provincias remitíanle cajones de velas,
hacíanle decir misas y se hizo un cajoncito donde los viajeros como una
obligación dejábanle dinero para sufragar los gastos de velas, misas y
responsos: dinero que, muchas veces, algún necesitado retiraba dejando un
documento, para después pagarlo, con sus correspondientes intereses.
Hoy, la
humilde casuchita, está convertida en un mausoleo, que hízole construir un tal
Flavio Ceballos, harán unos 25 años. este hombre, traía para San Juan un
numeroso arreo de vacunos, una noche muy obscura, huyen todos los animales,
tomando distintas direcciones: imposible fué, tratar de juntarlos nuevamente,
en campos abiertos y llenos de montes. Ceballos, desesperado por su
contratiempo, viendo perdido todo su capital, acuérdase de la difunta Correa y
le hace una "manda o promesa", comprometiéndose hacerle construir un mausoleo
si encontraba sus [f.2v] animales. Cual no sería su sorpresa y alegrón al mismo
tiempo al encontrar al día siguiente todos sus animales reunidos sin faltar
ninguno.
La
hacienda fue llevada sin contratiempo á su destino. Fiel á su compromiso, aún
venciendo las dificultades que se presentaban para transportar de largas
distancias el agua y los demás materiales de construcción, el dicho Ceballos
hízole construir el mausoleo que aún se levanta como un eterno centinela
en el desierto." [sic] La construcción del F.C.Argentino del Norte, ha quitado
mucho tráfico al antiguo camino carretero, pero, en la estación Vallecito, hay
un cofre destinado a recibir las dádivas y una casucha donde arden
incesantemente las velas que los numerosos creyentes ofrecen al alma de la
difunta Correa.
Alberto
Farías [rubricado] Dir.Esc.Nac.Nº
161
Nota. Conozco el mausoleo: pero los datos relativos á su
construcción me son suministrados por mi sr. padre Antonio Farías, de 66 años
de edad, quien los obtuvo de un hombre llamado Domingo Vega, que dijo haber
sido soldado de San Martín, muerto ya hace muchos años."
© Margarita
E. Gentile 2009
Espéculo.
Revista de estudios literarios
. Universidad Complutense de Madrid
Audio de la nota:"Ruego de Vallecito - tema de la Difunta Correa" - Tonada
de: J.L.Aguado y J.L.Escudero
intérprete: Jorge Cafrune