RAMOS GENERALES
Texto
y Fotos: Ricardo Luis Acebal
Nació en Ingeniero
Jacobacci (Río Negro) el 25 de mayo de 1926 y dejó de hacer sombra sobre
Pachamama (en este caso Mapu) en su casa de la calle Alberdi el 30 de julio de
2020.

Elsa y Elias, 9 de noviembre de 2006
Claudia
,
bailarina y cantante, hija de Elsa y Elias:
"La casa está en la calle
Alberdi y, a partir del 2021 (aún no sé la fecha) estará disponible para que se
pueda visitar la biblioteca y espacio de trabajo de mi papá. Esto será a consecuencia
de una iniciativa de la Biblioteca Popular Rivadavia de Jacobacci. Elías
escribió hasta 2 semanas antes de su muerte, ya que proyectaba un nuevo libro.
Él falleció a los 94 años y mi mamá el 6 de agosto de 2017, a los 82 años. Si
bien los dos trabajaban en el comercio familiar, siempre estuvieron vinculados
a la actividad artística; mi mamá era una profunda cantora y amante de la
música y en su juventud, al igual que mi papá fue parte de grupos de
teatro comunitario.
Ambos promovían
actividades culturales en el pueblo: mi mamá desde la biblioteca del pueblo y
mi padre desde el Centro de Escritores".
ALMACÉN DE CAMPO SÍ, LIBROS TAMBIÉN
El padre de Elias, nacido
en El Líbano, llegó a este sitio que entonces se llamaba Huahuel Niyeo, en
1911. A su llegada puso un pequeño negocio en Casa de Piedra, a 20 km. de la
hoy Jacobacci y a orillas del arroyo
Maquinchao. Era el paso obligado hacia Quetrequile. Ahí sabían parar las
tropas.
Infancia y Juventud
Elias:
"Ahí
estuvieron mis padres hasta 1916, cuando llegó el ferrocarril. Cuando el riel
llegó se trasladaron para acá.
Era un pueblo de
inmigrantes. Jacobacci, cuando se fundó con
ese nombre por un decreto en 1916 cuando llegó el riel, tenía 320
habitantes: 120 argentinos, 81 árabes, 55 españoles, 50 chilenos... Así que la
inmigración mayoritaria era la árabe.
-¿Cómo se llamaba este
lugar antes de ser Jacobacci?
-Huahuel Niyeo. En 1926 se llamaba así y la estación ferroviaria Ingeniero Jacobacci. En ese año hubo un
decreto del gobierno nacional que unificó el nombre de la estación con el del
pueblo. Es decir se cambió el nombre del pueblo por el de la estación. Y fue
por un error, ya que decían que en la
línea ferroviaria había dos pueblos del mismo nombre: Nahuel Niyeo, al lado
de Valcheta y Huahuel Niyeo. Pero eran distintos los nombres y sus
significados.
Huahuel niyeo quiere decir
"lugar donde hubo una garganta". De animal. Por ahí algún tehuelche bautizó así
a este lugar. Y Nahuel Niyeo quiere decir "lugar del tigre" o del puma.
A la zona de Huahuel niyeo
Musters en sus memorias lo relata como "El balseadero". Era un paso obligado
del arroyo de piso muy firme y extendido. Entonces los carros pasaban sin
dificultades. La geografía era totalmente distinta. Hablaba de los grandes
bosques de molle donde está ahora la ciudad.
Y este mallín (mallín se le llama a un lugar
bajo, inundable, por donde pasa algún
arroyo) que tenemos aquí abajo, ese valle pelado, hasta los años 1938 a 40 el
pasto tenía una altura de más de medio metro.
-Queda claro que su papá y
usted se dedicaban a atender su almacén de ramos generales. Muy característico
en aquellos tiempos y estos lugares, un lugar donde se compraba de todo...

Testimonios del almacén de ramos generales de Chucair, en Huahuel Niyeo
-Sí, por ahí tengo un
relato en un libro que me lo publicaron en dos o tres lados acerca del viejo
almacén de ramos generales. Ahí yo describí el nuestro (todos los negocios de
este tipo eran casi iguales) porque era el que conocía bien en lo que respecta
a su movimiento. Pasaron troperos, carreros... Había una herrería en la cuadra de
al lado. Y había un baldío muy grande. Acá paraban el 90% de las tropas de
carros que venían a Jacobacci desde
Esquel. Paraban acá atrás. Así fue la primera visión mia al mundo externo: a
las tropas de carros. Me asomaba a un portón de alambre tejido que teníamos ahí
y miraba las tropas de carros cuando acampaban, jineteaban mulas ariscas... Era
todo un acontecimiento. Las tropas de carros dejaban las marcas en la calle
acá, los huellones
- Ver a esos paisanos...
¿qué era lo que a usted le llamaba más la atención?
-Y, los relatos, las cosas
que contaban. Se juntaban en un rincón del mostrador del negocio, que era un
lugar para tomar vino, caña...
Teníamos acá al lado al
dueño de la herrería, que cuando cerraba pasaba y decía "¡Vecino, me da un
remedio!" Bueno, era una copa de caña.
La tomaba de un trago y se iba a otro boliche y ahí se quedaba hasta las diez
de la noche. El dueño del boliche era compadre de él. Pasaba por los tres o
cuatro lugares que había. Existía una fonda donde paraban todos los polacos que
estaban construyendo el ramal de trocha angosta a Esquel.

Este era el ramal de trocha angosta que estaban construyendo "los polacos"
Todos los viernes a la
noche sabían venir. Mi cuñado tenía un auto de alquiler con el que iba y los
buscaba al campamento que tenían y venían acá. Había varios que eran músicos. Tocaban
clarinete, saxo, qué se yo cuántos instrumentos.
Así que el sábado a la
noche teníamos orquesta acá enfrente...
-Y todo el mundo a bailar...
-No, no se bailaba, se
escuchaba nomás.
Hubo un casamiento que
duró una semana en Jacobacci.
-¿Y quiénes se casaron esa
vez?
-Se casó un árabe de acá.
Eran cinco hermanos solterones y el más joven, que era muy buen mozo...
-Perdóneme, buen mozo como
todos los árabes...
- (Ríe) No... Hay de todo...
Se casó con una mujer de la nobleza, así que él adquirió al casarse con ella
también un título de príncipe, o algo así. Salió en los diarios de la época. Yo
tengo alguno de esos diarios...
-¿En qué año ocurrió ese
casamiento?
-En 1937. Y bueno,
nosotros fuimos invitados. Mi familia fue invitada al casamiento. Los novios se
casaron, hicieron una procesión desde la casa de ellos hasta el Hotel Argentino
con orquesta y ahí se sirvió un banquete. Esa misma noche viajaron hacia Buenos
Aires con el tren que partía a las tres de la mañana.

¿Habrá sido esta la locomotora que traccionó el tren que trasladó a los mieleros hacia Buenos Aires?
Y los hermanos ¡siguieron
una semana la fiesta! Con la banda esa de los polacos. Yo tenía doce años.
Cerrábamos el negocio y nos íbamos a continuar la fiesta. Los muchachos
hacíamos guerrillas tirándonos con peladillas, que usábamos como municiones.
Peladillas con almendras ¡un lujo era! A las dos de la mañana, por ahí, servían
una cena. Primero era todo aperitivos y picaditas y como a las dos de la mañana
el plato fuerte: lechones, pollos ¡y seguía la fiesta! Hasta las 3, las 4 o 5
de la mañana. Y al otro día lo mismo. Una semana así.
-¿Y cómo habrán hecho para
darle el final, cómo se las ingeniaron para decir bueno, se terminó la fiesta?
-Lo festejaron los cuatro
hermanos que quedaron, que quedaron todos solteros. Mucho tiempo después se
casó otro de ellos, muy mayor se casó.
Antonio se llamaba
Una vez lo fuimos a
visitar, después de muchos años, porque ellos se compraron una estancia en Cholila,
en un lugar que se llama "El murmullo". Un lugar precioso. La viuda que quedó
de este hombre, de Antonio, lo vendió a unos norteamericanos. No se sabe la
cifra exactamente pero ¡muchísima plata! Hace de esto unos diez o quince años
(1991 o 1996) Nataine se llamaban.
Entonces le decía que una
vez los fuimos a visitar con mi hermana. Fuimos a El Bolsón y a la vuelta
entramos a Cholila. Nos recibió con una carabina tirando tiros al aire. ¡Este
es a la memoria de tu mamá! ¡Este tiro a la memoria de tu papá! ¡Este es para
fulano! ¡Veinte tiros, no se cuántos, con una carabina demostrando la alegría
de ellos porque fuimos a visitarlos!

A mi amigo Elias, corazón estrellero del Sur. Maestro, forjador de la Patria. Ejemplario y poeta. Con toda mi fe entrerriana. Por siempre. Linares Cardozo 15/4/77
Don Linares en Jacobacci
-Ese retrato me lo hizo Linares Cardozo.
-Don Linares, un gran
entrerriano... Estuvo por aquí con usted...
-¡Toda una institución! Don Linares Cardozo, un personaje.
Estuvo una semana acá en Jacobacci, una vez que vino a visitarme.
Nos conocimos en el
Festival Nacional de las Llanuras, en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos
Aires. Hicimos una amistad tan linda que me dijo: el invierno que viene lo voy a
ir a visitar. Y vino acá. ¡Se agarró una gripe, pobre!
Hacía mucho frío. En uno
de mis libros escribí un poema que dice "volvé Linares Cardozo, pero que sea en
verano. Con los montes florecidos te quieren esperar mis campos"...
-Y acá seguramente don
Linares habrá cantado sus chamarras...
-¡Sí! ¡Y el anecdotario
que tenía! Riquísimo. Aprendí muchísimas cosas en esa semana que estuvo acerca
de la Mesopotamia, la zona de Entre Ríos...
-¿Conoce usted Entre Rios?
-De pasada. Estuve una
noche en Paraná. Hice dos o tres excursiones en invierno para el Norte. En una
de esas estuvimos en Brasil, Paraguay, Cataratas...
No es lo mismo Autor de Libros que Tenedor de Libros
-¿En qué momento de su
vida a usted le pareció que ya no tenía que contar las cosas con palabras
habladas y decidió escribir?
-Yo empecé a escribir a
los catorce años, cuando era pupilo en un colegio de los curas. Me motivó el
cura Entraigas.
-El padre Raúl Entraigas...
-El nos daba clases de
Castellano una vez por semana. Teníamos tres horas de estudio, todos los días
desde las seis de la tarde hasta la hora de la cena. Entonces una vez por
semana iba a los de sexto grado y nos daba alguna charla, algún trabajo libre
para escribir. En el colegio se imprimía un periódico. "Flores del campo" se
llamaba.
Bueno, el padre Entraigas
publicaba "poemas de circunstancia", dedicados, todos tipo campechanos firmados
con seudónimo. Teníamos un aparato en la galería del colegio que se llamaba "el
escolar". Era un mueble que estaba pegado a la pared, con un vidrio corredizo y
ahí ponían noticias, ponían cosas, algún trabajo destacado de alguno de los
alumnos y ponían las hojas del diario. Desarmaban el diario, que tenía 8
páginas y ponían todas las hojas del diario ahí. Yo copiaba los poemas que
escribía el cura Entraigas. Un día nos dio un trabajo libre y escribió un poema
a la madre. Yo había perdido a mi madre cuando tenía 10 años, no había
disfrutado de mi mamá.
Cuando ocurrió eso me puse
muy malo, me rebelé, no se qué me pasó. Hice tres veces el tercer grado. Mi
viejo se agarró una calentura tal que fue y me inscribió como pupilo en el
colegio salesiano, donde iban algunos chicos de acá.
Sufrí mucho. El primer año
casi me mandan a la casa porque estaba rebelde. El segundo anduve más o menos
bien, el tercero mejor y en el cuarto, que fue el último que fui, fui el mejor
alumno del colegio. Y salí con la
vocación de escribir.
Entonces mi padre quería
que fuera "tenedor de libros" y ¡me rebelé! Dije no. Para ser tenedor de libros
ni hace falta estudiar y no quería seguir pupilo. ¡Qué pupilo ni pupilo! Ya
tenía quince años y llevaba cuatro de pupilo. Y para ser tenedor de libros
tenía que seguir tres años más. Entonces me rebelé y me metí atrás del
mostrador con horario y todo, como si fuera un extraño.
Se me dio por estudiar
guitarra. Ahí sí que estalló la bronca, porque en esa época andar con la
guitarra era sinónimo de vago. Para aprender la guitarra había que trasnochar.
Hoy la guitarra se ha jerarquizado. Hay academias, hay profesores... Antes tenía
que aprender uno de los vagos de la noche. Así que todos los días volvía a mi
casa a dormir a las 3, 4 de la mañana y tenía pelotera con mi viejo. Al último
le regalé la guitarra a un vecino que vive en esta misma casa, un amigo de la
edad mia.
Se la regalé. Y de
contrabando venía por ahí. Quería aprender a tocar la guitarra. Alguna cosita
aprendí, pero nunca más practiqué guitarra y me dediqué a escribir desde muy
joven.
El político
Estuve muchos años en Política.
Desde los 20 años hasta 1975.
-¿En qué partido político estaba?
-En el de Frondizi. Cuando
fui intendente no fui electo. Me vinieron a ver porque se había producido en el
pueblo una división muy profunda de los radicales con los peronistas y otros
sectores. Los radicales, cuando cayó Illia en 1966 no se fueron. Siguieron, no
se dieron por enterados del golpe militar que derrocó a Illia y los militares
los dejaron. Como era un pueblo chico, que se yo... Pero ¡anduvo tan mal todo
eso! que se ahondaron las diferencias y entonces pensaron que yo podía ser la
persona que podía zanjar esos diferendos.
-Era el único político con
sentido común...
-Posiblemente. Y tuve
apoyo de la gente. Incluso de muchos que estaban en la municipalidad. Armé una
comisión asesora de vecinos, que trabajaban ad honorem, por supuesto. Nos
reuníamos una vez por semana, les comentaba los trámites que estaba haciendo en
Viedma, lo que conseguíamos... Conseguimos muchas cosas para Jacobacci. Además
que yo hice un planteo: administrar 19 sueldos ahí no iba. Por lo menos exigía un plan de 5 o 6 obras importantes
para Jacobacci, que las conseguí.
Un edificio para el
colegio secundario, el gimnasio municipal, una guardería, el ensanche de la
calle Cortiso ahí donde están los dos pasos a nivel. Esa era una calle
angostita, donde ocurrían accidentes. Porque el ferrocarril en aquella época
era muy activo, salían trenes a toda hora. Conseguí 10 metros de terreno que
eran del ferrocarril y ensanchamos las calles, medio las acomodamos. Porque
tenía una curva peligrosa, que venía de Bariloche. Hice el estudio del
asfaltado de las calles con una empresa seria. Después el gobierno que me
sucedió tuvo un conflicto ahí con los de la empresa, les rescindió el contrato,
la municipalidad perdió el juicio y a los cinco o seis años tuvo que pagar no
se cuántos pesos.
Conseguimos que se hiciera
la escuela hogar, la escuela 134... Un montón de obras hice como intendente.
Bueno, después me alejé de
la política porque mi padre ya era muy mayor. Mi padre murió a los 98 años. Era
único hijo.
Tenía dos alternativas:
seguir en política o bajar la persiana. Me costó trabajo dejar la política.
Tenía vocación de servicio, me gustaba la política, fui dos períodos
consecutivos legislador provincial, primero y segundo. Después fui intendente
de Jacobacci tres años, estuve a cargo del museo como veinte años, ad honorem
por supuesto, mientras Casamiquela
andaba investigando, viajando al exterior... El museo lo armamos nosotros, con Rodolfo Casamiquela, con su tío...

En el Museo Rivadavia se miran serios y con cara de pocos amigos el lonco Namuncurá y el zorro Julio Argentino Roca
Aposté al trabajo. Y me
dije: las horas libres que me queden me voy a dedicar a escribir. Y durante los
4 o 5 años que siguieron a cuando dejé la política, todos los domingos a la
mañana visitaba a un viejo. Si viera las cosas que he escuchado, que he
aprendido... Porque de la persona más insignificante que uno cree que existe uno
recoge cosas. Porque fue testigo de algo, o porque le contaron, vio, fue
protagonista.
Iba el sábado y le decía:
¿mañana puedo venir a charlar un rato con usted a la mañana? Y siempre la
respuesta, dada con alegría era ¡Venga, lo vamos a esperar! Siempre felizmente
tuve el afecto de la gente.
A todos los viejos que
quedaban acá en la zona, por los alrededores, a todos los iba a ver. En las
chacras, en el campo... Todo eso me sirvió después para poder narrar, contar con
propiedad muchas cosas.
TÍTULOS PUBLICADOS
La lista no es completa.
Lo que aquí se muestra es la contratapa de uno de sus libros, primera edición
1985 titulado "El Maruchito".

Maruchito en 2006
-¿Cuántos libros
publicados tiene?
-Más de veinte, creo que
veintitrés. Algunos con cuarta y quinta edición tengo. De "Partidas sin
regreso" ya estoy por la quinta edición y de "La inglesa bandolera" tengo
cuatro ediciones.
-Estas historias han
despertado interés entre gente que hace Cine.
-Sí. Sobre "Partidas sin
regreso" habíamos hecho contactos con Nicolás
Sarquis. Presentó una carpeta al Instituto Nacional de Cinematografía
cuando lo presidía Julio Márbiz.
Pero falleció Sarquis y quedó trunco el proyecto.
-Usted considera que hay
mucha gente interesada en conocer estas historias de la Patagonia ¿verdad?
-Yo tengo un distribuidor
que vende mis libros increíblemente. Estuvo en una feria que se hizo hace un
mes en Mar del Plata que duró doce días. Llevó 50 ejemplares de cada libro mio
y los vendió todos.
Gotán, Lunfa y después...
-Soy bien tanguero.
Escribo en lunfardo,
aunque le parezca raro. Un patagónico lunfardista. Sí, me atrapa. Tengo 60
poemas lunfardos. Algún día los voy a publicar.
Le voy a memorizar un
poema que le escribí a una de las chicas que va al grupo con el que me reúno
los viernes. Tiene el cabello blanco desde muy joven. Y le decimos Mora. Un día
en que cumplía años me dice mi mujer ¿no le vamos a llevar nada a Sarita? Le
contesté: mirá le voy a escribir un verso. Me senté a la máquina y me salió:
Deschavate Mora de canas
prematuras
¿qué receta tenés pa` mantenerte linda?
Como crack del fútbol
gambeteás los años
y conservás de antaño
aquella regia pinta.
Hasta te das el lujo de
versear palabras
emulando a aquella eterna
Alfonsina.
Que el mar esté ausente no
importa un comino
tenés la meseta pa` tirarle rima.
¿Cumples años? Ni pregunto
cuántos.
¿Para qué? si has logrado
detener al tiempo.
Prestale el secreto a este
choma rana
pa` guardar en el cuore
algo de pendejo.
Hoy levanto la copa de mi
verso rante
bajo el techo de esta
gringa piola.
Seguí campaneando el paso
e` los años
con indiferencia y sin
darle bola.

"Prestale el secreto a este choma rana/ pa` guardar en el cuore algo de pendejo".
-¿Y porqué tanta afición
por el lunfardo?
-No se porqué. Haciendo la
colimba gané una noche un concurso de milonga. Tenía una barra de milicos atrás
que si no ganaba yo...
Bailé con borceguíes. Como
diez milongas porque iban descartando tipos. No daba más con las patas ¡con
borceguíes! Salí a la vereda, me senté y me saqué los borcegos.
El lugar se llamaba "Casa
blanca". Entré por jorobar a bailar. Y bueno, me quedé, gané y después tenía
barra y ya no me podía ir. (Risas)

La estepa rionegrina en 2006.
Teatro sureño
Armamos aquí un conjunto
filodramático en 1944 y hasta mil novecientos noventa y algo estuvimos dando
obras de Teatro.
Llevábamos las obras a los
pueblos vecinos. Hasta Bariloche llevamos una obra.
Una obra que aquí la dimos
cinco veces a salón lleno: "Dos señores atorrantes", cómica. Yo hacía a uno de
los curas, porque hay dos tipos que simulan ser curas...
-Dos históricos
intérpretes de esa obra fueron Tincho Zabala y Marianito Bauzá...
-Después hicimos "Los
mirasoles", en la que yo hacía de político.
-Se estaba anticipando a
lo que iba a hacer en la vida real...
-Había una viejita de acá
que murió hace seis o siete meses, que cada vez que me encontraba me decía "¡El
palamento nacional!" porque yo jodía con
el parlamento nacional, como político del interior que quería reivindicar el
derecho de las provincias.
¡Cinco veces dimos esa
obra aquí en Jacobacci! La llevamos también a Los Menucos y otros lugares.
En Los Menucos tienen un
club social que no tiene salida al escenario. La salida al escenario es
directamente el salón. Nos fuimos temprano desde acá. Armamos todos los
telones... En esa época las cosas se hacían como se deben hacer. Ahora el "teatro
moderno" a mi no me llega. No transmite nada.

Ahora el "teatro moderno" a mi no me llega. No transmite nada.
-En ese tiempo tenía todas
las tramoyas y demás elementos...
-Pasábamos de una sala
pobre a una sala rica. Sacábamos los foquitos y poníamos una araña... Cambiaba la
escena. Poníamos dos sillones, una alfombra y todo cambiaba...

Testimonios en el Museo Rivadavia
Una vez hicimos aquí en
Jacobacci "Medianoche en la ribera" y anduvimos pegando afiches toda la noche.
Nevaba... Me acuerdo que tenía un sobretodo negro, no tenía panza por supuesto y
tenía una porra que todos me envidiaban... La cosa es que salimos a pegar afiches
y esa noche le roban las gallinas a un viejo que había quedado solo porque la
familia se había ido a Buenos Aires. Cortaban la luz a la una de la mañana los
días de semana y los sábados la dejaban hasta las cuatro o cinco de la
mañana. La policía se había topado con
nosotros no se cuántas veces, porque andábamos a pie pegando carteles. Al otro
día, sábado, nos citaron a la comisaría. Que teníamos que ir a declarar y en el
grupo estaba el hijo del Juez de Paz. Éramos cinco o seis. Me acuerdo que a las
dos de la mañana uno volvía de una timba, un primo mio, que hacía chorizos en invierno.
Nos dijo ¿no quieren comer chorizos? Y allá fuimos a comer chorizos y huevos
fritos.
La cosa es que tuvimos que
explicarle al comisario que nosotros éramos los que íbamos a representar una
obra de teatro. No se qué pasó, parece que era un comisario nuevo...
Después vino un oficial y
nos echó, pero la cosa es que estuvimos demorados en la comisaría como dos
horas el sábado a la tarde y nosotros teníamos que preparar el escenario... Casi
nos fracasa la obra por estar en cana... (Risas)
-¿Alguna vez vino algún
circo que hiciera la representación puramente cirquera y terminara con una obra
de Teatro?
-El primer circo llegó en
1937. Al final de los números circenses daban una obra de Teatro. Daban obras
de Vacarezza, de Belisario Roldán, como "El puñal de los troveros", "Dios te
salve m`hijo", "Ilusiones del viejo y de la vieja"... Esta última la hicimos
nosotros también acá. Dimos muchas obras. En invierno dábamos tres obras
distintas. "Los caballeros del altillo", "La rebelión de los pobres", "¡Qué
parientes, mama mía!", "Que siga el casamiento"... Esta última la dimos cuatro
veces. ¡Lindísima!
Y nos íbamos a Maquinchao
y a Los Menucos. Ahora hay una señora mayor en Menucos, Abraham de apellido,
tiene 70 y pico de años, que ha hecho dos o tres obras de Teatro estos últimos
años, de esas que dábamos nosotros y me manda los programas invitándome para
que vaya, porque nunca se olvidan de cuando íbamos nosotros.

El Maruchito en plena estepa rionegrina. Año 2006.

Elías y un dato "de cierre": Hay un libro de un tal Ibrahim Hallar (quiere decir piedra) que se llama "El gaucho y su originalidad arábiga".