ACERCA DE LOS REYES MAGOS
Esta historia comienza con
una referencia que hace San Mateo al comienzo del cap.2 de su Evangelio donde
relata: "Unos magos que venían de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo
¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en
Oriente y hemos venido a adorarle".
Mateo no dice que sean
reyes, ni cuántos eran, ni sus nombres, y es muy vaga su procedencia. La
tradición oral recogida por los evangelios apócrifos determinó que eran tres y
consignaron sus supuestos nombres que aparecen por primera vez en la
iconografía cristiana en un mosaico de San Apolinario en Ravena, en el siglo
VI.
La caracterización racial
tardará mucho más: en el siglo XV se asignará a estos personajes la
representación de las regiones del mundo según los criterios de la época y
Baltasar representará al África negra, Gaspar al mundo ario y Melchor a Europa.
Y por eso, según algunas tradiciones orientales, habrían llegado en un
elefante, un camello y un caballo.
Como sea estos personajes
están asociados al poder y al conocimiento, y con el correr de los siglos se
fue extendiendo su popularidad y se fueron creando diversas formas de
recordación y culto y la costumbre de entregar regalos a los niños.
¡Cuántos zapatitos en una
ventana o un patio fueron el cofre de nuestras esperanzas infantiles! Pero esa
expectativa tenía su costo ético y moral: no decir malas palabras, obedecer, no
pelearse, según los códigos familiares y escolares.
Esos míticos personajes
eran la suma del poder y el conocimiento, capaces de interpretar nuestros
deseos y necesidades.
Por eso siempre me llamó
la atención la representación que realizó Molina Campos de ese mito, pues los
tres poderosos son tres humildes personajes: un gaucho viejo y pobre, un
barrendero posiblemente inmigrante
italiano, y un negro de posibles ascendientes esclavos. Podríamos decir tres
marginales. Por lo que conozco no podemos asignar al autor posturas populistas,
pero con toda certeza puedo afirmar que fue un real intérprete del pueblo
argentino, sus dolores y esperanzas. Bien podría adjudicársele el principio que
reza "sólo el pueblo salvará al pueblo".
No desprecio la
representación de San Apolinario , en la que los "reyes" no llevan corona sino
gorro frigio, adoptado posteriormente como símbolo de libertad, pero me quedo
con la imagen de Florencio, que para nosotros, los del campo nacional y
popular, tiene una enorme fuerza simbólica.
Alberto
Sorzio
En vísperas de la Navidad de 2018