Eleodoro Marenco "Jugando al pato"
por la Licenciada MARGARITA E. GENTILE
Tomado de "El área pampeana" Su abordaje a partir de estudios interdisciplinarios editado por el Centro de Estudios en Ciencias Sociales y Naturales de Chivilcoy ISBN 978-987-05-6183-5 Año 2009.
LOS BANDOS DE BUEN
GOBIERNO Y EL JUEGO DE EL PATO.
Margarita
E. Gentile
CONICET
- FCNyM, UNLP
margagentile@yahoo.com.ar
Introducción
A partir de 1846, los
estudios de Folklore basaron sus análisis y
comparaciones en la
entrevista y recopilación de bibliografía originada
en tradiciones antiguas;
pero desde fines del siglo XIX, se fueron
incorporando como
fuentes las crónicas de época, relatos de viajeros,
documentos judiciales y
administrativos, cartas personales y otros textos redactados, en principio, con
finalidades diversas de las de servir a investigaciones del folklore regional.
Como complemento a lo
que se sabe acerca de la costumbre de jugar
al Pato en el ámbito del
virreinato de Buenos Aires1, en lo que sigue nos referiremos a noticias
extraídas de "bandos de buen gobierno"
pregonados en las
ciudades de Santiago del Estero y San Miguel2 entre 1790 y 1798, en los que se
prohibía jugar al Pato en circunstancias que aportan datos nuevos para la
historia de este juego.
El asunto interesa,
además, porque en otras ciudades del virreinato se
promulgaron bandos con
la misma finalidad y la misma falta de éxito.
Asimismo, tenemos a
fines del siglo XVIII que este juego era popular en territorios norteños y
tenía variantes que, parece, no tuvo en el sur.
Si bien hubo varias
clases de bandos, los llamados "de buen gobierno"
eran las leyes
municipales leídas de viva voz por el pregonero al público convocado a toque de
tambor en las esquinas del mercado, iglesia principal y cabildo de las ciudades
para que todos se enteraran de lo que ordenaban las autoridades locales; el
trámite lo completaba un escribano y testigos que daban fe que el pregonero
había leído dicho bando en tales y cuales lugares, y en determinadas fechas.
Los bandos eran respuestas inmediatas a problemas locales; por eso, permiten
hoy día conocer más sobre temas domésticos, cotidianos.
En otro orden, el del
Derecho, parece que el envío de la información
requerida por la Corte a las autoridades
locales americanas no era
fluido, continuo, y así
pocos de los bandos de buen gobierno habrían
llegado a España. Ante
la imposibilidad material de controlar todos los
rincones de sus
dominios, la corona española aprobó la auto-gestión
local o provincial y su
consiguiente producción legislativa porque los
reinos, provincias y
ciudades disponían de poderes jurisdiccionales y
normativos que no podían
ser desconocidos mientras mantuviesen el
reconocimiento y
fidelidad a la autoridad política y suprema encarnada
por el rey (Tau 2004:
26).
El tema.
La noticia más antigua que
conocemos, hasta ahora, acerca de este
juego en la región
pampeana data de 1610; el relato contiene -en forma reducida- todos los
elementos que luego vamos a encontrar en el juego de El Pato en los siglos
siguientes, aunque en ese momento dicho juego no estaba mal visto, para
expresarlo de alguna manera; no obstante, los únicos que "corrieron algunos
patos" en aquella oportunidad fueron quienes un rato antes habían jugado en
el rol de indios, de donde se puede suponer que, aunque era un juego, a principios
del siglo XVII el mismo no era propio de españoles; el autor tampoco dijo si
quienes jugaban en cada uno de los roles, lo era exactamente (el indio o
mestizo, como indio, y el español como español), o no.
La descripción
corresponde a las fiestas realizadas en Buenos Aires en ocasión de la
canonización de Ignacio de Loyola, y decía así:
"... jugaron cañas
sesenta de a caballo, la mitad vestidos de libreas
a lo español, y la otra
mitad, desnudos y pintados como los indios,
solo cubiertos lo que
pedia la honestidad y modestia, y con jugar
assi, y en caballos sin
sillas jugaron con tanta destreza mas de dos
oras, sin que cayesse
alguno o sucediesse algun desman
acabando con una
escaramuza muy de ber, y luego vinieron todos
delante de nuestra
iglesia, y los que jugaron como indios corrieron
algunos patos, que a
todos causo admiracion verlos assi a ellos
como a los caballos que
parecian incansables corriendo corriendo
con tanta incomodidad.
" (Torres,
[1610] 1923: 55).
Desde 1939, en la República Argentina,
El Pato es un deporte con
reglas y cancha
específicas; la historia de su origen, difusión y formas
de jugarlo es incierta
pero todas las versiones coinciden en era
practicado solamente por
hombres y que se lo jugaba a caballo.
Parece también que el
nombre se debía al pato vivo metido en una
bolsa de cuero de la que
sólo le sobresalía el pescuezo; a dicha bolsa
estaban cosidas unas
cuatro a seis cuerdas de tiento trenzado que era
por donde se trataba de
sujetarla (Coluccio 1981 inter alia).
A diferencia de los treinta
jinetes de 1610 que jugaron frente a la iglesia de San Ignacio en Buenos Aires,
en el siglo XIX el juego consistía en la reunión de dos o más grupos de
innumerables jinetes que acordaban un punto de encuentro que, en el caso de la
pampa argentina era una pulpería3 en el área rural; el juego se iniciaba con un
jinete de cada bando sosteniendo una de las manijas de la pelota de cuero
tironeándola hacia sí hasta que el contrario soltaba y entonces el que había
conseguido retener el pato partía a la carrera rumbo a la casa en cuyo patio
-según se había convenido de antemano- se lo debía arrojar.
Este lugar era uno de
los extremos de la cancha y estaba situado a, por lo menos, media legua4 de la
pulpería; el jinete que conseguía llegar hasta allí sin que ninguno de los
otros, que eran muchos, se lo impidiera, ganaba prestigio para su caballo, para
sí y para su equipo.
Si bien se suele aceptar
que El Pato es una síntesis de cinchada, doma y carrera cuadrera5, en realidad
era - hasta su oficialización como juego ecuestre pautado- una especie de
batalla campal en la que todo valía; duraba el día entero y tras la jornada
quedaba en el campo un tendal de muertos, heridos y luxados, tanto hombres como
caballos, además de pilchas6 y aperos7; era tal la rudeza desplegada durante el
mismo que cuando se veían rastros de violencia en los ranchos y pulperías se
decía
"¡por aquí ha pasado
el pato!" (Coluccio, 1981: 352).
Vuelven a ser notorias
las diferencias con aquel juego de 1610, donde apesar de correr durante más de dos
horas en caballos sin sillas, sin
embargo ninguno se cayó
y todo transcurrió sin que "sucediesse algun
desman
", es decir,
sin que pelearan entre sí los participantes.
Por ese despliegue de
brusquedad y descortesía el juego fue
reiteradamente prohibido
por las autoridades municipales, gobernadores y obispos, aunque sin éxito
porque era práctica habitual de los soldados de la caballería ligera, arrieros
y peones de las áreas rurales. En nuestra opinión, se trataba de una forma de
entrenamiento para el tipo de guerra de la época, en la que los jinetes eran
parte importante.
No obstante, Martiniano
Leguizamón decía a principios del siglo XX que El Pato derivaba de las cacerías
del ñandú (Rhea) y guanaco (Lama guanicoe) con boleadoras8
cuyo protagonista era el caballo capaz de eludir las fintas de estos animales
por la pampa; Carlos Moncaut lo siguió en esta afirmación en su trabajo
publicado en 1999.
En 1943, el historiador
José Torre Revello, sin dejar de reconocer el
arraigo que el "juego
del pato" tenía en la campaña argentina decía, sin embargo que su "verdadero
origen se ignora". En tanto que Pedro
Grenón afirmaba, unos
años después, en 1956, que "El pato es un
deporte ecuestre
genuinamente argentino. Todo induce a creer que
nació en nuestra patria
y que no llegó a extenderse a otros países
.". Sin embargo, hay por
lo menos un dibujo de un viajero decimonónico que muestra a dos jinetes
tironeando un gallo u otro animal durante la fiesta de San Juan, en Colombia
(Jurado Jurado, 2004: 75).
Tanto Mariano Pelliza
como Enrique Hudson y Benito Mallol
describieron el juego,
seguramente a partir de relatos de participantes ya que, tras los tironeos
iniciales, una vez que los jinetes se echaban a la carrera debe de haber sido
más que difícil discernir desde afuera qué sucedía dentro de la polvareda
levantada a su paso.
Como dijimos antes, y
hasta donde sabemos, todos los autores que se
refirieron al tema
dieron por sentado que El Pato era un juego, o
deporte, o
entretenimiento, propio de jinetes. En la bibliografía se citaron algunos
bandos que lo prohibían, pero no todos. Veamos, entonces, algunos inéditos
hasta hace poco que contienen datos que
complementan y amplían
lo que se sabía acerca de quienes practicaban el juego de El Pato.
Nuevos datos sobre un
antiguo tema.
En 1790, mediante un
bando los alcaldes ordinarios de primer y
segundo voto de la
ciudad de Santiago del Estero, Juan Joseph de
Erquicia y Nicolás de
Villacorta y Ocaña mandaron pregonar que
"... totalmente
privamos [sic pro: prohibimos], así en esta ciudad
como en su jurisdicción,
el juego de pato de a pie y de a caballo,
[por] las desgracias
que se han experimentado, bajo de la [pena]
que se les impone a los
contraventores de doce pesos apl
[icados]
en la forma ordinaria y,
en su defecto, cincuenta
[azotes]." (Tau
2004: 393).
El texto aporta un matiz
a lo que se sabía hasta ahora: que se podía
jugar de a pie, lo que
ampliaba la convocatoria al juego porque quienes no tuviesen caballo también
podían participar. Pero -suponemos- que jinetes y peatones lo harían en
distintos momentos.
Dos años más tarde, otro
bando dado en la ciudad de San Miguel -en
términos muy similares a
los que se dieron, repetidas veces en la villa
de Luján-9, reiteraba la
orden de los alcaldes ordinarios de primer y
segundo voto, José Antonio
Álvarez de Condarco y Pedro Antonio
Aráoz:
"... Mandamos contra
los que jugaren el pato o en parte concurran
a ello se procederá por
todo rigor de Derecho porque enteramente
lo prohibimos, y serán
juzgados como reos de crimen riguroso.
"
(Tau 2004: 408).
Si bien con este bando
se explicitaba el radio de acción de las
autoridades abarcando a
los jugadores y a quienes favorecían la
realización del juego,
es decir, los dueños de las pulperías, tras no haber obtenido los resultados
esperados, otro bando dado también en San Miguel en 1798 y firmado por uno de
los alcaldes anteriores y ahora reelegido, insistía:
"... Ítem, que en
ningún caso se juegue al pato a caballo, so pena
de que se procederá
contra el causante y los cómplices por todo
rigor de Derecho
.".
En este bando se precisó
más el contexto, para no dejar lugar a dudas
que generaran
discusiones al momento de aplicarlo: "el causante" era el organizador
del juego y "los cómplices" los mismos jugadores; pero, un poco más
adelante, en el mismo texto, se agregaba:
"... Ítem, que lo
prevenido en el artículo 28 [sic pro: 20] se
entenderá con las
mujeres, a quienes se les prohíbe enteramente
ejercitarse en dicho
juego de pato a pie, como acostumbran, por
las respectivas
desgracias y muertes que han padecido sofocadas
de dicho juego.
" (Tau 2004:
442 y 444).
Es decir, en las áreas
rurales de Santiago del Estero y San Miguel las
mujeres también jugaban
al Pato, pero de a pie; además, ésta variante
no era una
exclusivamente femenina. Veamos esto con un poco más de detalle.
El texto citado decía
que la prohibición era respecto de "ejercitarse en
dicho juego de pato a
pie
", lo que deja suponer que podría tratarse de
una instancia previa
(adquirir destreza) para luego jugar a caballo; y lo
que el bando pretendía
prever eran "las respectivas desgracias y
muertes que han padecido
sofocadas de dicho juego.
", es decir, cuando luego de entrenarse, jugaban
como jinetes. Y, por lo que decía el bando tucumano, entrenaban y jugaban con
extremo entusiasmo. No contamos, hasta ahora, con esta clase de noticias para
otras villas y ciudades del antiguo virreinato.
De a pie, el juego del
Pato requeriría un espacio menor para su
despliegue, sólo el
terreno pelado frente a la pulpería; los puntos de
referencia hacia donde
tendrían que correr las jugadoras estarían más
cerca que media legua;
sin embargo, la rudeza del juego no era mucho menor ya que era posible morir
sofocada durante el mismo, sin contar los golpes dados y recibidos, ya que el
contacto no estaría mediado por la montura.
Busqué, sin éxito,
ilustraciones. Algunos colegas sureros10 me dijeron
que ellos no conocían
-si bien no descartaron que hubiese- dibujos,
acuarelas o grabados de
viajeros del siglo XVIII mostrando mujeres
jugando al Pato; pero
parece que tampoco las hubo, para esa época,
que ilustren el juego
practicado entre hombres, ni de a pie ni de a
caballo.
Esto no es extraño si se
piensa que por jugarse en campo abierto y
evolucionar los
jugadores de manera impredecible, la ubicación del
dibujante resultaba
azarosa y por demás riesgosa. El cuadro de Della
Valle (c.1893)11, por
ejemplo, muestra al grupo de jugadores posando
para el pintor, actitud
estática a la que el artista trató de comunicar
dinamismo colocando
algunos elementos plásticos en diagonal. Por su
parte, el dibujo de
Rapela (1978) muestra a los jugadores en plena
carrera y tironeos,
antes de soltar el pato e iniciar realmente el juego, en un momento de la
evolución ecuestre que era también propia de una carrera cuadrera, o del
pialador12 durante la yerra13. Pero una témpera de Molina Campos (c.1940)
muestra la disputa por el pato ya en pleno juego.
Estas representaciones,
más que documentos gráficos que ilustran el
juego con precisión son
más bien alegorías porque fueron realizadas en momentos en que el juego mismo
iba perdiendo -hasta que perdió- su carácter de batalla campal, porque también
la guerra iba adquiriendo otras formas y comenzaban a usarse otras armas.
Reiteramos nuestra
opinión de que, en general, jugar al Pato fue una
manera de entrenamiento
para el ataque y la defensa; y con relación a
la noticia acerca de la
participación de mujeres en dicho juego, tomando en cuenta los sucesos del
siglo XIX vemos que los mismos (guerras de la Independencia,
luchas entre los caudillos provinciales) encontraron a las mujeres dispuestas a
defender sus hogares de los malones14 y a sobrevivir como cautivas en las
tolderías.
Por otra parte, si bien
nadie las dibujó ni pintó jugando en ese
momento, el pintor
anónimo que reunió en el siglo XVIII documentación gráfica para la Colección Crombie
(Londres), escribió al pie de una acuarela que representaba a una mujer de
Tucumán: "El [traje] de vna Mulata Camilucha. diestras a
Cavallo como en la Fabrica
de Ponchos y otros tejidos.". Años después, Pancho Fierro representaba en
plena acción a "Juanita Breña capeando un toro en Acho (1821)"15, y
luego Juan Mauricio Rugendas (c.1840) pintó una jarana16 en el paseo de
Amancaes entre cuyos participantes se encontraba una mulata montando
diestramente una mula.
Pero esta forma de
montar a caballo las mujeres no tenía que ver
solamente con
diversiones; una de las acuarelas mandadas pintar por el obispo de Trujillo,
alrededor de 1790, muestra a una familia de indios de los valles de la costa
norte peruana trasladándose a caballo y allí se ve que la mujer monta como
cualquiera de las jinetes que venimos de ver.
Es decir, hubo en
Tucumán y en otros sitios del virreinato algunas
mujeres que eran buenas
jinetes, pero también hubo una línea tenue y
difusa entre el ámbito
de lo social y lo ecuestre que les permitió a la
mulata camilucha, a
Juanita Breña y a tantas otras mujeres anónimas de esa época lucir sus
habilidades tanto como prepararse para defender lo propio en los años de la Independencia de
nuestras naciones; y ensayar jugar al Pato de a pie fue un buen ejercicio para
ese fin.
Comentarios finales
.
Es importante para los
estudios de Folklore dejar abierta la posibilidad
de incorporar nuevos
conocimientos a asuntos aparentemente cerrados con la finalidad de establecer,
o restablecer, la antigüedad de los datos usados, y su dispersión, pero también
de contextuarlos, trazar su genealogía, y finalmente precisar tradiciones,
continuidades y cambios.
Si bien la línea entre
el objeto de estudio y la metodología del Folklore y de la Etnología se pierde por
tramos, -y es aún motivo de discusiones que exceden el propósito de este
artículo-, no obstante conviene anotar que, en nuestra opinión, la dinámica
propia del hecho folklórico convierte rápidamente en retrospectiva cualquier
formulación teórica, de ahí la atención que demanda la posibilidad señalada.
Los textos que venimos
de ver muestran cómo los bandos, que son
documentos que sirven
sin duda a la Historia
del Derecho, también
pueden leerse desde el
Folklore porque hubo varios tipos de bandos, y
los llamados "de buen
gobierno" eran documentos que nos permiten hoy apreciar de cerca los temas
cotidianos propios de cada una de las
ciudades donde se
suscribieron, temas entre los que se encuentran
muchos de los objetos de
estudio del Folklore.
En el área andina
argentina vimos que la publicidad de este tipo
particular de acto de
gobierno se realizaba según la costumbre hispana.
Los bandos que vimos
aquí prohibían jugar al Pato; fueron pregonados,
entre 1790 y 1798, en
las ciudades de Santiago del Estero y San Miguel, ambas de la intendencia de
Salta. Pero este juego continuó, a pesar de la amenaza -en el año 1800-de
excomunión a los jugadores y
prohibición de entierro
en sagrado a quienes murieran jugando a El
Pato. Pero tanto la
afición, como la necesidad de entrenarse frente a
peligros concretos eran
tales que ni siquiera el gobernador Juan Manuel de Rosas, a mediados del siglo
XIX, consiguió erradicar la costumbre de practicar este juego.
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tomo XIX. Buenos Aires.
Algunos sitios en la red global:
http://www.fedpato.com.ar
http://www.pasionxelpato.com.ar
http://www.lasherasweb.com.ar
http://www.relinchando.com
Agradecimientos.
A Roberto Fantoni,
Florencia Galesio, María Luisa Gamallo, Pedro
Gomiz y Alberto E.
Sorzio.
Al Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas.
República Argentina.
Instituto Universitario
Nacional del Arte, Buenos Aires.
Fondo Nacional de las
Artes, República Argentina.
Museo Nacional de Bellas
Artes, Buenos Aires, República Argentina.
Notas
1
La titulación
de la Real Ordenanza
de Intendentes (1782) dice "Virreinato de
Buenos Aires
", aunque la
denominación de éste fuera, además, la de "Virreinato del Río de la Plata", o "Virreinato
de las Provincias del Río de la
Plata" (San Martino deDromi, n/d (¿1990?): 13).
2
También
llamada San Miguel de Tucumán.
3
"Pulpería.
Despacho de comestibles y bebidas en la campaña, más importante que el boliche.
En los tiempos antiguos las pulperías tenían en su interior rejas de hierro o
de madera que separaban al público de la parte donde se hallan las mercaderías
y despachaba el pulpero. La pulpería es almacén, tienda, taberna y casa de
juego.
Sitio de cita del
paisanaje. En ella se juega a los naipes, a las bochas, a la taba y, en los
días de fiesta, se corre la sortija, etc… Pulpería, según algunos autores,
deriva de Pulquería, pues en lengua pampa llámase Pulcú, Pulcuy o Polcú al
aguardiente, principal bebida que se expendía en estos negocios, dando origen a
su nombre. En Méjico los nativos llaman aún hoy pulque a la chicha, y Pulquería
a la Pulpería."
(Saubidet,
1975: 313).
4
Unos 2500 a 3000 metros.
5
"Carreras
cuadreras. Antiguamente las carreras se corrían por cuadras, no por
metros, como hoy. De ahí
el origen de la expresión. La carrera de resistencia era
generalmente de cuarenta
cuadras
." (Saubidet, 1975: 80).
6
"Pilcha.
Prenda modesta de vestir, pieza del recado. Pilcha dominguera: la que e
usa en los días de
fiesta para lucirla
." (Saubidet, 1975: 296).
7
"Apero.
Recado de montar del gaucho." (Saubidet, 1975: 20).
8
"Boleadoras.
... Consiste en sogas o ramales que llevan en su extremo unas bolas que se
lanzan a distancia con fuerza, sobre los animales, para derribarlos. Pueden ser
de dos o tres bolas. ..." (Saubidet, 1975: 47). Se trata de los ayllu o
aillos delámbito andino: "Ayllu. cierto instrumento para trauar los
pies en la guerra, y para cazar fieras, aues, &c." (Anónimo, [1586]
1951: 18).
9
Actualmente
una ciudad en la Provincia
de Buenos Aires.
10
"Surero.
Natural de los partidos del sur de la provincia de Buenos Aires."
(Saubidet, 1975: 373).
11
Ángel Della
Valle (Buenos Aires, 1852-1903). "El juego del Pato". Óleo sobre tela, 95,4
x 146,44. Inventario 8493. Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos
Aires.
12
"Pialador.
El que piala." (Saubidet, 1975: 293). "Pial. O peal. Tiro de lazo que se
hace a las manos del
animal para voltearlo en su carrera: echar un pial, tirar un pial, pialarlo. En
las yerras se piala a rodeo, o sea en medio del campo, y en corral, puerta
afuera, etc…
" (ibid. 291).
13
"Yerra.
Hierra. ... Fiesta tradicional de los gauchos... Trabajo en que se procede a marcar
las crías orejanas de vacuno y yeguarizo. ... (Saubidet, 1975: 415).
14
"Malón.
Asalto de indios con saqueo de pueblos, rancheríos, etc. Depredación de campos,
sorpresa, acometida de los indios salvajes." (Saubidet, 1975: 224).
15
Así tituló
esta acuarela Ricardo Palma.
Figura 1. El juego del Pato, óleo sobre tela por Ángel Della Valle. Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.
Figura 2. Jugadores de Pato. Témpera de Florencio Molina Campos, c.1940
Figura 3. Juego de El Pato. Dibujo por Enrique Rapela
Figura 4. Día de San Juan. Dibujo de J. Torres Méndez, c. 1860
Figura 5. Camiluchos. Anónimo, siglo XVIII. Óleo sobre tela. Colección Crombie, Londres. Según del Carril, 1978.
Figura 6. Juanita Breña capeando un toro en Acho (1821). Acuarela por Pancho Fierro. Colección Ricardo Palma. Pinacoteca Municipal Merino, Lima.
Figura 7. Amancaes (frag.), óleo por Juan Mauricio Rugendas. Colección Fernando Berckemeyer, Lima.
Figura 8. Yndio de valles a cavallo, Truxillo del Perú, c. 1790.
Audio de la nota:
Juego nacional "El Pato", de Roberto Ayrala y H.E. Guillen,
por Roberto Ayrala.