A LA HORA DE ENTRETENER ¿TODO ES IGUAL, NADA ES MEJOR?
Conozco a Raúl Vigini desde aquellos
80` del siglo pasado, cuando todavía (a pesar de quienes hasta el 83 con y sin
uniforme habían enlutado a nuestra Patria) éramos muchos los que
sosteníamos que "no todo es igual, que
hay valores y que no es lo mismo un burro que un gran profesor".
Entonces ese
"festival" del Valle de Punilla nos alimentaba un poco la esperanza de volver a
tener un país con identidad, que es lo mismo que decir volver a tener un país
(el nuestro) con futuro.
Poco a poco en ese festival cordobés, lo mismo
que en otros monstruos por el estilo, que ocurren en esa y en otras provincias argentinas comenzaron a
suceder cosas que nos desanimaron.
Por eso suscribo lo que afirma Vigini
en el periódico de su Rafaela natal. Y lamento también que haya radios de
alcance nacional y/o regional que estén siendo dirigidas por personas que en
los hechos revelan no saber para qué están conduciendo un medio de
comunicación. O bien que su proyecto no es defender una Argentina sin
ataduras a los "cultos" que día a día nos demuestran que no saben cómo
salir del conflicto social que generaron ellos mismos aplicando a rajatabla ese
sistema titulado neoliberalismo en "su" Europa y en "su" Estados Unidos de
Norteamérica.
Pero no todo está mal. A los que ejercemos la
docencia (y a los que no la ejercen también) nos queda la oportunidad de
esclarecer a niños y jóvenes acerca de estas cuestiones de "civilización y
barbarie" y de la importancia de tener en claro que el tema
cultura
da para mucho más que para un suplemento de periódico dominical.
Por eso en esta página nos tomamos en serio
(pero sin ninguna solemnidad) el análisis de los distintos asuntos que componen
nuestra Identidad Cultural.
Ricardo
Luis Acebal.
DIARIO LA OPINION - RAFAELA (STA. FE) - 01/02/2015
- INFORMACIÓN GENERAL
Una reflexión: otros tiempos
Antes llegaban solamente los bien elegidos. Esos artistas a quienes les
tocaba el lugar destacado de reconocimiento por los designios del destino al
recibir el beneplácito del público que los consagraba sin que se lo proponga
algún premio estipulado de antemano. Todo era más natural y genuino, pareciera.
Ahora da la sensación de que está pautado previamente. Esta edición le toca a
fulano porque el año pasado lo obtuvo mengano y perengano ya lo recibió antes.
Con el paso de los festivales se sumaron las productoras artísticas y las
empresas discográficas indicando por dónde debía ir la cuestión. Y se desvirtuó
como es lógico. Ya dejó de llegar a la exposición masiva el mejor, porque los
inferiores venían apadrinados y podían más que los demás. Y los medios de
comunicación, inflaban historias y realidades. No importaba la calidad sino la
audacia de querer ser a cualquier precio -literalmente hablando- lo que
permitió que cualquiera -no estamos diciendo "todos" sino cualquiera, que no es
lo mismo- llegaran al disco o tuvieran una gran empresa detrás que le permitía
lo impensado con tal de ver el éxito. La cuestión era instalarse en la vidriera
irrespetuosa que canta el discepoleano Cambalache. Tiempos distintos a los que
nos cuenta Roberto Chavero -el Coya- hijo de Atahualpa Yupanqui cuando lo
entrevistamos, de cómo vivió la popularidad en familia: "La exposición no era
lo que hoy para los artistas. No había televisión. Y cuando la hubo no generó
en casa una expectativa por esa situación. Se vivía como algo natural, no como
algo extraordinario. En casa mis padres le daban importancia a otras cosas. No
existía el concepto de `carrera` artística, de éxito. Cualquier cosa fuera del
arte o del pensamiento profundo representaba algo banal. Mi padre agradecía los
premios y reconocimientos pero todos estaban guardados en los placares y en los
cajones del escritorio. La popularidad no era un objetivo. Esto le permitía
andar por las calles como cualquier persona, tomar colectivos, andar en subte,
etcétera". Hoy la parafernalia de la tecnología nos lleva a la confusión de lo
espectacular que poco tiene que ver con la entrega del artista. Menos aún que
esa actitud reemplace la autenticidad de su oferta. No debe ser el mejor camino
aquel que nos lleve a la desorientación. Cuál es el sentido de llegar con una
propuesta similar a las demás, más de lo mismo, sin otro valor agregado que la
espectacularidad con distractores de contenido efímero. Se corre mucho y
frenéticamente por los escenarios, se gesticula demasiado y se canta poco la
mayoría de las veces, menos es que se interpreta, desde ya. "Ser un artista
para mí es otra cosa, que cautiva, que conmueve, es mucho más que ser un buen
músico, es otra faceta" me dijo un día Perla Argentina Aguirre. Hay que valorar
y respetar al público, ofreciendo algo genuino, auténtico y original con
contenido de verdad. Cuanto más se cumplan esos valores, más perdurará la
trascendencia. Y de eso también deben dedicarse algunos minutos para
reflexionar los cantores y los músicos populares que están desesperados por ser
famosos. Y no se dieron cuenta todavía que la fama es puro cuento.
Raúl Vigini
Texto publicado en la página especial del diario La Opinión de Rafaela
(Sta. Fe) dedicada al Festival Nacional de Folklore de Cosquín en el día de la
fecha
http://www.diariolaopinion.com.ar/Sitio/VerNoticia.aspx?s=0&i=141411
Jesús María: Festival de doma (¿?) y folklore (¿?)