"CON TODITO MI SENTIR ME GUSTA LA
LIBERTAD"
por Ricardo Luis Acebal
Dificilmente alguien que ejerza la comunicación por vocación, como es mi
caso, pueda encontrar algo más duro de comentar que la noticia de la muerte de
un ser humano tan necesario, como
calificaría Hamlet Lima Quintana a este patagonés de apelativo Ángel.
Felizmente para mi, cultivé con él una amistad que me permitió acercarme un
poco a su polifacética personalidad: Diez puntos como soguero, como cazador de
jabalíes, como recopilador de la música y el canto de una amplia zona patagónica
y bonaerense, como compositor, guitarrista y cantor, como caballista...
Lo de "un poco" quiere decir que hubiera deseado compartir muchos días y
haberlo acompañado permanentemente en sus realizaciones y en sus
investigaciones, de no haber mediado mil kilómetros entre su domicilio y el
mio.
Valorado ¡y cómo! por "gente tan necesaria" como Carlos Castelo Luro, Rodolfo
Casamiquela, Suma Paz y ¡Don Ata! a quien le he pedido prestado
el subtítulo de esta nota. Y ¡cuándo no! desperdiciado por funcionarios de
"Cultura" nacionales, provinciales y municipales en cuanto a la inmensa tarea
de hacernos entender a los argentinos qué es eso de la Identidad. Que hubiera
podido realizar en los distintos niveles de Educación si se le hubiera ofrecido
una paga digna a cambio de su tarea. Hubo excepciones, pero lamentablemente muy
pocas.
La lista de los "tan necesarios" que comprendían y adherían sin vueltas a
la tarea esclarecedora y embellecedora de nuestra vida que hacía Ángel es por
supuesto más larga. Me detuve en los cuatro nombres citados porque hablé en su
momento con cada uno de ellos y todos coincidían en su alta consideración hacia
su lucha.
El mismo Ángel me comentó que en varias ocasiones ocurrió que al escuchar
el timbre y concurrir a la puerta de calle, el ocasional visitante era Don
Yupanqui. "Andaba por aquí y quería conversar con usted de caballos" era lo
primero que manifestaba su visitante, luego de los consabidos cordiales
saludos.
Hechenleitner en "La Panadería" de Burzaco (Foto: Ricardo Acebal)
En nombre de uno de los entrañables recuerdos que guardo de las visitas que
nos hicimos en Patagones y en Burzaco, de cuando se presentó en el Centro de Culturas
Nativas "La Panadería", de cuando compartimos varios "Tantanakuy" en Humahuaca,
decidí compartir con los lectores de Identidad Cultural esos asuntos que
desvelaban a Hechenleitner y a Yupanqui, sobre todo ese de la Libertad...
Y por ello transcribo esta semblanza que llegó a mi conocimiento a través
del gran creador Naldo Labrín:
A los amigos:
Con inmenso dolor transmito ésta noticia: me acaban de comunicar, que hace
una hora falleció mi amigo Ángel Hechenleitner; qué honda tristeza me invade, y
no hay palabras. Comparto ésta hermosa biografía que publicó hace unos días,
otro amigo:
Néstor Macciavelli
, con ello es
suficiente...
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ANGELITO
El hombre es tierra que anda, decía Don Atahualpa, repitiendo una antigua
sentencia india, título de un recordado reportaje que el músico uruguayo Daniel
Viglietti le hizo a Don Ata en la revista "Brecha" de Montevideo.
El hombre se mimetiza con el paisaje y la geografía; es áspero cuando más
rugoso es el suelo; llano y profundo si cabalga en llanura; callado, a prueba
de inclemencias si vive perdido entre quebradas y salitrales de la puna. La
música también absorbe y refleja formas y sonidos que dicta la geografía.
Angel Hechenleitner vive en Carmen de Patagones, en el límite, a mil
kilómetros de la capital platense y a cruce en lancha de Viedma, casa matriz de
la Provincia de Río Negro. Pisa tierra bonaerense, pero habita geografía
patagónica, de pastos duros, espinillos, bardas, lluvia escasa y vientos
fuertes.
En ese paisaje sin rastros de pampa húmeda, Ángel y Nora se casaron
adolescentes y formaron familia numerosa, trenzada en cuero de alma
talabartera, con el condimento de la caza de jabalíes para el sustento diario,
en un ambiente de silencios y sonidos de guitarra.
Ángel en su casa ensayando "una nueva" y los tejidos y la soga. (Fotos: Héctor Olmos y Ricardo Acebal).
"Lo mío es una filosofía de vida, se compone de todo. Por ahí no me siento
más músico que soguero, pero sí creo que hay algo que tiene el instrumento y la
música alrededor de la cual gira todo"
Con los pibes chicos y la esposa todo terreno, sentados en máquinas de
coser, cortando y cociendo cueros para que los transforme en riendas, cinturones
o estribos, Angelito fue encontrando sonoridades desconocidas en la guitarra.
Había mandatos y llamados en la sangre del abuelo alemán y otros dictados por
el entorno de la familia artesana, las cacerías a caballo, el monte de espinas,
y la constancia diaria de horas dedicadas al estudio, ensayo y digitación, en
el balcón de la provincia con vista a la meseta patagónica.
Un ancestro de Ángel, don Carlos Hechenleitner, fotografiado en Maquinchao en el año 1910 (Reproducción de original: Ricardo Acebal).
Angel escuchó de pibe los primeros acordes en la guitarra del abuelo Antonio y del amigo Tomás Sitanor, un músico que le dejó
huellas y siempre recuerda.
"Me acerco a la guitarra como a un potro que estás por
amansar, con cuidado de no violentarla. Es un instrumento muy íntimo, madera
contra el pecho y las manos, sin nada que interfiera entre el hombre y la
guitarra".
Hechenleitner y uno de sus hijos: 1) A buscar a los jabalíes con la ayuda de sus doguitos y 2) en pleno monte, a escasa distancia del río Negro. (Fotos: Ricardo Acebal).
Angel mantiene un lazo de sangre con el paisaje que lo rodea y conoce como
la palma de la mano. A caballo y con perros adiestrados, sale a rastrear
huellas y cazar chanchos jabalíes que abundan en esa geografía. Al paisaje que
le dicta letra en clave de milongas, huellas y estilos, también supo envolverlo
en papel de regalo para sus hijos y nietos.
"Siempre digo que a mis hijos nunca les compré juguetes caros, no les
compré juguetes, pero les regalé muchas mañanas de campo, les señalé rastros en
la tierra, les mostré pájaros, les enseñé a cuidarlos".
Angel fue discípulo de la concertista y maestra de guitarristas Irma Costanzo y admira la obra de Abelardo Epuyén, un intuitivo formado a
la intemperie que interpretó como nadie la música patagónica cordillerana y
terminó sus días cumpliendo una condena por homicidio en el penal de Bariloche.
Don Ata: "Dios quiera que la vida no lo embrete en el mundo del espectáculo..."
Atahualpa Yupanqui
supo de la vida de
Angelito y con un amigo común viajó a conocerlo. Por entonces era un muchacho
de treinta con hijos pequeños y las secuelas de una caída del caballo que lo
condenó a un leve pero persistente rengueo que perdura.
Don Ata lo escuchó con atención, observó el entorno y el influjo del
paisaje en la cadencia de la guitarra, el repertorio y los silencios del
soguero cantor. En el viaje de regreso, en medio del paisaje desolado que
atraviesa la ruta 3 de Patagones a Bahía Blanca, Don Ata le dijo al amigo
chofer: "Mire paisano... este muchacho Angelito es mucho capital para arriesgarlo
arriba de un caballo...".
Siempre recuerda aquella vez que en el Ami 8 del poeta de Puán, Carlos Castello Luro, amigo y coautor
con Don Ata de "Pelajes Entreverados", viajaron los tres al festival de
Cosquín. El estuche con la guitarra de don Ata estaba en el baúl y a Angelito
le pareció irrespetuoso poner la suya encima.
Don Ata observó que dudaba, lo
tomó del hombro y le dijo: "Déjela ahí paisano, que se vayan conversando..."
Desde entonces hasta que se quedó sin tiempo, Don Ata distinguió a Angelito
acercando distancias con cartas o postales que le enviaba desde Francia, Japón
o donde la nostalgia lo dispusiera. Todas las postales, con textos breves
escritos a mano, con motivos de caballos y entre tantas, la preferida, contiene
un mensaje preciso, un mandato que Ángel cumple al pie de la letra.
Escribió Don Ata: "Bueno, lo
saludo paisano y Dios quiera que la vida no lo embrete en el mundo del
espectáculo, que casi no es un buen destino para un hombre libre".
Por eso cuando algún amigo le pregunta cómo está, Angelito responde "y acá ando, suelto". Y aclara: "hay algunos por ahí que andan sueltos pero
con la soga a la rastra y te pueden pisar la soga. Por eso lo importante es
andar sin bozal, con la libertad de elegir las cosas".
Así de simple y de profundo.
"Con la libertad de elegir las cosas" (Foto: Rafael Gindin)
MIGUEL ALBRECHT, PATAGONÉS Y
CANTOR: DESPEDIDA AL COMPOBLANO
Miguel Albrecht, patagonés.
Ángel
Hechetleiner, lo admiraba por su obra y aquella manera tan paisana de
conducirse. Lo conocí en aquellos festivales que se hacían en el club
Jorge Newbery de Carmen de Patagones, de donde ambos somos nacidos.
Yo cantaba con la guitarra de Aliverti y el bombo de Cañito. Él, 3 años
mayor que yo, ya interpretaba obras de Atahualpa Yupanqui y don Sitanor.
Alguna vez ya en Buenos Aires por los años 80, alguien me comentó de
su presencia por el Abasto. Y otra vez, por Belgrano, un desconocido
me habló de su guitarra y sus aires comarcanos (había transcendido su terruño)
y también de aquella carta que don Ata había dejado en sus manos para Suma Paz
según decía el diario, lo que ya no nos sorprendía. Desde entonces cada
vez que venía a tocar por esta ciudad de las luces lo iba a ver. Yo,
radicado definitivamente en el Gran Buenos Aires, él nunca dejó su
rincón patagonés.
Hechenleitner en Patagones. Poncho tejido por él. Y su caballo emprendado también por él, tanto los cueros como los tejidos. (Foto: Claudia Goy).
Tuve el gusto de que me invitara a su casa a través de su querida
esposa y le comenté que la milonga "Volviendo al pago" que tan bien
tocaba, me hacía acordar a mi padre y su momento de partida; y que su
adaptación del poema "Esta guitarra dura" del poeta Elvio Romero que
yo tanto quería, me traía muchos recuerdos de aquellas tertulias de
Alfredo Carlino por el Once que frecuentábamos con mi amigo Pablo y donde
concurría asiduamente el poeta paraguayo. Después aquella vez que el amigo
Ricardo Acebal me invitó a compartir su presentación en el Centro Cultural
"La Panadería" de Burzaco.
Y hoy toda esta tristeza que nos envuelve ahora al momento de su adiós.
Bajo esta tarde gris de estas nubes de Quilmes suena despacio su guitarra y
la palabra de Elvio:
¡Al celebrar un día de
victoria más pura, esta guitarra dura se vestirá de abrazos!
Hasta siempre paisano Ángel.
Miguel Albrecht
Producción propia (Foto: Ricardo Acebal)
Más producción propia (Foto: Ricardo Acebal)
Para escuchar a Angel
Hechenleitner haga click aquí:
Audio 1: "La carmeña" (güeya)
canto y guitarra.
Audio 2: "Milonga cordillerana"
(milonga de Abelardo Epuyén) instrumental. Arreglo A. Hechenleitner.