Compañeros y amigos: el acto de anoche en Plaza de
Mayo fue excelente, por la alegría y por el contenido político que tuvo,
coronado por el discurso de Cristina, que a mi modesto entender fue uno de los
mejores que le he escuchado, aunque yo no sea uno de sus principales
admiradores. Pero creo que hay un aspecto sobre el que debemos reflexionar.
Ayer se realizó una interpretación muy
particular del Himno Nacional, que desde el punto de vista artístico puede
gustar o no, eso es simplemente cuestión de gusto. Pero nunca se pudo escuchar
con claridad la melodía original completa y no se lo cantó completo.
No me parece mal que se hagan versiones innovadoras en
otros ritmos, hay incluso una compilación de excelente calidad artística en la
cual el Himno fue recreado en ritmos que van desde el carnavalito a la
chacarera, pasando por el tango y la cumbia, pero respetando la melodía
original. La versión de anoche no respetó tanto esa melodía, tal vez por las
limitaciones sonoras que tenía al ser casi todo a base de percusión. A pesar de
eso, se puede decir que como espectáculo resultó muy atractivo. Sin embargo,
creo que hay un problema que es más de fondo:
El Himno es un símbolo de identidad colectivo cuyo fin
es que lo puedan interpretar todos los que se identifican con algo, en este
caso con la nacionalidad argentina. Lo importante no es la calidad de la
interpretación, si no el sentimiento que se pone en ella. Al cantar el Himno
cada uno pone lo mejor que tiene de si, aunque cante mal; los mezquinos, los
miserables, seguramente pondrán muy poco, aunque tengan buena voz. El Himno es
un símbolo, no un espectáculo, y ayer se privilegió el espectáculo. El problema
de convertirlo en espectáculo es que se transfiere el protagonismo colectivo al
protagonismo de unos pocos (los actores o los cantantes en este caso). Eso es
algo que impusieron los americanos, que vieron en la interpretación de su himno
la posibilidad de publicitar a sus estrellas de la canción, pero nosotros no
debemos seguir ese rumbo. Por otra parte, hemos tomado la costumbre de tararear
los últimos acordes, pero sin cantar la letra entera; que tiene su razón de ser,
como lo tiene lo de recordar toda la historia. Y ese acortamiento tiene que ver
también con una razón comercial e ideológica: se impuso en los partidos de
fútbol internacionales, para respetar las pautas publicitarias internacionales
de la televisión. Como el Himno es muy largo, se decidió acortarlo (se hizo
también con los himnos de otros países). El riesgo con esto es que el resto del
Himno termine desapareciendo en función de potenciar el espectáculo y eso sería
como empezar a ponerle más colores a la Bandera para hacerla más vistosa. Va a
ser más vistosa, es cierto, pero ya no va a ser nuestra Bandera, la que hizo
jurar Belgrano y bajo la cual murieron tantos patriotas, ese es el valor que
tienen los símbolos.
Los símbolos tienen el valor de condensar la
historia y los significados en elementos muy sencillos, que conservan ese valor
en tanto y en cuanto mantengan una base inalterable. Eso que hace que todos se
puedan identificar en ellos. Por eso compañeros, propongo que de acá en más no
sean los artistas los que canten el Himno, si no todos los presentes en los
actos. Porque el Himno no debe servir para el lucimiento de unos pocos, sino
para que podamos expresar nuestro sentimiento todos.
Nota de Redacción:
Hace pocos días, celebrando
el cumpleaños de un amigo entrañable, después de haber almorzado un rico asado
y de que se apagaran las velitas, cantamos el "que los cumplas feliz", la mitad
de los presentes la "Marcha peronista" y a unos pocos se le ocurrió cantar el
Himno Nacional. Desde que me enseñaron en mi casa y en la escuela (la de hace
sesenta años) que el Himno Nacional, la Bandera Argentina, el Escudo y también
la Escarapela (aunque las leyes no estén claras en este último caso) son
símbolos nacionales y, como tales representan a todos los argentinos sin
excepción y que no deben ser objeto de ninguna manipulación irrespetuosa, nunca
acepté de buen grado, por más vinos que uno haya tomado, hacerlos objeto (a los
símbolos) de manoseo "artístico" ni "deportivo" y mucho menos de diversión de
sobremesa. Por eso ese día (del cumpleaños citado) no solo no canté el remedo
de himno que algunos hacían, ni me puse de pie como SIEMPRE hago cuando
comienzan a oírse los primeros sones de nuestra Canción Patria. Porque, como
dijo el laureado filósofo Juan Pueblo: "una cosa es una cosa y otra cosa es
otra cosa".
Ricardo Luis Acebal.
Diario "Tiempo Argentino" 16 de junio de 2014
Audio de la nota:
"Himno
Nacional Argentino" de Vicente López y Planes y Blas Parera, por Las
Cien Guitarras Mercedinas. Grabado en el Polideportivo José María Gatica,
Villa Mercedes, Provincia de San Luis. Cantado, obviamente, por todos los
presentes, sin "primeras voces" y no apoyando la mano derecha en el corazón ni
en ningún otro sector del cuerpo.