Fue para mi un excelente compañero de trabajo en la revista dominical de "Clarín", entre 1989 y 1994. Frecuentó mi casa y yo la suya. Un grande, un troesma de otros tiempos. Adhiero absolutamente a todos los conceptos que firma el profesor y escritor Carlos Martínez Sarasola.
Ricardo Luis Acebal.
Fernando Córdova (1931- 2012) In Memoriam
Por Carlos Martínez Sarasola
El 19 de septiembre pasado partió nuestro querido amigo y compañero Fernando Córdova. "Redactor" -como quería que lo denomináramos, aunque para mí era un brillante escritor- estudioso apasionado de la historia y las ideas políticas de la tierra americana, amante de las cosas de la pampa, "revolucionario frustrado" como se definía y me gustaba definirlo con ese dejo de mutuo y melancólico orgullo.
Guitarrista empedernido, alegrador de cumpleaños, reuniones de amigos y celebraciones varias de esas que tanto disfrutaba, Fernando era un caballero, de los que ya quedan muy pocos, extremadamente galante con las mujeres, educado y respetuoso con los hombres y los niños. Tenía un gracejo que lo hacía especial, acompañado de su largo pelo blanco, su barba de Quijote y su cara angulosa y sonriente...todo un gentilhombre...
Fue un placer y un honor haber compartido con él proyectos trascendentes como aquella colección de leyendas en cuyo transcurso se selló buena parte de nuestra amistad. Imposible no tener presente a sus incunables libros que prestados generosamente llegaban hasta nuestras manos mil veces subrayados, señalados, marcados, como huellas indelebles de sus infinitas lecturas. El decía con particular entusiasmo: "¡los libros son para leerlos y marcarlos!" haciendo de esa costumbre casi una consigna.
Tengo una imagen de Fernando llegando a mi casa una mañana de sol en su bicicleta, con su casco protector y luego desandando los tres pisos por escalera dispuesto una vez más a encontrarse para alguna tenida editorial, antropológica, histórica o política. Un día me dijo que ya a casa le costaría venir por culpa de la escalera, y yo le contesté que lo llevaríamos en sillita de oro, pero que no dejaría de venir. Entonces reíamos como dos chicos…
En los últimos tiempos de caída anímica por sus "achaques" de salud, lo mantenían vital su yoga, el cuidado en la alimentación, el amor que había renacido y la entrega a un proyecto de libro que lo había definitivamente concitado. Estos dos últimos acontecimientos también le habían devuelto una dosis importante de felicidad, esa que seguramente buscaba también en el encuentro y contacto con sus amigos y las conversaciones tan variadas que no dejaban de lado las citas familiares acerca de su hija tan querida o la memoria siempre próxima de su primo el "Che".
Ahora en su ausencia guardo el recuerdo de un hombre que vivió como pensó, eso que yo valoro tanto. Entregado a sus convicciones, entrañable amigo de sus amigos, una especie de "maestro", como muchas veces y cariñosamente le decía.
Fernando querido e inolvidable: estás para siempre entre nosotros, con nosotros, en ese rincón único, cálido y tibio que se aloja en lo más profundo e íntimo del corazón.
Buenos Aires, 24 de Septiembre de 2012
Ana María Llamazares
Carlos Martínez Sarasola
Directores
Fundación desdeAmérica