"ACERCA DE LOS HERMANOS INDÍGENAS Y SU MANERA DE ESTAR
EN EL MUNDO"
por
Ricardo Luis Acebal
Se fue en busca de esa
estrella que durante una noche de 1964 le hizo un guiño cósmico,este 28 de mayo
de 2018, a 69 años de su nacimiento en la Ciudad de Buenos Aires.
Lo conocí en un año muy especial para él: 1992. Fue cuando
"Emecé editores" publicó su primer libro: "Nuestros paisanos los indios".
El 92 fue el año "de los
quinientos años del encuentro de dos mundos". De festejo para los grandes
medios de comunicación y sobre todo para los institutos educacionales (sobre
todo privados), que después de cinco siglos seguían afirmando que la llegada de
Colón a este continente nuestro había sido un hecho digno de ser celebrado
eternamente.
Como José de San Martín, creía firmemente (de
corazón que es como realmente se cree) que todos los aborígenes suramericanos
fueron, son y serán nuestros paisanos.
En 1983 comenzó a escribir
este primer libro, que se presentó nueve años después conformado por 664
páginas. Alberto Rex González, que firma el prólogo, manifestó en él que "Hasta
ahora, carecíamos de una obra de síntesis que tomara como punto de partida los
diversos momentos y las diversas descripciones -presentes o pasadas- de las
culturas aborígenes, las proyectara a la realidad de la historia inmediata o
actual, y señalara la gravitación que los grupos indígenas tuvieron en la
génesis original de nuestro pueblo y de nuestra Nación... Este libro de Carlos
Martínez Sarasola intenta llenar este espacio."
Lo dedicó:
"A mi hijo Lucas, con la esperanza de que crezca en una Argentina sin
intolerancia y sin violencia." y
"A mis compatriotas
indios, por una Argentina con justicia."
La última vez que conversé
con mi admirado amigo Carlos fue hace dos meses y a través del teléfono. Se
encontraba en Los Toldos (Provincia de Buenos Aires), una vez más participando
de encuentros donde la problemática aborigen convocara, como él decía "a
integrar mis otros centros de interés: las otras realidades, el entremundos o fenómenos asociados, todos temas fundamentales para la Antropología y más aún
en estos tiempos de aceleración evolutiva en que nos encontramos."
"Con Ana Llamazares en la `Fundación
desde América`, con más libros y publicaciones, conferencias, cátedras,
seminarios en distintos ámbitos, en universidades nacionales y del extranjero.
Y más viajes y experiencias transformadoras, como el reencuentro con el
chamanismo en 1997 esta vez a través de las plantas sagradas en tres años
intensos."
Se extrañará su conducción
de "El orejiverde", los jueves por Mantra FM 91.9.
Se extrañará el tono
afectuoso y cálido de su verba, siempre sanadora de corazones y alumbradora de
cerebros.
¡Un abrazo querido hermano
Carlos! A cuenta del que nos daremos cuando quizá nos encontremos en esa
estrella que una vez te guiñó desde el cielo de Ramos Mejía.
LOS BEATLES, LA ESPIRITUALIDAD Y RODOLFO KUSCH.
En su página "Carlos
Martínez Sarasola antropólogo y autor" publicó una "autobiografía", de la cual publico
aquí un fragmento:
Nací en Buenos Aires, en Flores, en 1949. Viví mi
primer año en Boedo, a la vuelta del club San Lorenzo de Almagro y del viejo
Gasómetro, de cuya energía misteriosa abrevé para hacerme hincha de los
"cuervos" desde muy pequeño.
Cuando cumplí un año me mudé con toda la familia -mis
padres y mis dos hermanas- a la gran casa de Ramos Mejía, en el aún "lejano
Oeste", adonde viví hasta los veinticinco años. En esa casona del parque
gigantesco, fui inmensamente feliz.
Allí me encontré con mis primeras lecturas, clásicos
de aventuras que mi viejo, apasionado autodidacto había puesto en mis manos,
elegidas de su gran biblioteca. Salgari, Dumas, Burroughs, Defoe. Escritores
como Cervantes, De Amicis o Jiménez, ese que nos contaba de aquel burro color
de luna.
Dos personajes excluyentes, Patoruzú y Sandokán,
alimentaron mi sentido de justicia, el valorar a los diferentes, amar a los
animales, el espíritu de aventura y el placer por escribir.
No todo eran lecturas. El jardín albergaba árboles que
aprendí a disfrutar como compañeros de juegos, especialmente aquel de "indios y
blancos", en el que siempre ganaban "los indios". Por ese jardín pasaron
decenas de animales con los cuales convivíamos: gatos, perros, pájaros, una
oveja, una pata y tantos otros bicharracos.
Desde la casa ví las columnas de humo en un triste
junio de 1955 sobre la Plaza de Mayo, oscuro presagio de lo que vendría.
También desde la casa observé las evoluciones
fascinantes de una luz en el cielo
estrellado de una noche de verano de 1964, otra señal entendida muchos años
después gracias a la cosmovisión indígena...entendí que el universo puede
encerrar maravillas que nuestra limitada idea de la realidad se ha obstinado y
obstina en negar.
Con esa luz bienhechora que desde entonces me
acompaña, ingresé a la adolescencia y juventud, en búsquedas variadas como la
música, la militancia política y los estudios universitarios de Abogacía.Alcancé
a iniciar el tercer año, pero no era lo mío.
La música me llevó a tener una banda de rocanrol y a
creer en el sueño de cambiar el mundo. El hippismo, la beatlemanía y el "hagan
el amor y no la guerra" inundaban el planeta y un día, junto a mi gran amigo y
socio de aventuras, Eugenio Carutti, nos embarcamos con dos guitarras y bolsos
a llevarle nuestras canciones a Los Beatles. Era el invierno de 1969.
Disfruté mucho vivir ese tiempo en Londres, pletórico
de libertades individuales, de hippies con enormes melenas (en Ramos Mejía la
policía de Onganía nos perseguía con tijeras para cortarnos el pelo), de pies
descalzos, minifaldas mínimas, conciertos de rock, de un gran multiculturalismo
puesto en acción. Luego fue París, donde observé lo que quedaba del Mayo
Francés, en grafittis que convocaban a lo imposible.
Y finalmente Roma. Una noche en que revolvía los
estantes de la gran biblioteca -una más- elegí un libro que "devoré" en un par
de días y que marcó mi vida. Era "Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas"
de Hiram Bingham.
De regreso a Buenos Aires en 1970, ingresé a la
carrera de Antropología en Filosofía y Letras de la UBA, mientras el ser músico
iba trasmutando en una pequeña herida.
Al año de egresado marché al norte de la Argentina, a
la provincia de Salta, integrando el equipo docente de Antropología de la
Universidad Nacional local. Allí continué mi carrera de docente investigador
que había empezado en 1972 en la UBA. Aquellos días de Salta fueron
valiosísimos para mi formación al conectar con las profundidades del mundo
indígena, en su lacerante realidad social pero también en la riqueza
extraordinaria de su cosmovisión.
Conocí el chamanismo y tuve el honor de trabajar con
el maestro Rodolfo Kusch. Y al hacer
un programa de Etnografía Argentina, me di cuenta que había escrito el índice
de lo que años más tarde sería mi primer libro, "Nuestros Paisanos los Indios".
TODA LA TIERRA ES UNA SOLA ALMA
¿Ves este animalito? Tiene
la figura de un palito corto. Aquí estuvo, envuelto en su manto (el capullo), y
en verano sale de él convertido en mariposa...Lo mismo sucedió con los
antepasados. Cada uno de ellos era como un hombre, se envolvía en su manto, se
tendía en el suelo y quedaba inmóvil; más tarde salía de su capa y era un pájaro o un animal marino o una montaña.
Toin
, selk` nam
Territorio ancestral Kal,
Isla de Tierra del Fuego
(Chapman, 2008)
...vivimos en los campos de
nuestros mayores y allí trabajamos en paz. ¿Por qué Don Gobierno nos va a
llevar a otros sitios, a enseñarnos otra religión? Allá vamos a sufrir y vamos
a morir sufriendo.
Foyel, Inacayal y Gallo
, huilliche y
tehuelches
Caciques. País de las Manzanas,
Actual Provincia de Neuquén, 1881
(Yunque, 1956; Martínez Sarasola, 2012).
Parece que las
enfermedades de los dokshik son diferentes de las de los kom y eso se ve por la
forma de atender a un enfermo. Por eso los aborígenes no quieren entrar a ver a
un médico dokshik, tienen miedo de ir ya sea por las inyecciones o las
pastillas, o porque les mandan hacer una radiografía o un análisis. Ellos
conocen la curación de los piogonaks que es distinta, con cantos y nada más, es
decir como una curación en secreto.
Montiel Romero
, toba (qom)
Comunidad qom de Fontana, Chaco.
(Griva y Stroppa, 1983)
Era tan intensa la tirada
de brasas que los árboles se prendieron fuego. El viento avivó las llamas, y se
quemó todo el mundo. Se acabó la gente.
Zliyeqois, YeklajLanek,
Tomás Félix, QatsiZletlek,
Chenpa, Miguelito,
wichí.
Comunidades Sitio Cerrado, Laguna Coral y Lapacho
Mocho, Salta.
(Palmer, 2005)
Toda la tierra es una sola
alma, y somos parte de ella. No podrán morir nuestras almas. Cambiar sí que
pueden pero no apagarse. Una sola alma somos, como hay un solo mundo.
Abel Kurruwinka
, mapuche
Cacique de la comunidad Kurruwinka,
San Martín de los Andes,
Neuquén, 1962 (canción).
KoesslerIlg, 2006
Fundación Desde América, 2004.