Arte y Folklore: a propósito de un homenaje a Difunta Correa
por Margarita Gentile
Profesora Titular en el I.U.N.A.
(Instituto Universitario Nacional del Arte)
Area de Folklore
A mediados de septiembre de 2014 dos artistas de la ciudad de Rosario
presentaron en Facebook sus versiones de la muñeca Barbie caracterizada como
Difunta Correa, Virgen de Luján, Virgen de Itatí, María Magdalena, Virgen
de la Aparecida (sic) y la Desatanudos, etcétera; lo mismo respecto de su
novio, el muñeco Ken, como Gauchito Gil, un Crucificado, San Cayetano, San
Roque, San Expedito, San Sebastián, Sagrado Corazón de Jesús, etcétera.
Varios diarios de habla hispana, argentinos y extranjeros, se hicieron
eco del rechazo de estas obras a partir de la protesta de los devotos de
Difunta Correa, dejando la impresión de que los devotos de las otras
advocaciones no se dieron por enterados de estas transfiguraciones.
Los propios artistas dijeron primero que ellos reconfiguraron figuras
icónicas de la sociedad de consumo, luego que se trató de un homenaje a las
figuras religiosas y paganas (sic) que dicha sociedad de consumo venera, y
finalmente que no era un producto comercial sino una muestra artística que se
presentará en Buenos Aires en el mes de octubre.
No obstante, según un ministro del gobierno de la provincia de San Juan,
inmediatamente que surgió el tema ya se estaba analizado la posibilidad de
demandarlos por el uso de la imagen de Difunta Correa, que es una marca
registrada, etcétera.
Para quienes nos ocupamos de asuntos de Folklore éste es interesante en
su generación y desarrollo tanto como en sus curiosas contradicciones. Si bien
es sabido que la Fundación Vallecito tiene a su cargo lo relacionado con el
culto a Difunta Correa, hasta donde pude observar en el sitio de San Juan, alli
se venden infinidad de versiones en diversos soportes, y sin aviso de estar
transgrediendo ningún derecho de autor; también se puede publicarlas en una
revista científica, como hice en alguna oportunidad, sin consecuencias legales.
Pero que Difunta Correa es San Juan no se discute, y aunque,
en mi opinión, la reacción de una autoridad del gobierno de la Provincia haya
sido un tanto desmesurada, sin embargo tiene su explicación.
Lo mismo se comprende que, siguiendo la ley del menor esfuerzo, este par
de artistas hayan insertado su producción actual en un marco teórico centenario
sostenido por una retórica probadamente exitosa. Pero lo hicieron sin tomar en
cuenta que la elevación a rango de obra de arte de los objetos de Marcel
Duchamp o las imagenes repetidas en un mismo espacio por Andy Warhol, para nombrar
solamente a dos de los más citados, ambos respondieron a circunstancias dadas
en otros ámbitos y tiempos, lo mismo que el Cristo de León Ferrari y los
altares callejeros de César Gravier en sus respectivos momentos. En este último
caso es interesante notar que el único que permaneció, con su infaltable
botellita con agua, es el de Difunta Correa.
Tratar de "resignificar los íconos de la sociedad de consumo"
como expresión de una propuesta emergente en un espacio - tiempo, y pretender
darle valor de respuesta inmediata a una circunstancia localizada, todo eso
implica condiciones a cumplir si se quiere alcanzar el propósito de sentar un
aporte firme al Arte en vez de ser una polvareda marketinera. Tampoco vale
decir que se trata de obras únicas y que no van a fabricarse en serie porque
eso va contra la definición y las expectativas de la "sociedad de
consumo" a la cual se estaría poniendo en la picota Arte mediante.
Por otra parte, al pre-promocionar esta exposición a través de las redes
sociales, no se tomó en cuenta que esas devociones populares resignificadas no
forman parte, precisamente, del imaginario de la "sociedad de
consumo", ni son sus "iconos", ni sus modelos a copiar y seguir.
Si realmente aquella fue la meta de este par de autores,
"resignificar los íconos de la sociedad de consumo", entonces
debieron realizar una Barbie y un Ken representando personajes mediáticos, de
esos que viven sus vidas públicamente, promocionando multicolores y ruidosas
fantasías de lujo en revistas semanales y televisión; cuya ropa es copiada y
vendida en versiones populares en La Salada y sus epígonos; cuyos modales y
vocabulario son reproducidos sin filtro en cualquier momento y lugar; esos
personajes con los que se sufre y se espera, con lágrimas en los ojos y el
corazón estrujado porque son "como nosotros".
Claro que esos personajes también tienen cuentas de banco con ingresos
contabilizados por representantes, que son unos tipos huérfanos de toda
sensibilidad a quienes importa nada que les digan que se trata solamente de
unos muñecos artísticos para una exposición, y que son muy capaces de llevar a
cabo una exitosa acción judicial para cobrar su parte del botín si la cara de su
representado aparece en lugar de la de dichos muñecos.
Pero para discernir estas sutilezas, generar una verdadera obra de arte
que esté en sintonía con el espacio-tiempo, que sea respuesta y propuesta a las
circunstancias actuales del entorno del que se forma parte, para alcanzar todo
eso primero hay que estudiar y reflexionar sobre Historia del Arte.