González Rebolledo
comienza su relato con un "Aviso de fallecimiento".
El "causante" del velorio,
o sea el finado es Eduardo, uno de los tres hermanos Kennedy que el 3 de enero
de 1932 iniciaron en La Paz (Entre Ríos)
un levantamiento popular contra el tirano José Félix Uriburu. Este
oligarca salteño había desalojado del gobierno a Hipólito Irigoyen el 6 de
septiembre de 1930 mediante la fuerza de tropas militares que deshonrosamente
comandaba, dando inicio a lo que la Historia señala como "la década infame".
"Soy el muerto. Ocupo mi
verdadero lugar. He sido un hombre sin espacio propio, un tipo sin rumbo, un
cabeza hueca, como decía mi madre. Tenía razón, recién ahora veo si me salgo
del velatorio donde yo, Eduardo, soy el velado."
Lo transcripto encomillado
es sólo el comienzo de las reflexiones del protagonista de la noche, a las que
siguen las de sus hermanos Roberto y
Mario y de su hermana Amparo, el "angel de la guarda" de esos "locos" Kennedy
(según opinión de la "gente decente" de La Paz).
Amparo, la pintora, que
fue testigo de cuando Cesáreo Bernaldo
de Quirós (gran referente de la pintura argentina) de visita en la casa de
los Kennedy eternizó en una tela a Mario Kennedy desafiando a nado nada menos
que al río Paraná.
Bernaldo de Quirós, entrerriano, autorretrato de 1934 y una de sus obras: "Cabalgando al amanecer".
Amparo, que en un momento
de la noche del velorio escucha que en la cocinita de la sala, puerta cerrada
mediante, un cronista dialoga con uno de sus hermanos y recita: (vale la pena
transcribir este tramo, aunque en rigor es muy difícil discernir qué no valdría
la pena transcribir de este libro de González Rebolledo)
"Se me figura un cuento que tres hombres bien criados,
hayan alzado el grito contra el fascismo oscuro
que desde el sur porteño, asomara en el vano.
¿Quiénes fueron los bárbaros? Los Kennedy señores:
Mario, Roberto, Eduardo. Tres nombres para siempre
con un grito en La Paz, en el norte entrerriano.
¡Qué lindo eso que acabo
de escuchar! Disculpe que no nos presentaron, soy Amparo Kennedy.
Mucho gusto, señora, me
llamo Faustinito Echegaray.
Lo del diminutivo es para
la familia ¿no?
Desgraciadamente no, mi
madre debe haber pensado que siempre iba a ser chico, parece.
Ay, pobre, son costumbres
de familia. Por ahora le queda bien porque usted es un muchachito todavía, pero
pasados los años no sé cómo se va a arreglar con el diminutivo. Bueno. ¿Qué tal
cebador es usted, Faustinito?
De los buenos, señora,
como buen entrerriano.
No me va a decir que
también es de Entre Ríos, como nosotros.
Claro, sólo que de más al
sur, de Gualeguay.
Mire qué bien, y cómo se
enteró del velorio.
Intento ser periodista,
señora, y alguna información tengo. Por otra parte esto que usted escuchó es
sólo una estrofa de un trabajo que hace rato vengo pergeñando, porque en
realidad me gustaría escribir un poema épico sobre la hazaña de sus hermanos.
¿Usted ve como una hazaña
las locuras de mis hermanos? En fin, pongamos el agua a calentar que ya deben
estar llegando.
¿Y usted cómo lo ve?
Fueron unos "locos
sueltos", como dijo nuestro entonces gobernador, mi cuñado por otra parte, que
había asumido, le doy el dato para que vea el sentido de la oportunidad de mis
hermanos, en el mes de diciembre de 1931. Y como usted sabrá ellos dieron la
pueblada en la madrugada del 3 de enero de 1932. El pobre hombre quedó en una
situación embarazosa ante el gobierno central del tirano Uriburu, que no había
intervenido a nuestra provincia, justamente por ser confiables para él los "radicales de Entre Ríos", tranquilos hasta para asumir cargos, como si la
democracia continuara, como si todo fuera normal, que en esto sí acuerdo con
mis hermanos, que al fin de cuentas fueron engañados también, porque el golpe
que debió darse en distintos puntos clave del país se abortó y estos locos
hermanos míos fueron los únicos que llevaron sus convicciones hasta las últimas
consecuencias."
Casi caprichosamente
interrumpo aquí la transcripción. Porque el diálogo que continúa entre el
periodista y otro de los hermanos del finado lo arrobará cuando usted encare la
lectura completa.
Como también le pasará
cuando llegando a la página 99 se encuentre con el "Romance de los Kennedy".
Ahí le va a entrar la duda: Faustinito y González Rebolledo ¿son la misma
persona? ...¡Ummmm!
A cuenta de mayor
cantidad:
"Con Pomar y Toranzo
reforzaron el Grito.
Y volvieron alegres
a comerse un churrasco.
Si los planes marchaban
puntuales como ocasos,
Corrientes ya crispada,
Concordia embravecida,
La Paz tomada en armas,
comenzarían la marcha
hacia la Capital
a voltear al Tirano."
Hasta
aquí, paisana, paisano, mi invitación. Ahora le sugiero que mande un correo
electrónico a gonzarebo@hotmail.com
o entre en facebook, escriba el nombre y apellido del
autor y pídale el libro. Él se lo va a mandar por correo común y después usted
le depositará en la cuenta del Banco de Entre Ríos que el mismo le indique los
$150.- que cuesta más el gasto de envío.
Le aseguro que me va a
agradecer la sugerencia.
Ricardo
Luis Acebal.
Daniel Gonzalez Rebolledo
A 25 AÑOS DE LA IDA AL GRAN SILENCIO DE UNO DE LOS
PROTAGONISTAS DE LA REBELIÓN DE LOS KENNEDY
por
Ricardo Luis Acebal
Héctor Roberto Chavero
(pa` tuitos Atahualpa Yupanqui) el gran nombrador de las gentes de todos los
rincones patrios nunca le había dedicado letras y/o músicas al río Paraná.
Hasta que un día (me contó
don Atahualpa en medio de una charla, en el año 1984) "debí salir apurao del
pueblo de La Paz, por esos asuntos que se mete uno ¿vio paisano? y tuve que
vivir sosegado un tiempo, escondido ¡bah! entre el monte, en una isla costera del
río Paraná que le decían "de las víboras"..."
Cuando iba a pedirle más
detalles, antes que comenzara mi pregunta, se apresuró a hablar él nuevamente y
cambiar el tema.
Víctor Velázquez, su esposa Ada y don Atahualpa en Villaguay, Entre Rios (Foto: Ricardo Acebal)
Cuando en 1985 don Ata le
encargó a Víctor Velázquez (uno de sus grandes amigos entrerrianos, del nivel
de Climaco Acosta y Cipriano Vila) que le pusiera música a su "Canción de
junqueros" (repartida en cinco, de la "primera" a la "quinta") que hasta ese
entonces era solo letra, ahí me enteré que la había escrito cuando tuvo que
vivir en la Isla de las Víboras, en contacto con los junqueros del río Paraná.
Es decir que la única
referencia al río Paraná que hace don Ata es hija de su participación en la
rebelión antiuriburista de los Kennedy en el año 1932.
En una antigua nota
periodística don Ata expresó: "No sé nadar y nunca aprendí. No lo necesitábamos
nosotros que solo conocíamos los arroyitos o los riachos que se cruzan a
caballo".
"Primera canción de junqueros"
(fragmento)
Salió la luna redonda
del fondo del Paraná.
Cansada de andar boyando
de pronto se echó a volar.
Quien fuera como la luna
pa` poderse remontar...
Pero es ley de buen
junquero
Vivir pegao al juncal.
......................................
¡Ahí te quiero ver,
junquero!
Fuerza, maña y voluntad.
Que en la lucha de hombre
y río
vence aquel que puede más.
.....................................
Trabajos pasa el junquero:
palear, cortar, descolar.
Los ricos andan paseando
¡Y el pobre... meta sudar!
EL CANTO DE LA PATRIA PROFUNDA
En su libro "Atahualpa
Yupanqui, el canto de la Patria profunda", Norberto
Galasso dice:
"En Entre Ríos, Atahualpa
se vincula a un grupo de radicales yrigoyenistas dispuestos a jugarse contra
los usurpadores que han derrocado a don Hipólito."
Más adelante, en la página
54 continúa:
"En el año 31 en febrero y
julio el General Severo Toranzo y el Coronel Pomar, respectivamente, se
levantaron en armas para recuperar el poder, pero fueron derrotados. Ahora,
enero de 1932, dos estancieros de la zona, los hermanos Kennedy, se convierten
en los jefes de una nueva intentona subversiva. Allí se suma el poeta, al
movimiento acaudillado por estos estancieros de origen irlandés, pero
profundamente criollos y decididos por la causa popular.
El 3 de enero estalla la
sublevación en dos ciudades entrerrianas: La Paz y Concordia. En La Paz, junto
al Paraná, treinta hombres -entre los cuales se cuenta Atahualpa Yupanqui-
ocupan la comisaría local en horas del mediodía reduciendo a balazos a su
guarnición. En Concordia también se obtiene un éxito inicial pero los grupos
comprometidos en el resto del país fracasan, algunos por haber sido detectados,
otros por desorganización. A media tarde de esa calurosa jornada, Atahualpa al
lado de uno de los jefes de la revolución aguardaba ansiosamente las novedades.
Poco después llega la noticia de que tropas gubernistas avanzan sobre ellos. De
inmediato los Kennedy ordenaron desconcentrarse, la revolución había fracasado.
Vos vení conmigo, le dijo su jefe inmediato a Atahualpa. Montaron a caballo y
después de un galope largo llegaron a la vista de una isla, la "isla de las
víboras". Dejaron los caballos y se metieron por cauces secos, pantanos y
malezas... Llegaron finalmente a un monte bajo, imposible de localizar. Allí
estuvieron varios días. `Comíamos iguanas- relataba Atahualpa- tratando de que el humo no nos delatara`. Un
tiempo después consiguen adentrarse en la provincia y mimetizarse en ese pueblo
amigo que mantiene un cálido fervor por don Hipólito. Se enteran entonces que
una dura represión está cayendo sobre sus compañeros de alzamiento y optan,
finalmente, por cruzar el río Uruguay para escapar a los gendarmes del régimen.
A los 24 años recién
cumplidos, Atahualpa es ya un "payador perseguido" cuya lealtad a la causa
popular lo convierte en desterrado."
Atahualpa Yupanqui en tiempos de "los Kennedy".