EL DEPORTE NO HUBIERA SIDO
EL MISMO SIN "EL GRÁFICO"
por Guillermo Blanco
Alguna
vez Gardel alentó a los argentinos en la previa de un Mundial. Fue en el `30 en
Uruguay, cuando fue a la concentración y se mezcló con Nolo Ferreira, Monti,
Pancho Varallo y compañía. Más acá en el tiempo, Bernabé Ferreyra y otros tantos fueron
gauchos para una producción de El Gráfico. No fue casualidad ambas uniones
entre la música y el deporte. Y la centenaria revista siempre lo reflejó. Aún
más cerca en el almanaque, hubo un periodista-poeta que como yapa de su vena
literaria orientada a los personajes populares, en especial del fútbol, por las
noches derramó temas sentidos, algunos musicalizados por Alejandro del Prado,
como La casa del vecino.
Osvaldo
Ardizzone se llamaba, aunque su apellido paterno era Bramante. Esto es apenas
una manera de introducirnos en las venas abiertas de una revista que este
jueves 30 de mayo estaría cumpliendo los 100 años de vida, de no haber sido
porque la letal rigurosidad del mundo de los negocios la sentenció a muerte y
cumplió con la condena establecida en un frío escritorio de San Telmo.
El gran Ardizzone. Conversando con Dante Panzeri, director de El Gráfico, nació una amistad con Osvaldo que se plasmó en el papel adoptando el apellido materno (Ardizzone) en lugar del paterno (Bramante).
El
deporte no hubiera sido el mismo sin El Gráfico. Lo acompañó desde la segunda
década del siglo veinte, mantuvo un romance envidiable la mayor parte de su
vida, mostrando la gloria y también, por qué no decirlo, haciendo silencio en
tiempos de horror. El Gráfico es la cara del deporte/ porque en cada rincón de
la Argentina/ El Gráfico en el quiosco de la esquina/ El Gráfico se juega su
verdad...", se filtraba por doquier el jingle. Y hoy ni la cara queda.
Un
poco de ruido musical, un poco de nostalgia, un poco de recuerdos con asombro
al pensar en lo que supo ser el deporte en la Argentina -y por qué no fuera del
pretendido ombligo del mundo- se reunirá el jueves 30, justo el día del
centenario. Esto será cuando unos cincuenta colegas (entre los que nos
encontramos por haber dejado parte de nuestro oficio allí casi una década)
acudirán al llamado de uno de ellos que desde su actual permanencia en España
(Orlando Ríos, especialista en automovilismo) tiró la idea que prendió, aunque
varios compañeros no estarán por no digerir la presencia de otros.
Son
otras épocas. Acaso sobrevuelen en la noche de las noches las Apiladas de
Borocotó, aquellas producciones únicas que la revista supo incluir. Y se
escuchará el click de las viejas cámaras de Kikuchi o de don Ricardo Alfieri y
su pañuelito al cuello, con quien nos deleitamos, volviendo a la música, cuando
un Pelé sonriente recibió en Río de Janeiro a Diego Maradona y con la guitarra
en mano adornó con un samba el encuentro.
No
deja de estar instalado el nombre de El Gráfico en esa "Identidad popular" que
abraza a esta página, y que tiene tanto que ver con esa música que va
creciendo desde el pie, como una genialidad de Diego, un caño de Riquelme, o un
verso lánguido de Ardizzone como preanunciando el final de El Gráfico y su por
qué, cuando dice: "Entrá en la onda, hermano, que si no estás vencido/ y dejá
que los del ruido/ te lleven de la mano./ Para qué ir a contramano, sentado en
un rincón/ andá con tu trombón, seguí con la comparsa/ que metido en la farsa
pa` qué sirve el corazón".
Una página de El Gráfico para ponerle música a un gol de Maradona. Otros tiempos.