Cuento popular.
Hacía tiempo que
Juancito, el Zorro, le había echado el ojo al Suri.
El Suri era muy
rápido, era tan ligero que siempre lograba escapar dejando al Zorro de muy mal
humor.
Pero lo cierto es
que, Juan era muy astuto y no se daba por vencido, se decía que él debería
planear algo, para engañar al Suri.
Por más que el
tiempo transcurría, él no desistía de la idea.
Un día, él tuvo una
idea que le pareció genial, entonces se dirigió a la casa del hombre, y al
anochecer, merodeando por su patio encontró un par de zapatos, apurado se los
calzó y salió corriendo patitas para que te quiero.
Cuando se vio
libre, camino feliz por el campo, siempre madurando la idea de engañar al ave.
El Zorro camino y
camino hasta que en un recodo del camino se topó con el Suri, quien intrigado
le preguntó que tenía en sus patas, entonces Juancito le respondió que eran
unos zapatos que le ayudaban a correr más rápido y además le cuidaban los pies.
Entonces el ave
redobló la pregunta, ¿y dónde los compró?, ¿son caros?, luego el Suri se quedó
cavilando, temeroso porque pensaba que con esos poderosos zapatos lo iba a
atrapar.
Juancito, volvió a
mentir, y le dijo que, como él era un gran zapatero, él mismo los había
confeccionado.
Juancito se dio
cuenta que el Suri había mordido el anzuelo y continuó con el trazado de su
plan, entonces increpó a su rival diciéndole: - ¿Qué tal mi amigo si le fabrico
un par de estos cómodos zapatos para que al correr en medio de los cardales, no
se destroce las patas? -
- Parece una buena
idea, sería usted tal amable de fabricarme un par Don Juan-
- Por supuesto,
dijo el Zorro, para están los amigos, le fabricaré un par a su medida-, y
comenzó a tomarle las medidas.
El astuto animal
sabía que esta era la oportunidad de vencer al pajarraco, así que puso manos a
la obra.
A la mañana
siguiente Juan paso por una tienda, y como era su costumbre sustrajo un trozo
de cuero crudo y sin perder tiempo puso a trabajar. Él fabricó unos ajustados y
pesados zapatos. Trabajó toda la noche, al tenerlos listos, los humedeció y
esperó que el sol que iluminaba la mañana, los secara, luego fue al encuentro
del Suri y le ofreció los zapatos de regalo.
- Ohhhh!!!!, ¡son
muy bonitos +!- y como le costaba calzárselos el mismo Zorro le ayudó a ponérselos.
El Suri pensó que
había engañado al Zorro y corrió muy contento ufanándose de su proceder, otro
tanto pensaba el Zorro del Suri. Juan corría detrás del suri esperando que los
zapatotes se encogieran y comenzaran a apretarle los pies, y entonces él con un
solo bocado, pudiese comérselo.
Claro que Juan no
había tenido en cuenta que un enorme puma lo perseguía, llegar a la orilla del
río se vio acorralado olvidándose del Suri, que a pesar de los zapatos se
perdió en el horizonte.