Cuento popular Mapuche.
¿Qué podemos decir
del zorro?, todos conocemos a este animalito por sus picardías, ¿y a la
bandurria?, bueno, la bandurria es un ave de gran tamaño, llegan alcanzar hasta
los 75 centímetros y habitan en el suelo barilochense y toda la Patagonia Argentina.
.Las bandurrias poseen un canto metálico y un largo pico fuerte y curvo que le
sirve para ingerir insectos, larvas y langostas.
Dicen que
dicen...los lugareños conocedores de todos los secretos del lugar, que Don
Zorro había hecho una sospechosa amistad con la Bandurria.
La amistad entre
ellos se había consolidado cuando la señora Bandurria, le había solicitado al
Señor Zorro, que apadrinase a sus pichones.
Cierto día, en que
ambos amigos se encontraron en el bosque, después de charlar un rato, entre
chismes y niñerías, el Zorro invitó a su reciente amiga a compartir una
exquisita cena en su guarida.
Ese día, la
Bandurria llegó a la hora fijada, después de comentar los últimos sucesos del
bosque, el Zorro se dispuso a poner la mesa para luego servir la comida.
En pocos minutos se
retiró de la cocina y volvió sujetando una bonita bandeja con dos platos de
sopa de arroz bien espesa, que destilaba un exquisito perfume.
La Bandurria estaba
hambrienta y sólo con el aroma se le hacía agua la boca, además el arroz le
encantaba, era su comida favorita.
Pero el largo pico
de la Bandurria le impedía levantar el arroz del plato, mientras tanto, el Zorro,
comía, saboreaba y se relamía.
Finalmente, como
vio que su invitado era incapaz de comer del plato, él con gran desparpajo se
lo adueño y se lo devoró todo.
El pobre pajarraco,
muerto de hambre y con su pancita rugiéndole de
hambre, se fue a su
casa cabizbajo y meditabundo.
Pasaron varias
lunas hasta que un día la Bandurria estaba a orillas de una laguna queriendo
pescar algo desde la orilla, cuando Don Zorro se apareció por allí.
El ave al verlo pensó:
-Tengo que darle una lección a este ladino para que aprenda a tratar a sus
invitados-.
Un día, cuando caía
el sol, el Zorro apareció de la nada, entonces ella aprovecho la ocasión y lo
invitó a cenar el próximo fin de semana tentándolo con un exquisito guiso de
pollo, que al Zorro lo volvía loco.
Como era de esperar
el Zorro aceptó el convite, llegado el día de la reunión en que se había
resguardado el estómago para darse un buen atracón, se alistó con sus mejores
galas.
Llegado a la casa
de la Bandurria, un exquisito y embriagador aroma inundaba el ambiente. El
Zorro se relamía.
La Bandurria lo
recibió alborozada dándole la bienvenida.
-Tome asiento Don
Zorro, la mesa ya está servida-
Lo que el Zorro no
tenía idea era que la Bandurria había introducido el sabroso guiso en botellas
de cuello largo, él quería deleitarse, él quería comer, tenía hambre, el
estómago le crujía, pero no lo consiguió.
En cambio la
bandurria metía su pico, saboreaba, se relamía y tal como había hecho el Zorro
tomó la botella que le pertenecía, metió su largo pico y también se lo devoró.
Una vez terminado
el almuerzo la Bandurria se limpió el pico con una servilleta y con una sonrisa
socarrona le preguntó: - ¿Qué tal Don Zorro estamos a mano?...