A sus 57 años, Guillermo
Villanueva se prepara para testificar ante un juez por tercera vez en su vida.
Aún recuerda
con cierta incredulidad el momento en el que
el Equipo Argentino de Antropología
Forense
le anunció que habían identificado los restos de
su padre. El ADN de los restos exhumados del cementerio de Villa Gesell
coincidía con el de su tío Ernesto Villanueva, hermano del desaparecido. Los
antropólogos forenses supieron dónde excavar gracias a un cuaderno del
cementerio en el que se anotaba a mano dónde se enterraba cada muerto. Santiago
Villanueva figuraba como "Saladito NN". "Llamaban saladitos a los cuerpos que
venían del mar", cuenta Guillermo.
La identificación se realizó en el 2005 y en el 2006
le entregaron los restos, que hoy descansan en el cementerio de Chacarita, el
más grande de Buenos Aires. "Estaba entero, menos las manos. Fue impactante
tener la oportunidad de encontrarlo por última vez", recuerda Guillermo
Villanueva. "Fueron 15 minutos que estuve con él después de 30 años y ahí la
historia empezó a cambiar: de una persona desaparecida a una persona aparecida.
Entendí por qué había luchado tantos años por mantener viva la memoria y cómo
encontrarlo devolvía la dignidad a mi familia", continúa. Su objetivo ahora es
que se haga justicia, aunque lo que más desearía es que sus compañeros
recuperasen también los restos de sus familiares, que siguen desaparecidos. "Somos
muy pocos los que tuvimos la suerte de encontrarlos", concluye.
El texto en letra inclinada fue transcripto (lo mismo que las fotos del
avión y de Madres de Plaza de Mayo) de una nota publicada en "El Pais" el 31 de
octubre de 2024.
R.L.A.
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Madres de Plaza de Mayo: "que digan dónde están los desaparecidos".