¿ESA NEGRITA?
por Ricardo Luis Acebal
La acción en una escuela primaria de la Ciudad de Salta. Sara Mamaní ocupa
un tradicional banco con pupitre, de los habituales en los años sesenta del
siglo pasado. Entra una docente (de otro grado) e interroga a su maestra en voz
baja (Sara escucha por su cercanía al escritorio de su seño) "¿cuál es tu mejor
alumno?" A lo que la titular del grado de Sara le señala que es "la que está
sentada en ese segundo banco". La respuesta inmediata de la maestra preguntona
es: "¿Esa negrita?...".
El tono descalificador usado en su respuesta por la docente preguntadora,
formada como tal en las escuelas cuyos contenidos no han variado casi nada
desde los tiempos del "padre del aula Sarmiento inmortal" (aquél fanático de
las maestras norteamericanas y de "no se gaste en economizar sangre de
gauchos") caló hondo en la sensibilidad de la morochita de ojos negros, cuyo
apellido no era (ni es) Cornejo, Isasmendi, Patrón Costas, Uriburu ni el de
otras "tradicionales familias salteñas con prosapia" sino el muy aborigen
Mamaní. Y para colmo su nombre es Sara, que en lengua de la tierra quiere decir
"maíz".
Transcurrieron varias décadas desde aquél tiempo de alumna distinguida y
muy felizmente hace ya muchos años que la música y el canto de la tierra del
maíz la convencieron de que interpretarla era su razón de ser. En la película
documental sobre su vida, realizada por Susana Moreira y Miguel Mirra, que el
18 de junio de 2022 pudo ser gustada en un sitio mágico como es "Ruca Pirén"
(la casa de Marta Pirén en Glew, Gran Buenos Aires al Sur), Sara cuenta todo el
camino que transitó hasta este presente de escritora, que como muy bien comenta
Santiago Sylvester en la contratapa de "Ovillos" da "pruebas claras de su
destino de poeta".
Después de la proyección de "Sara Mamaní-el nombre resiste" en Ruca Pirén, Sara comenta sus libros "Décimas" y "Ovillos". (Foto: Ricardo Acebal)
Muchos carnavales vividos plenamente en Salta y en la jujeña Tilcara se
traducen en el homenaje que Sara le hace a Titina, una comadre tilcareña que se fue hacia la otra dimensión de la Vida
durante la pandemia que aún estamos peleando:
Ruinas
A Titina
Vega, donde quiera se encuentre
Han comenzado a construirse
las ruinas,
de a pedazos
grandes y pequeños,
con panes y serpentinas.
La chicha se disuelve
y la arrastra
el agua de la montaña.
Sólo queda una flor,
la que sembraste vos,
comadre.
Y como a mi me toca seleccionar, a modo de tentarlo a conseguir un ejemplar
de "Ovillos" le tiro estos otros dos:
Ventana
Mirar el infinito...
Lo hacía desde el cuarto banco,
a la izquierda,
en el aula de quinto año, primer
piso.
El cerro San Bernardo
a la vista,
que no era infinito.
Para mí lo eran
la angustia adolescente,
el sin sentido
y la borrachera entre guitarras.
"¡Qué se amontona en la noche...?"
cantábamos.
La justicia,
el mal en el mundo,
y no poder cerrar la ventana
de ninguna manera.
Pasto
Quiero que crezca el pasto.
Tierra, agua, semillas.
Y la paciencia,
que no se vende en ningún lugar
¿Qué color
tiene la paciencia,
si el agua ya cotiza
en el mercado?
¿Qué hace falta
para destruir el mercado?
Que crezca el pasto.
Sara Mamaní: "Mi sabiduría viene de esta tierra"