El responsable de "Fotografía" en Identidad
Cultural, profesor Rafael Lino
Gindin, investigando publicaciones halló esta excelente nota de Rosario Andrada publicada en "Catamarca
12", que aporta conocimiento acerca de un tema de importancia clave para la formación
de la Identidad Cultural de nuestro país: el habla regional. La tarea de
lingüistas como
Federico Pais
(uno de los creadores de la Universidad de
Catamarca) fue y seguirá siendo clave para que "seamos lo que debemos ser,
porque si no no seremos nada".
Ricardo Luis Acebal
Federico Pais y la expedición a Laguna Blanca de 1955
El viajero
de la lengua
El lingüista reconstruyó la memoria ancestral, donde los
vientos arrecian en la altura, donde dioses juegan a ser mortales.
Por Rosario Andrada
Pbro.
Rosa Olmos; Federico Pais, Armando R. Bazán, Alberto Rex González, Julián
Cáceres Freire.
No los detuvo el frío ni el "mal de la altura", en mulas
y con un cansancio atroz recorrieron peñascos, desfiladeros aguileños,
desiertos, rudos pedregales entre fluctuantes masas medanosas y un sol
implacable. Sólo un silencio de piedra quebrado por el ulular del viento.
La expedición partió hacia Laguna Blanca el
17 de febrero de 1955, la integraban los historiadores Armando R.
Bazán, el Pbro. Ramón Rosa Olmos, el arqueólogo Alberto Rex González, el
antropólogo Julián Cáceres Freire, cuya misión era el estudio de las
distintas disciplinas en una región virgen y misteriosa. Federico
Emiliano Pais -lingüista-, también formaba parte de esa aventura, fue él
quien pinceló con bellísimas imágenes la geografía a más de 3.200 metros
de altura, cerros como el Nevado de Laguna Blanca o el volcán Galán
hacía el Norte.
El "viajero de la lengua"
dejó
sus impresiones en una crónica: Viaje a Laguna Blanca, sobre los
llamados seismiles (cerros que oscilan entre los 5000 y más de 6000 msnm), los
nidos de águila en Barraca Larga, los pantanos o "ciénegos".
"Todo es gris y silencioso, en este paisaje de agobiante
grandeza y misterio. Los erizados cerros se hunden en las nubes, y la niebla se
desliza con sus patas de araña sobre los amarillentos pajonales. Estamos en las
estribaciones del Chango Real... una fortaleza es la casa de los Llampa, recuerda
los antiguos "pucarás".
Pais y Freire.
Comparó las casas de piedra y las de adobe con la
construcción de los diaguitas, sus puertas tenían apenas 1,20 m de alto, se
orientaban sólo hacia el norte y hacia el este para defenderse de los vientos
y, un piso que se hunde no menos de treinta centímetros bajo el nivel exterior,
"son como pájaros dormidos con la cabeza bajo el ala". Recordó extraños
rituales, como la muerte de Don Juan Llampa, el "curaca" enterrado con sus
mejores prendas, sus "pullos", su coca, pero el 28 día de su novenario, los
parientes simularon un cuerpo con sus ropas y lo volvieron a enterrar con coca,
aguardiente, cigarrillos, "olladas de comida", flores, mientras cantaban
vidalas y vestían de rojo. Viejas tradiciones de santitos y alabanzas.
La marcha desde Los Nacimientos a
Laguna Blanca, -situada en la región oeste de la provincia de Catamarca, en
el norte del departamento Belén-, fue penosa, los caballos se
hundían en los médanos, no había puntos de referencia. Extenuados llegaron a la
cuenca atravesando salares, en medio de matas de pichana, erizados airampos y
la rastrera llareta como única vegetación.
Los ojos de los expedicionistas bendecían la sagrada
tierra, donde el grito de un ángel despierta las mañanas entre lejanos balidos,
y la luz enloquecía a las vicuñas.
"Los cerros se yerguen desnudos, de piedra
roja volcánica, como llamas solidificadas de pronto por mágico conjuro... Al
sur, ese piso salino, libre de aguas desde tiempos inmemoriables, constituye un
vasto salar... allí están las `parinas`, flamencos, gráciles y rosados, hay
`guares` y `guallatas`, gansos y patos silvestres, que al atardecer se reúnen
en inmensas bandadas..."
En esa geografía de volcanes dormidos, Federico Pais
escribió el bellísimo poema La Bella durmiente. "allá junto a los cielos/entre
piedras insomnes/ y torrentes coléricos/ una doncella duerme...".
Con la familia LLampas.
En busca del lenguaje, transitó por distintos parajes y
regiones de la provincia, recogió en la zona de Laguna Blanca
vocablos y topónimos como "Rumi Montón" (equivalente a un montón de piedras);
"Culampaja" (se usaba para designar los ríos); "divisadero" (lugar en lo alto,
para otear la lejanía); Pairique (composición netamente cunza-hondonada de
moscas), entre otros.
Toponimia cunza
que
luego Pais extendió su estudio lingüístico a nombres de Antofagasta de
la Sierra, Belén. Sus viajes sirvieron para acrecentar sus estudios,
plasmados luego en sus obras: Hacia un estudio integral de la toponimia
catamarqueña e hispanoamericana; Estudios Catamarqueños de Dialectología
(1976-1978); Algunos rasgos estilísticos del lenguaje popular catamarqueño;
Notas Lingüísticas; Arcaísmos indígenas.
El "viajero de la lengua", como su antecesor Lafone
Quevedo con Tesoros de Catamarqueñismos, reafirmó la importancia de
este lenguaje fruto del mestizaje. Estos procesos cruzados por apropiaciones,
traducciones, resignificaciones, implicaron un variado repertorio de relaciones
socioculturales, definido por múltiples interacciones transgresionales, como
apunta Daniel Delfino en Tesoro de Lagunismo: arqueología
Lingüística de la Puna.
Federico Pais, reconstruyó la memoria ancestral donde los
vientos arrecian en la altura, donde dioses juegan a ser mortales.