Alberto Mastra y Pablo Thiago Rocca.
PABLO
THIAGO ROCCA
9 enero de 2015
Hijo de un zapatero
italiano, Hilario Alberto Mastracusa, más conocido como Alberto Mastra (Montevideo 1909 - 1976) creció en el
barrio La Aguada de Montevideo y con el correr del siglo
llegó a transformarse en uno de los más respetados guitarristas, cantantes y
compositores de tango del Río de la Plata. Por su
gran dominio técnico de la guitarra con su mano izquierda, se le apodó "El
zurdo" y sus composiciones fueron interpretadas por las orquestas como la Aníbal Pichuco Troilo y Carlos Di Sarli.
Sus tangos, polcas y milongas fueron, además, cantados por
referentes de ambas orillas del Plata, como Roberto Goyeneche, Alberto
Podestá, Edmundo Rivero y Lágrima Ríos, entre otros.
Pero el autor de
"Mi viejo el Remendón" y "Miriñaque" descubrió de mayor, a los 50 años de edad,
una nueva afición en la que desplegó todo su ingenio autodidacta. Obligado a
reposo por una enfermedad, "un acentuado mal hepático", con la solicitud
pendiente de su pequeña hija y el asombro ante el viejo arte de construir
barquitos en botellas, se volcó de lleno a un emprendimiento sui generis que
consumó en solitario y del cual se puede decir que fue único cultor: la
escenificación de tangos propios y ajenos dentro de botellas de vidrio.
Casi
todo lo que sabemos de la génesis de estas escenografías mínimas y envasadas
está escrito en una nota de Agustín Pucciano que
reproducimos más adelante y, por supuesto, de lo que surge de la contemplación
directa de
estas obras
actualmente en exhibición en el Museo y Centro de Documentación de AGADU.
1
El talante
genuinamente naïf de estas creaciones no sólo esta signado por el origen infantil
de su labor -el arreglo de un juguete para su niña de cinco años-, sino que
cumple, además, con cada una de las fases de iniciación tardía que acusan los
aficionados a las fantasías del color. Es una operativa que señalábamos en
otros artistas naïf como Guillermo Vitale y Lucho
Maurente: "
El autodidactismo del adulto mayor es uno de
sus rasgos, también el descubrimiento de su `don` en circunstancias fortuitas,
cuya anécdota se transmite oralmente del seno de la familia al barrio,
cimentando una mitología personal que posee semejanzas con el despertar
espiritual de los profetas en las grandes religiones. Las semejanzas no
radican, por supuesto, en el tenor del hecho ni en su significado esencial,
pero sí en el tono y en la estructura del relato: accidente, perplejidad
inicial, visión trascendente, acción justa o reparadora, asunción de la
cualidad divina o don
." 2
El relato de
Pucciano que reproducimos líneas abajo, da cuenta claramente de este
"despertar" típico del arte ingenuo. Las botellas de Mastra concilian el
encanto de un trabajo artesanal muy colorido, con la minucia del detalle
habilidoso y un interés eminentemente narrativo, que condice con una síntesis
descriptiva del tango o del personaje homenajeado: "Barrio de Tango"
de A. Troilo y H. Manzi, Miriñaque cuadro emotivo, Homenaje
a Romanelli por su tango "Pobre Mascarita", Allá por el
900: los primeros tangueros, "Un boliche" de Tito Cabano, son algunos
de los títulos de las botellas ideadas por Mastra.
Otro boliche.
Candombe.
La descripción de
ambientes tangueros es precisa y abunda en señales de época y mitología de
barrio. Hay que detenerse a observar los encantadores cajones de frutas, las
botellas en los estantes de los boliches, las miniaturas de las cajas de
registro, los rostros toscos de los personajes que tienen algo de títere
antiguo (han sido tallados en maderitas ) y juguete casero, para entender hasta
qué punto Mastra elabora un sentimiento plástico de gran autenticidad y
potencia expresiva.
Como otros artistas
ingenuos su necesidad imperiosa de comunicación lo empuja a terrenos
metafóricos que bordean el surrealismo, como en el caso de la jaula
embotellada. La importancia de las aves canoras en el universo simbólico del
tango se resume en el apelativo Zorzal Criollo (Carlos Gardel) o con aquel «Pájaro muerto» de Pintín Castellanos. Pero hay muchos otros ejemplos, como el
remate a "Los ladrones" de Raúl González Tuñón en
la voz del Tata Cedrón: "y de los objetos dejados por la muerta [la
madre anciana] a repartirse entre los hermanos, eligen... una virgen de plata y
el canario."
Armar la jaulita
vacía con ligero aire de pagoda representa una exigida labor de paciencia y una
imaginación no menos admirable. Esta sumatoria de continentes y
vaciamientos (la botella vacía de líquido que contiene la jaula que contiene al
pájaro ausente) solo es legible en el conflictivo imaginario del inmigrante,
encadenado a la vez que separado -físicamente liberado- de su pasado.3
Jaula.
DE BOTELLAS Y RECUERDOS
No sé que hubiera
pensado mi amigo, el poeta
Roberto
Genta Dorado
(Montevideo,
1957- 2014) de estas sucesivas cárceles alegóricas de Mastra. Tampoco sé que
opinaba del Zurdo, musicalmente hablando. Sé que le placía escuchar al
Polaco
y también a
Rivero
, que tenía
debilidad por
Zitarrosa
y por
Gardel
, al punto que alguna vez amenazó con regalarme un
cuadro pintado por él de El Mudo (un retrato de Gardel sin boca), óleo que
luego encontró mejor destino en casa de un amigo.
Pues bien, hacia
principios de este siglo me obsequió una botella que contiene un dibujo en
blanco y negro y un tapón forrado en papel de aluminio. El dibujo o la
monocopia es, no lo dudo, su autorretrato, de cuando atusaba un bigote estilo
imperio.
Roberto Genta Dorado y su botella.
Muestra
un semblante quijotesco con una mirada entre astuta y risueña. Eran épocas de
intercambios de botellas, que bebíamos y que también empleábamos para funciones
ulteriores: en mi caso, había editado un disco de poesía con el músico Fernando
Pareja y realizaba distintos objetos
"asociados" a los
que estampaba textos que antes habían sido incluidos en el disco compacto y que
luego, "objetualizados", regalaba a los amigos. 4
Muchos creadores
han empleado botellas de vidrio con fines artísticos. Recordemos la
impactante serie de Ernesto Vila que juega con la anamorfosis, producida por la
refracción del agua, de imágenes de desaparecidos colocadas detrás de las
botellas.
Roberto
Genta
no era uno de
los artistas marginales en el sentido que se acostumbra dar en este blog. Pero
su actividad plástica estaba sí al margen de la creación literaria, a la que se
abocó sin prisas ni pausas. Organizamos juntos una exposición de sus pinturas
abstractas de aire informalista en el boliche El Lobizón,
lo ayudé con la conducción del ciclo de poesías De puño y letra, en un collar
de boliches que iban desde Amarcord a Jackson Club, pasando por Perdidos en la noche,
y que básicamente regalaban poesía y expendían alcohol (y alimentos). La
botella de Genta es también, como las de Mastra, única en su género. Me
acompaña con el rostro afilado detrás del vidrio, al margen y en medio del
recuerdo. Porque como en el poema que me dedicara en su libro Sangre Sucia, él
se mantuvo siempre, paradójicamente en el margen y en el centro de la poesía:
Siempre
al margen/ canonizados/ lejos
Ahogados
en tinta/ preludio de espanto.
A un
costado de la vida y en medio de la vida.
Con
el ojo de la muerte en un bolsillo.
Con
sangre que no se derrama
porque
nadie derrama la sangre de los muertos.
Siempre
fuera/ al margen/
lamiendo
pequeños huesos
de
algo extraño que fue sol encadenado/
sumergida
luna.
Siempre
al margen/ con la muerte en el ojo.
Con
el bolsillo lleno de palabras
que
llaman al hombre/ a sus cosas/
al
delgadísimo hilo que los ata a mariposas
mínimas/
prescindibles.
Canonizados/
ahogados en tinta.
Llenos
de olvido/ los poetas.5
Bar y almacén
Casa.
1.
En
Montevideo, calle Canelones 1130, Subsuelo Casa del Autor. Queremos agradecer
la gentileza de su directora,
Estela
Magnone
, que nos dejó tomar fotografías de las obras y
facilitó la consulta de documentos de prensa de dicho Centro.
2.
Pablo Thiago
Rocca
,
Otro arte en Uruguay, Ed. Linardi y Risso,
Montevideo, 2009, p. 55.
3.
Guarda una estrecha conexión con aquella gran jaula -una pajarera- con forma de
transatlántico que fuera exhibida en el exposición Como Uruguay no hay, curada
por Gabriel Peluffo en el Museo Blanes, Montevideo, 2000.
4.
Una
de estas botellas con textos impresos sobre el vidrio se la obsequié a Roberto,
otra a Jorge Meretta (a la sazón compinche de Genta) y cuya imagen, el autor de
El sobrante del humo utilizó, no sin antes solicitar caballerosamente mi
consentimiento, para logo del sello editorial Botella al Mar.
5.
Roberto
Genta Dorado
.
Sangre sucia, Ediciones La Gotera, Montevideo, p. 62, primera edición octubre
2002. Con ilustraciones del autor.
Documento: Las
Botellas de Mastra
Por Agustión Pucciano
"Soy
del barrio de la Aguada. Nací en la calle Yi 125, un domingo a la mañana, cuando
tañían las campanas de la Iglesia vecina, llamando a Misa de Once.
Mi
casa natal, estaba a espaldas del Molino Montevideano. (...Y quizás por eso, me
costó tanto ganarme el pan)"
Alberto Mastra
, se hermanó al ambiente porteño en 1926, cuando la
guitarra y un portafolio, llevando todas sus pertenencias, cruzaba el charco
para ver qué pasaba ¡Y lo que pasó, pasó!... El mundo lo sabe! Los papeles
cantan!... Todo salta a la vista. Cuando lo apadrinaron los `monstruos sagrados` del Tango: Aníbal Troilo y Edmundo Rivero. Alcanzó el nivel de
los clásicos de la música y la canción del pueblo.
Gran
escalada de éxitos lo encumbraron a los primeros planos, con `Miriñaque`, `La
Fulana`, `Candombe Federal`, `Mi Viejo el Remendón`, "No la
quiero más`, `Bon
Jour Mamá`, `El Peluquero`, y `El Viaje del Negro`, entre tantos.
Mastra, oriental
sin titubeos. Jamás desmintió su nacionalidad. Es un `zurdo` magistral pulsando
el diapasón de su viola compañera. Calidad multifacético como músico, autor,
cantante, filósofo, charlista`... y ahora en otra dimensión desconocida, `LOS
TANGOS EMBOTELLADOS`!
Esos mismos tangos
que ya superaron las áreas orbitales en una vuelta al mundo sin precedentes
desde Montevideo a la Calle Corrientes, Tokio, Berlín, Roma, Milán, París,
Nueva York, Madrid, Barcelona, y toda América Latina, sorprendiéndose con el
arte desconocido de un habitante nacido en ese puntito del Mapa, que se llama
República Oriental del Uruguay.
Conocíamos... y usted
conoció, ¿no es así? ¡Los barquitos en la botella! ¿Usted también lo supo, que
hubo un pintor brasileño que expuso en la Galería Santos Dumont de Punta
del Este, una colección de paisajes cariocas, pintados sobre cabezas de
alfileres?... ¿Sintió hablar, o tal vez los ha visto, los cráneos reducidos
al tamaño de una naranja, de los indios Jíbaros?... ¿Sabía que famosos
miniaturistas japoneses, habían escrito versículos completos del Corán, sobre
granos de arroz?... ¿Y nadie le contó, que en la exposición `Pueblito
Español` de Barcelona, muestran la típica artesanía, vida y costumbres de
España, donde el turista puede adquirir entre los `souvenir` originales Cajas de
Cerillas, cuyo contenido es un Colmao Andaluz, con escenografía corpórea,
instalaciones, y el tabladillo donde aparecen en el esplendor de sus danzas
gitanas la Lola Flores, la Carmen Amaya, o la Niña de los Peines?... Por eso, que
ante lo exótico y contraproducente que aparece en cualquier rincón de la
tierra, siempre hay un porqué para afilar el lápiz, y no echar en olvido las
cosas raras que andan por ahí.
Casita.
Alberto
Mastra, el arquitecto de la maravillosa muestra que enriquece las vitrinas
del MUSEO DE AGADU, nos obliga a historiar que al promediar el
Verano de 1959, cayó postrado en cama. Tregua artística, obligado por un
acentuado mal hepático. Así pasaron días y noches, con la radio en la mesita de
luz escuchando tangos, junto a su encantadora hijita que apenas cumplía cinco
años de edad y que un día antes de su primera salida a la calle -con permiso del
médico- le entregaba a papá, un trozo de madera que le había saltado de un
juguete. `-Con esto podría hacerle un nuevo juguete a mi hija. Así le doy el
gusto. Le hago un regalo y de paso me distraigo en los días de `cuarentena` que
aún me restan...`- Lo cierto fue, que MASTRA cuando salió a la calle se fue a
visitar las Galerías de 18 de Julio, entrando a una de las `boutiques` que
tenía tras los cristales de la vidriera una botella acostada. Dentro de ella,
en su vientre de cristal el Mar y un Barquito de blancas velas. Quedó
fascinado. No era la primera vez que veía una pieza de ese curioso arte de la
paciencia. La delicadeza consiste en elaborar un mundo marino en pequeño,
introducido por el cuello de una botella. Un arte que debe haber nacido tras
los muros de una cárcel en las manos de un penado, torturado por la soledad y
la monotonía de los días y años sin esperanzas.
Mastra piensa.
Mastra reflexiona. Mastra recuerda el juguete prometido a su pequeña Vincky...
¿Por qué no hacerlo yo también?... Por qué no embotellar el tango igual que los
barquitos?... Y fue así que Mastra Compositor, Guitarrista, Cantante, Filósofo,
Charlista, le daría una nueva variante al tango, en una proyección imaginada en
ese primer paseo de convaleciente, al pararse ante la vidriera de una `boutique` de una moderna Galería de la Avenida 18.
MANOS A LA OBRA Y ¡SE HACE EL MILAGRO!...
Otra vez en su
casa... y la radio sobre la mesa de luz, seguía dando sus conciertos de tangos.
Había que pagar derecho de piso a la experiencia. Pero Mastra no cejaba,
comenzando su trabajo con una cortaplumas y una hojita de afeitar usada. En
aquella madera del juguete roto esculpió una figura. Apenas la había esbozado
tuvo un recuerdo para Pascual Contursi. El
letrista de `
Cumparsita
`
. Compuso la figura sentada, para la
cual labró una silla. Después le dio color. La pintó. Pero vio que le faltaba
algo. No voy a dejarlo solo. Pensó en el fondo. El decorado. La imagen. Y el
tema de Contursi `Mi noche triste`. Trabajó intensivamente. Se sintió poseído
de entusiasmo al comprobar que estaba descubriendo una habilidad artística que
nunca había soñado poseer. Él, era músico, autor, notable guitarrista. Cultor
del tango. Y tanto, que el tango no podía dejar de introducirlo en el nuevo
género artístico que abordaba por primera vez. Aquella figura de Contursi, se
había rodeado de las cosas mencionadas en el tema `Mi noche triste`. De la
tragedia narrada en el tango...
Percanta
que me amuraste
en
lo mejor de mi vida
dejándome
el alma herida
y
espina en el corazón...
La
guitarra en el ropero
todavía
está colgada...
siempre
traigo bizcochitos
pa
tomar con matecitos...
`Hice todo cuanto
dice el tango y lo metí en la botella` -cuenta refiriéndose a su primer
trabajo. Pero tuvo que abordar su propia técnica. El procedimiento de los
barquitos en la botella, consiste en trabajar fuera de ella, para el velamen de
la embarcación, una vez introducido en el casco de la misma, es necesario
plegarlo, para hacerlo pasar por el cuello de la botella. Con un hilo colgado
se tira de éste y el velamen queda desplegado. Es lo que se llama, la técnica
del plegado y el hilo.
La técnica de
ALBERTO MASTRA, consiste en esculpir y lograr las figuras y los objetos por
partes, cuando el tamaño hace imposible el paso por la botella, valiéndose de
un alambre con la punta achatada a modo de espátula diminuta. MASTRA emplea
madera de álamo, sauce o ceibo. Además de otras materias primas, como cartón,
témpera, goma de pegar y papel. Un pincelito completa su instrumental. La
habilidad de sus manos... y toda la pasión tanguera de su vida trasnochada.
Es una nota de AGUSTIN PUCCIANO apuntalada en recuerdo
por Alberto Mastra."
Nota: Se ha
respetado el uso de las mayúsculas, puntos suspensivos y comas, tal como se
reproducen en la publicación original. Boletín de AGADU, Nº 17-18 de Setiembre
Diciembre 1974. Gentileza del Museo y Centro de Documentación de AGADU
Imagen
portada:
http://arteotroenuruguay.blogspot.com/