PUBLICADO EL 22 DE AGOSTO DE 2020 POR "LA VOZ DE
MISIONES"
A punto de cumplir 75
años, con más de 30 libros publicados y casi 20 años imprimiendo poemas,
cuentos, novelas y ensayos de un sinfín de escritores de Misiones y la
región, Luis Ángel Larraburu confiesa: "Todavía tengo mucho para dar".
El docente
retirado recibió a La Voz de
Misiones en su casa del pasaje Brasil, en Posadas. Allí, rodeado de
nietos, quienes coparon el estudio en el que escribe y edita, se confiesa
amante de Cervantes, Jorge Amado y García Márquez, sin olvidar la literatura regional y gauchesca,
y repasa sus inicios en el mundo de las letras.
Aunque publicó su primer
libro en 1997, sostuvo que lee "desde
el vientre de mi madre", ya que sus padres le inculcaron a él y a sus cinco
hermanos el interés por la fantasía.
"Desde mi infancia mi padre nos contaba todas las
noches el capítulo de un cuento interminable, que se inició mucho antes de
que yo naciera y, como fui el último que se fue de mi casa, escuché el último
capítulo"
recordó emocionado en el
arranque de la charla con LVM.
Ahora, con 74 años a
cuestas, repasa: "Ya llevo 33
editados con mi nombre, porque tengo otros con seudónimo". Sin embargo, ese
comienzo no fue fácil para el oriundo de Apóstoles: "Cuando sobrepasé la barrera del tercer libro, me di cuenta que mis
hijos estaban famélicos, mi mujer desgreñada, y lo único que les quedaba
eran las esperanzas de comer".
Pero más allá de las
adversidades, "que cualquiera puede
tener", el instinto de supervivencia -como dice- lo llevó a "intentar editar mis propios libros, a
buscar, indagar e invertir, y me fue bien".
Fue así
que, alrededor del año 2000, nació Ediciones Misioneras, la empresa
que al día de hoy encabeza y por la cual -asegura- vive sin trabajar: "Intentaría definir mi trabajo con una
vieja frase que no pierde vigencia: haz lo que te gusta y no tendrás que
trabajar. Entonces yo hace 20 años que vivo sin trabajar, estoy en lo que
me gusta, es mi pasión".
En este sentido, sobre su
metodología de trabajo, el editor contó que, la primera etapa, de edición y
diagramación, es totalmente gratuita para cualquier escritor. "Estamos en un plan de ayuda en el cual
queremos generar acciones y esa es nuestra satisfacción, no estamos detrás del
dinero, sino del servicio", aseguró.
El urutaú y su hijito, según Luis Angel Larraburu.
Además, Larraburu adujo
que, lejos de disminuir, el interés por escribir e imprimir no para de
crecer: "Yo lo atribuyo al
encierro", explicó. De todas formas, advirtió: "Si no leés, no podés ni debés escribir, no podés salir a decir
cualquier cosa".
Asimismo, aclaró que,
desde Ediciones Misioneras, no ponen reparos a la hora de seleccionar el
material a imprimir: "No puedo ser
selectivo, sino orientativo, no le puedo privar al ciudadano de que edite su
pensamiento, eso dejalo para las grandes editoriales. Eso sería
censura".
Editar o reventar
A pesar de haber perdido a
su esposa hace pocos meses, Luis Ángel Larraburu es un agradecido: "Tuve una vida demasiado hermosa, demasiado
feliz, con todas las peripecias que se puedan tener, no exento de
problemas. Ahora estoy viviendo la soledad y mis nietos me visitan y no me
dejan solo, esa es mi vida", confesó.
En este sentido, razonó: "Mucha gente a mi edad podría decir: `Ya
tengo todo hecho`, yo me lo planteo al revés, tengo mucho por hacer", y
subrayó: "Si yo no sigo editando,
qué hago. El Negro Fontanarrosa dijo una vez: `Escribo, porque si no escribo,
reviento`".
"Mientras conserve lucidez, vitalidad y salud,
seguiré"
, aventuró, y agregó: "Hay gente vieja entregada, con deseos de
morirse, y se enoja con los médicos porque no le encuentran su enfermedad, y
necesita que se la encuentren para tener un pretexto para morir, yo tengo
la necesidad de que los médicos me encuentren saludable para tener una buena
excusa para seguir disfrutando".
Con dos guitarras como
único lujo, Larraburu disfruta de sus hijas y sus nietos, quienes bautizaron su
estudio como la Sala de Arte. Allí se
refugia junto a ellos y deja un mensaje sobre el porvenir del libro, el cual,
confirma, nunca morirá:
"El libro es una cajita mágica que ante cualquier duda
se puede abrir y nos aporta conocimiento, emociones y aventuras. Cuando
leemos, estamos escuchando al autor aunque haya muerto hace centurias, porque
nos dejó su cajita mágica... eso es el libro"
, cerró.