Es una planta
herbácea gigante conocida también como bella sombra, oriunda de los montes del
nordeste argentino, Uruguay, sur de Brasil y Paraguay.
En la región
pampeana Argentina es una especie ampliamente conocida por la particularidad de
dar magnífica sombra y actuar como demarcación del territorio argentino.
Dicen que dicen...que
cierta vez una comunidad pampa festejaba alegremente con danzas y rituales su
primera cosecha de maíz, desde ese día fueron los varones encargados de cuidar
el cultivo de tan preciada especie. Ellos vivían muy felices porque obtenían su
alimento.
Pero sucedió que,
al poco tiempo, gritos de guerra sonaron en la toldería y la tribu debió afrontar
la situación, es decir, que los hombres tuvieron que ir a defender sus dominios
alejándose de la comunidad. En ella solo quedaron los ancianos, un apretado
grupo de mujeres y los niños.
Fueron las
mujeres las encargadas de las tareas cotidianas, pero el cacique le encomendó a
Ombi, su esposa, el cuidado del pequeño cultivo.
Transcurrieron
muchos días, Ombi le puso todas sus energías al cultivo y este le ofreció sus
frutos.
A pesar de la
incertidumbre al no saber si su compañero regresaría con vida, ella festejó entusiasmada
aquellos brotes y con sus agrietadas manos removía la tierra y acarreaba el
agua para regar a los cultivos.
Ombi no descuidaba la siembra porque sabía que de
ella dependía el alimento de los días venideros.
Sin embargo,
ocurrió algo inesperado, una gran sequía agrietaba y secaba la tierra polvorienta.
Nadie podía recordar nada igual, el sol despedía poderosos rayos que resquebrajaba
la tierra sin piedad y por más que los ancianos invocaron la protección del
supremo para que la lluvia trajese alivio a la región, ni una mísera nube
aparecía en el diáfano cielo.
Se secó la
aguada y un viento caliente terminó por agotar las fuerzas y desalar la región.
Ombi veía con
desesperación como las plantas morían calcinadas por el intenso calor y redobló
los cuidados para salvar el sembradío.
Los días se
hacían interminables y el la pampa extensa y llana no existían árboles donde
cobijarse, solamente bajo los toldos se obtenía una pequeña protección.
Ombi no cejaba
en el esfuerzo, fue por esos días, cuando los ancianos advirtieron como el
cabello de la mujer cada día encanecía más y su cuerpo iba tomando las formas
de una anciana.
Temerosos por la
vida de Ombi, le rogaron que se quedase con ellos al resguardo de los toldos,
pero ella se negó a dejar el cultivo, estaba resuelta a salvarlo, aunque más no
fuese una planta para juntar las semillas para la próxima cosecha.
Cierta mañana,
cuando el calor cocinaba con sus rayos la pampa en toda su extensión, Ombi
comprobó que del pequeño sembradío solo quedaba con vida una solitaria planta
medio chamuscada.
Decidida a
protegerla se interpuso con su poncho para darle sombra y con sus propias
lágrimas humedeció la tierra reseca.
Pasaron los días
y al ver que ella no volvía los ancianos salieron en su busca, pero ella ya no
pertenecía a este mundo, lo único que hallaron fue una solitaria y verde planta
de maíz que, aunque frágil aún se mantenía viva, resguardada por la sombra de
una hierba gigantesca que crecía cerquita de ella con restos de un poncho
deshilachado.
La comunidad
entera lloró la pérdida de Ombi y en honor a ella llamaron a esa gigantesca
hierba Ombú.