QUIEN QUIERA OIR QUE OIGA, QUIEN QUIERA LEER QUE LEA
por
Ricardo Luis Acebal
Para introducir su poema
"Tarde lluviosa en Buenos Aires" (página 114) Peñoñori dice:
"Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no
encuentra gracia en sí mismo".
Está indicado que el libro
que estoy comentando (edición del autor) "se terminó de imprimir en septiembre
de 2019". La actualidad de lo que expresa dicho poema sobre los habitantes de
la Ciudad de Buenos Aires no ha variado pese a la experiencia de todo un año de
corona virus.
Cebo lento el mate amargo,
pues quiero viajar más lejos/ sin apuros.
En esta tardecita gris lluviosa,
tranquila despaciosamente caen las gotas/
imperturbables,
como queriendo calmar la agitada pulsación/
de la ciudad.
desprovista/ descuidada:
se esfuerzan en limpiar
los buenos aires contaminados
de esta ciudad apurada apresurada
por llegar no se sabe adónde.
Ciudad que no lee
no escucha música
solo contaminada y
se ha vuelto sorda;
muere de a poco/ lentamente.
Miro a través del ventanal
el cielo grisáceo que envuelve el azul añorado
mientras cebo lento el mate amargo,
pues quiero viajar más lejos/ sin apuro.
En esta tardecita gris lluviosa,
caen las gotas imperturbables,
serenas,
una tras otra.
Este poema integra la
tercera parte del libro, que se titula igual que toda la obra "Desacordes en la
bruma" y que, como muy bien expresa David
Sorbille en el prólogo (que él califica de "apuntes"): "Nuestro autor nos
muestra un corazón desvelado por la injusticia del mundo, los traficantes de la
muerte, los que usurpan el plan de los humildes y también provocan con su odio
de clase, la respuesta de los pueblos próximos a estallar".
En esa sección merecen
destacarse "Gobernantes neoliberales" y "Niña de Gaza".
Claro que antes de llegar
allí, Javier en la primera parte, titulada "Niñez"
entrega: "El mate compartido con mi
padre":
(parcial)
Me gustaba sentarme con mi padre
debajo del sauce llorón/
ante una breve mesa tendida
ramas lagrimosas caían
derramando caricias sobre las tablas.
Con lentitud,
hablaba,
preparaba el asado.
Con sus manos de pelear la vida
junto a su testarudez
detrás de esa seriedad/
detrás de su rostro hosco/ rígido temperamento
después vertía el agua en el mate
y entre tranquilos sorbos
decía: -qué hermosa mañana.
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Y en "Lugares" (la segunda
parte) las vivencias del pago natal en las islas y la laguna de San Pedro, pasando por Tucumán, el Perú, las
Aguas Santas y el Chimborazo en Ecuador...
Volcán Chimborazo, Ecuador.
Hace largos años que vengo
poniéndole oreja a la guitarra de este sampedrino, cuyo disco número 11 está
comentado en nuestra sección "Discos" y doy fe de que los viajes por América y
seguramente sus lecturas y la música que escucha, operaron en el intérprete una notoria evolución hacia la
obtención del sonido más profundo de nuestro "instrumento nacional" por
excelencia.
El libro y la guitarra de
Peñoñori constituyen una invitación a sentir y por consiguiente a amar a
nuestra América Profunda.