El huemul es un
mamífero cérvido robusto, posee una altura del lomo al suelo de aproximadamente
un metro. Las hembras son más pequeñas que los machos, que además tienen astas.
Tienen un pelaje grueso y tupido de color café fuerte durante los días de
verano, pero en invierno se torna mucho más claro hasta tomar un tono grisáceo
o amarillento. Se alimentan de pasto, ramas y hojas arbustivas. Paren una vez
al año y su gestación es de seis meses. Su caza es ilegal porque se encuentran
en peligro de extinción.
Dicen que dicen...los
abuelos sabios que hace mucho pero mucho tiempo atrás, tanto que no se sabe cuánto,
una leyenda Tehuelche relata, que los huemules eran habitantes de la luna.
Sin embargo,
ellos vivían enamorados de la tierra. Todas las noches se acercaban hasta los
contornos de la luna para admirar nuestro azul terruño.
Ellos admiraban
nuestras altas cumbres con sus helados picos y ardientes volcanes, los valles
de intenso verdor y lujuriosos bosques y su variedad de seres vivos, los
caudalosos ríos, los mansos lagos y los salitrosos mares con espacios paradisíacos
y turbulentas olas, los apacibles atardeceres y bellos amaneceres, todo los
hechizaba, los invitaba a ser parte de ella.
Un día, y sin
intención, arrobados por el paisaje terrícola, se acercaron tanto al borde
lunar, que terminaron cayendo a la tierra, en un lugar incierto, vaya uno a
saber dónde, pero sin dudas en el sur de nuestra Argentina, en la Patagonia.
Según dicen, los
huemules usaban sus astas como alitas, con ellas navegaban conociendo las
estrellas, por eso, las cuidan y las mudan año tras año.
Hubo un huemul
macho que fue encontrado con una asta rota.
Bien pudo haber
sido defendiendo el territorio, o alardeándole a su hembra, nunca se había
visto uno con una asta quebrada de esa forma, parecía una alita rota que deberá
sanar con el tiempo, como si fuera una triste pena de amor.