En una casita de
piedras, oculta entre las lomas, al norte de Humahuaca, más precisamente en Pueblo
Viejo vivían un padre y su hija.
El padre
Ninañahuí, y su hija Soncocolila.
Soncocolila era
una joven deslumbrante, sus ojos tenían un negro profundo y sus cabellos largos
y siempre trenzados, tan oscuros como el azabache.
Su tez color avellana
y un cuerpo de curvas generosas.
Tenía por tarea
cuidar el rebaño de llamas, ella todos los días las llevaba de pastoreo.
Una tardecita,
antes que cayera el sol, ella iba volviendo con sus llamas, cuando un guerrero,
amigo de su niñez, la intercepto en su camino.
El muchacho se
llamaba Rumi. El padre de Rumi, Catari, había sido antaño aliado de Ninañahuí,
pero ahora ambos jefes se hallaban en guerra, pues Catari aspiraba invadir el
territorio de su ahora enemigo y adosarlo a los suyos.
Para ello había
enviado a Rumi, debía explorar la zona, en eso estaba cuando sorpresivamente se
produjo el encuentro con la hermosa mujer y a quien él recordaba como una niña
alegre y pícara.
Ellos hicieron a
un lado el odio, la pelea y el rencor de sus progenitores y comenzaron cada
tarde, a encontrarse cuando ella volvía con su majadita.
Con el correr de
las lunas, el amor fue creciendo entre ellos, pero el padre de Soncocolila los
descubrió y colérico ordenó a su gente rodear en círculo a los amantes.
Entre quienes
redeaban a los jóvenes, había un guerrero que había sido despechado por
Soncocolila y furioso, apuntó al joven con su flecha y lo atravesó, Rumi cayó
mal herido.
La joven cuidó a
Rumi pero finalmente el consejo de anciano determinó que el invasor debía ser
decapitado.
Por más que ella
suplicó, lloró y rogó el padre no se conmovió.
Concretada la
pena, mandó a colgar la cabeza de Rumi en lo alto de un cardón.
Una vez
consumado el hecho, vieron con asombro que gruesas lágrimas brotaban de los ojos
del recién decapitado.
Los aterrorizados
guerreros que allí se reunían comenzaron a gritar: -¡Humahuaca!, ¡Humahuaca!-.
Ninañahuí: ojos de fuego.
Soncocolila: corazón de paloma.
Rumi: piedra.
Catari: serpiente.
Humahuaca: cabeza que llora.