Dicen que dicen...que
entre los herederos de Inti había un pueblo aborigen que vivía exitosamente
feliz, se alimentaban de los frutos y cultivaban la tierra y usaban sus plantas
como medicina, sanos vivían.
Pero la opulenta
riqueza, sin hacer demasiados sacrificios pronto les hizo olvidar a la Pachamama,
dejaron de rendirle culto y ya nadie labraba sus tierras.
Solo dedicaban
su tiempo a fiestas y diversiones.
La hija del
cacique se llamaba Tuca. Ella era consciente de la conducta desenfrenada de la
comunidad y le imploraba a la Pachamama que no desatara la ira sobre ellos.
Inti, el sol
estaba enojado, más bien furioso y envió sus rayos tan poderosos que la tierra
ardió, quemó las reservas de los granos y secó ríos y arroyos.
Tuca pudo ver
ancianos y niños hambrientos, la desnutrición hacía estragos.
Ella era incapaz
de soportar tanto dolor, desesperada hizo ofrendas a la Madre Tierra,
Encendió una
fogata, quemó hierbas aromáticas y luego elevó sus rogativas vencida por el
llanto.
Entonces,
agotada, se quedó dormida. En sus sueños se presentó la mismísima Pachamama y
en el le pedía que no se dejase vencer, que juntara los frutos del árbol que en
sus sueños la cobijaba. -Ellos salvarán a tu pueblo de la hambruna-.
Al despertarse,
Tuca elevó su vista y pudo ver que del copioso árbol que le regalaba su sombra
colgaban vainas marrones y que, debido a su forma, nada haría pensar, que en su
interior habría semillas altamente alimenticias.
De esta forma
conocieron al algarrobo que los salvó del hambre y desde ese día aprendieron a
utilizar sus semillas de diferentes formas.
Nunca más
dejaron de rendir culto a la Pachamama porque ella los salvó de la perdición.