FINAL TANGUERO: MUNDO, CORONA VIRUS Y DESPUÉS...
por
Ricardo Luis Acebal
Treinta y pico de frentes
de guerra con centenares (y a veces miles) de muertos por día, sobre todo en
países que en su subsuelo poseen el futuro contenido de millones de "barriles"
de petróleo vienen siendo noticia desde hace décadas y a los seres humanos que
no los sufrimos directamente parece no afectarnos en lo más mínimo. Esas
guerras constituyen "la normalidad".
Centenares de africanos
que terminaron sus días tragados por las aguas del Mediterráneo cuando
intentaban escapar a la muerte por hambre buscando sobrevivir en Europa nos
horrorizaron por un rato. Después, aún la famosa foto del pibe muerto en la
playa, a la inmensa mayoría de los seres humanos nos pareció que poco o nada
podíamos hacer para remediar eso.
Y todo pasó a ser parte de
"la normalidad".
Quizá por eso cuando un
periodista le preguntó al Papa Francisco qué opinaba sobre la posibilidad de
una nueva "guerra mundial", don Bergoglio le respondió "qué otra cosa que una
guerra mundial eran esos treinta y pico de frentes abiertos en distintos continentes".
Y en un memorable encuentro con la presencia de las caras visibles del poder
europeo (presencia física de primeros ministros, presidentes, etc.) el mismo
Francisco (suramericano) le preguntó a los dueños del "Viejo Continente" qué quedó en pie de aquella
Europa de las luces, de la ilustración, de la "civilización"...
Ningún "poderoso" europeo
respondió, pero una vez terminada la reunión todos se juntaron en torno a una
mesa bien servida.
Y todo siguió igual, es
decir todo volvió a "la normalidad".
Mientras tanto varios
"tsunami", terremotos altamente destructivos, huracanes cada vez más violentos,
erupciones volcánicas y otras reacciones de advertencia sucedieron durante
estos últimos treinta (o cuarenta, o cincuenta) años sin que todo eso no impidiera
volver a "la normalidad".
Hoy, en 2020, se enseñoreó
y está recorriendo todo el mundo (TODO el mundo) un virus que nos lleva puestos sin
preguntarnos si vivimos amontonados en una villa o tenemos cuentas offshore en
Suiza, Panamá o las islas mongo.
En 2012, un periodista
argentino con más de cuarenta años de experiencia profesional en el diario "La
Nación" escribió "RENACER DE LOS ESCOMBROS, LA VIDA TRAS EL FIN DEL MUNDO".
Autor: Rafael M. Giménez
Argentino y periodista. Se
desempeñó durante más de 40 años en el
diario La Nación. Escritor de poesías y relatos. Cristiano y sincero
admirador de la filosofía oriental. Maestro de reiki. Esposo, padre y abuelo.
Autor del libro Historias en las orillas
del Samsara (ed. Dunken, 2019).
El libro que aquí se
comenta se escribió originalmente en el año 2012 y se da a conocer ahora, en junio
de 2020.
E-mail del autor:
rafaelgimenez44@hotmail.com
Diseño de tapa: Sebastián Giménez
Foto de tapa tomada de https://es.123rf.com/imagenes-de-archivo/bola_del_mundo.html?sti=m1m7wto1e0bwiyqyri|
Índice
Desde el
umbral
.............................................................................................
5
El proceso
autodestructivo
............................................................................ 9
Complicidades
necesarias
........................................................................... 15
Los
desajustes
..............................................................................................
18
La
espiritualidad
..........................................................................................
21
Las nuevas
castas
........................................................................................
25
El poder del
miedo
......................................................................................
27
El nuevo
credo
.............................................................................................
29
¿Regreso del
péndulo?
................................................................................
31
Todo en todo
................................................................................................
34
Rafael Gimenez
Lo que expresa "Desde el
umbral" es parte "de una primera
aproximación de conjunto" como dice el autor. Con solo analizar apenas los
títulos de los distintos capítulos que detalla el "Índice" se advierte que Gimenez
analiza en profundidad la decadencia mundial que nos ha conducido hasta el
presente "fin del mundo" ofreciéndonos
en "¿Regreso del péndulo?" y en "Todo en todo" una propuesta superadora,
siempre que nos olvidemos de querer, una vez más, volver "a la normalidad".
Desde
el umbral
"Las reflexiones que siguen requieren tal vez de un prólogo, de
alguna explicación, de una primera aproximación de conjunto, algo que no es
fácil, especialmente en una época que hace las veces de umbral, de transición,
de un mundo que se desmorona lentamente y otro que comienza a reverberar entre
los escombros que deja el anterior.
De un fin del mundo que ocurrió sin la estridencia que esperaban
los profetas, casi sin que nos diéramos cuenta, pero que, fatalmente, contó con
nuestra despreocupada colaboración.
Tengo en la memoria una imagen muy nítida. Unas semillas y un
puñado de tierra olvidados debajo de la pileta en un lavadero al que le daba el
sol muy poco tiempo. Y un día descubro un tallo verde que, no se si
desesperadamente, se asomaba hacia el cielo.
Ese tallo sabía dónde estaba la luz y la semilla estalló en nueva
vida apenas vislumbró esa escurridiza claridad. Allí estaba ese verdor
incipiente en el lugar menos indicado, en el lavadero de un edificio ubicado en
el corazón de una ciudad enorme y contaminada.
Orgulloso, enhiesto pero, sobre todo, vivo. Había algo en ese
acontecimiento, una suerte de mensaje, de señal. En la pequeña hoja de una
incipiente petunia, se manifestaba un atisbo de inteligencia, un propósito, un
destino.
Era la vida que se manifestaba ante la menor oportunidad, por
mínima que fuera, como si una especie de energía sutil siempre presente, aunque
en estado potencial, se activara ante la menor oportunidad.
Y a poco que uno comience a ver todas las cosas con un poco más de intensidad, de una curiosidad que
deja abierta la puerta a la posibilidad de la sorpresa, esa suerte de
inteligencia parece impregnarlo todo con el propósito de desarrollar la vida.
El planeta parece algo así como una gran mente donde todo está donde debería
estar, en un equilibrio tan firme que se necesitaron muchos años de desatinos
humanos para que comenzara a alterarse.
Es como esas glándulas del cuerpo que uno se da cuenta que están
afectadas cuando realmente lo están de muy mala manera, de tanto es el resto
que tienen.
Pero
la gran pregunta es cuál es la causa de ese
desequilibrio que tomó dimensiones planetarias. Sin duda, el negocio, la
excesiva rentabilidad y la vanidad que da el impulso inicial. Ese deseo nunca
satisfecho que cambia el ser por el tener, un tener que nunca puede ser
conclusión.
En pocos años todo se
degradó convirtiéndose en un negocio para unos pocos, pero esta degradación
debió contar indefectiblemente con la aprobación de todos. Si no, imaginemos
una guerra en la que el general da la orden de combatir, pero no hay ningún
soldado dispuesto a disparar a un supuesto enemigo. Y no lo hay porque
íntimamente todos saben que allí afuera del propio envoltorio de sangre, huesos
y piel no hay un enemigo sino otro ser humano que sufre y sueña como él, que
respira como él y que intenta ser feliz, como él. Y que quiere vivir."
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"El péndulo fue demasiado
lejos hacia un lado y ahora vuelve hacia atrás, pero desde un lugar mejor, con
una enorme experiencia del saldo negativo provocado por la caída de todas las
utopías y valores."
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"Ni el comunismo ni las democracias, pergeñados por el yo, consiguieron
distribuir para todos los bienes de la madre tierra, ni disminuir las
injusticias, ni detener las guerras, la desnutrición, la reaparición de
enfermedades olvidadas, ni evitar la exclusión y el racismo."
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"Una noche de cielo claro iluminado por incontables estrellas es
una incontrastable declaración de armonía universal. Lo mismo ocurre en el más
pequeño universo del átomo. Todo está en su lugar para que todo funcione. Los
planetas no pelean entre sí para ver quien es más grande ni cambian sus órbitas
para lograr otra que más les guste, que esté más cerca o lejos del sol; tampoco
los protones o neutrones. Nada trata de conquistar nada; todo vive, cumple su
ciclo y se transforma."
Dicen nuestros paisanos kaweskar, tehuelches y otros sureños como ellos, que desde esas estrellas vino el agua a nuestro planeta. Y también desde ellas vinimos los humanos...
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