Dicen que dicen...que
hace mucho pero mucho tiempo atrás, los Mapuche habían olvidado rendir
homenaje a Antü.
En el Valle
Encantado habitaban dos espíritus oponentes, secundados por otros tantos,
iniciaron una feroz batalla.
Uno de los Pillán
azotaba las piedras y se filtraba entre las grietas rugiendo ferozmente. Trauco
no dejaba de rugir. Su peor enemigo, Huesca Cüref Huecufú, desde el volcán le
arrojaba piedras con tal fuerza, que nadie salía ileso de la contienda. Tan
enojado estaba que con sus rugidos provocaba terribles tormentas agudizando la
pelea.
La confusión
reinaba en la Tierra desbastada, desde las cavernas más profundas la montaña
dejaba escapar un aire negro y espeso, por lo cual, todo estaba en penumbras.
El desconcierto
asolaba el valle, la Tierra a oscuras, crujía y la nieve que la cubría
comenzaba a derretirse. De repente, desde el interior de la montaña escapó
fuego y lava.
Sin inmutarse ambos
Pillán continuaban arrojándose rocas para uno y otro lado, aunque nada perturbaba
el sueño de Antú, quien dormía placenteramente, dejando la Tierra en plena
oscuridad y desolación. Todo eso, porque el pueblo mapuche ya no le rendía
rogativas ni ofrendas.
La batalla era
tan intensa, que los animales desorientados y sin lugar donde protegerse iban
en alocada carrera y sin rumbo.
Las piedras volaban
de aquí para allá y enormes bolas de fuego, por momentos, iluminaban el espacio
abriendo al caer, grandes pozos e incendiando árboles y arbustos, que al rodar,
quemaban a los desesperados animales que corrían despavoridos.
Eran pocos los
animales y plantas que lograban salvarse y sobrevivir.
El panorama era desalentador,
nada del paisaje anterior quedaba en su sitio.
Al derretirse la
nieve formaba ríos, lagos y lagunas.
La montaña arrojaba piedras que abrían grietas, a su vez,
devoraban sus propias piedras.
De repente, el
Trauco que gozaba de mayor puntería consiguió asestarle un fuerte golpe a una
roca, el espíritu del viento que se encontraba momentáneamente sin apoyo, logró
que una enorme roca comience a rodar en loca carrera llevándose consigo, todo
lo que encontraba a su paso.
En su caída,
Huesca Cüref Huecufú es arrastrado por la ladera, a pesar de sus largos brazos,
no lograba aferrarse a la montaña. Da largas brazadas, pero como todo estaba
encendido, se le hacía imposible.
A punto de
perder su partida, y terminar escurriéndose por las profundas cavidades al
vacío, ocurrió el milagro, lo salvó su larga barba.
Tan larga era,
que se le enredaba entre las rocas y arbustos, hasta alcanzar un magnifico
árbol cuyas raíces se habían adentrado fuertemente en las profundidades de la
pedregosa ladera.
Este fabuloso
árbol, que el destino había puesto en su camino era un Ñiré.
Desde ese
momento, el viento le obsequió su hermosa barba al Ñiré, en agradecimiento por
su acción y desde ese día la barba cuelga de sus ramas.
Cuando hoy en
día, el viento pasa cerquita de un árbol de Ñiré, lo roza suavemente
acariciándolo, porque él sabe, que vive por él.
Trauco
: Espíritu maligno de largas barbas y
cuerpo deforme.
Huesca Cüref Hucufú
: Espíritu destructor
del viento.
Antú
: El sol.
Mapuche
: Mapu = Tierra, che = gente