LA MADRE DE LA ACADEMIA
por
Ricardo Luis Acebal
No soy hincha de Rosario
Central. Pero a lo largo de estos últimos años confieso que he lagrimeado lindo
escuchando a Alejandro Apo relatando el cuento que escribió el Negro
Fontanarrosa sobre "el viejo Casale", aquél que murió en la cancha de River
durante esa final que Central le ganó a su eterno rival Ñuls.
El mismo Fontanarrosa dijo
varias veces que Casale fue un personaje de ficción, que nadie murió el día de
esa final en River. Pero lo mismo escuchándolo a Apo cuando hacía su programa por
Radio Continental y después varias veces grabado, creo que yo no era el único
en emocionarme con ese viejo que vio consagrarse a su Rosario Central campeón y
enseguida se fue para el lado de las nubes.
En nombre de esa emoción
futbolera, que prescinde de la triste realidad del fútbol dolarizado, he leído
de un tirón desde la página 5 hasta la 187 celebrando que la historia de la
legendaria Tita, llena de enormes alegrías y amarguras (la Vida ni más ni
menos) nos aliente a los hinchas de cualquier camiseta a creer que hay algo en
el fútbol que es incorruptible, que es pura lealtad y que vale la pena por eso
que nos apasionemos con él.
En estas páginas está toda
la historia de la Academia, dándonos datos de su fundación y lo que sucedió
durante los ochenta años que Tita le entregó todo sin pedirle nada.
Tita Mattiussi nació a las cuatro de la tarde del 19
de noviembre de 1919. En Alsina y Colón, partido de Avellaneda, según consta en
su certificado de nacimiento. Justo debajo de la tribuna de madera del viejo
estadio de Racing, en una casilla donde vivían sus padres, Ida y Cesare,
inmigrantes italianos. Doña Ida, que con el tiempo se convertiría en Aída o la
"nonna", trabajaba en la lavandería del club. Don César, hábil en el manejo de
la guadaña, era el encargado de la cancha.
1950, circa. Don César y Juan Domingo Perón
Estas dos fotos integran el libro, páginas 96/97.
Le bastaron tres páginas
al gran Ezequiel Fernández Moores
para prologar esta obra maestra de Marcelo
Izquierdo. El prologuista resume magníficamente la obra que estoy
comentando y destaca con acierto la descripción del dramático momento de la
quiebra del club en 1999, la vida personal de Tita: "Una `mamá de Racing` que
jamás se casó ni tuvo hijos, pero sí amores fugaces y sufridos, que Izquierdo
retrata con ternura y respeto, lejos de esa insistencia algo cargosa que metían
en notas de El Gráfico (fue entrevistada por Borocotó) y hasta en la revista
partidaria del club" y el terrible momento vivido por Tita, "que tenía un primo
desaparecido, vivió de cerca los fusilamientos cometidos por la dictadura el 22
de febrero de 1977 en la cancha de Racing. Que los fusilados, nos cuenta
Izquierdo a través de testigos, pueden haber sido muchos más de los que sabemos
hasta ahora. Es uno de los capítulos más estremecedores de "Tita", la mujer que
aún allí, en medio del terror, supo dar contención a los pibes (N. de R.: de
las inferiores de Racing) y les pidió que fueran más cuidadosos que nunca".
Fernández Moores termina
diciendo: "Izquierdo termina su libro agradeciéndole a Tita. Y nosotros
agradeciéndole a él."
Soy nacido en el barrio de
Barracas. A mis cinco años decidí dos cosas sin que nadie me las impusiera: ser
hincha de Racing y que la orquesta de Tango que más me gustaba era (es) la de
Osvaldo Pugliese.
Agradezco a la Vida por
haber hecho esas opciones hace 68 años y por haber leído ahora "Cien años de
Tita, la Madre de la Academia".