"La leyenda y su misterio"
por Mirta Ortigoza
Luego de encontrar
mi libro que hacía mucho no veía, me sorprendí de verlo allí como si algo me
quisiera decir. Lo abrí, dí vuelta algunas páginas y como si fuera un
acto de magia apareció entre las páginas ¡ella, la indiecita mapuche que había
conocido mucho tiempo antes!... La bella dama que me cautivó de solo verla en
el bosque una tarde cuando regresaba de mi trabajo, aquella que me envolvió en
su suave caminar y que me regaló su sonrisa. Era ella, la flor del bosque, como
una orquídea en el medio del desierto.
Mi niña mujer que tanto había soñado
encontrar cuando era un adolescente... La leyenda era un hecho real.
Con sorpresa fui leyendo cada una de
sus páginas envuelto en ese misterio. La historia de esa niña que se había
convertido en una flor del bosque, esa leyenda que tanto me había atrapado por su
dulzura.Había leído numerosas leyendas y quise meterme en ese libro, como si yo
fuera el protagonista de tan bello encuentro.
Me sorprendió al leer sobre ella que
por no querer ser víctima de un padre que le impedía ser libre, empujada a huir
de esa realidad de no ceder ante esos rígidos rituales, se convirtió en flor.
Cómo no recordar a esa princesa mapuche
quien había sido tan atrayente por el brillo de sus ojos, su boca de algodón y
su figura de sirena. Aquel día nunca lo olvidaré, cuando juntos hicimos ese
viaje hacia la montaña y en donde mi dulce princesa se convirtió en mujer.
Mi doncella mapuche de carita morena y
ojos color carbón, de piel dorada por el sol, de vientre perfumado de azares y
mirada profunda. Se me entremezclan sus recuerdos con lo que expresa este libro
que tanto busqué. Ahora con él en mis manos siento que lo vivido es real, no
fantasía. Real como el sueño de volver a verla, de pasear junto a ella por los
senderos que solo ella conocía en los bosques de Esquel. No podía creer que
tanta belleza fuera mía, no solo por ser una habitante del sur argentino sino
de conocer a mi dulce indiecita, de corazón sincero que solo deseaba estar
junto a mí. Nunca antes me había sentido tan atraído por una mujer que fuese
así de simple, sencilla y de buen corazón.
Quizás deberíamos apreciar su cultura y
sus historias tan atrapantes como la que yo había leído por aquel entonces y que
hoy que soy un hombre adulto vuelvo a no creer en cuentos de hadas, pero sí de
princesas reales como la que yo conocí.