Carlos Arancibia en su salsa: presentando músicos y cantores de nuestra tierra diciendo sus coplas, sus poemas...
LOS ANTIGUOS BULLEN EN LAS VENAS
El autor nació en la
Provincia de Buenos Aires, pero se crió (y sobre todo se "malcrió") en Tafí
Viejo, Provincia de Tucumán.
Por eso le dedica tantos
bellos poemas a su infancia, adolescencia y juventud en los pagos donde los
antiguos talleres ferroviarios (hoy inactivos) daban trabajo digno a tantos
tucumanos que de ese modo podían eludir al monstruoso "familiar" de los
ingenios azucareros.
Carlos vive con su
compañera Graciela en Rafael Calzada (Gran Buenos Aires al Sur) y ahí se reúne
con entrañables poetas y cantores (como, por ejemplo, Terucha y Payito Solá) en
su casi legendario patio.
Pero como ya "no le lloran
hijos" en la casa (ahora hay nietos pero como amorosos visitantes) cada vez que
puede se monta en su potro de cuatro ruedas y se lleva en ancas a la Graciela
rumbo a rincones de nuestra Patria que para muchos argentinos no existen ni en
su imaginación.
En este libro hay coplas y
poemas dedicados a esas argentinas y argentinos con quienes los Arancibia se
topan en cada uno de esos relevamientos.
Para que usted se
entusiasme y busque "La raíz de mi
copla", voy a incluir en esta crónica algunas imágenes con epígrafes
ampliatorios de los datos de quienes aparecen, para que también pueda volar acompañando al autor.
Si se trata de ir a la
punta del ovillo, del comienzo de la identidad cultural, opino que habría que
empezar abriendo el libro en la página
184.
En "El llanto del menhir" el
autor informa brevemente qué pasó con los menhires en Tucumán. Aquí se refiere
al primero que fue "trasladado" desde su emplazamiento original, pero no
olvidemos (y esto va de mi cuenta) que hubo un gobierno de facto
(cívico-militar de los´70) que "inventó" en la provincia un "parque de
menhires", trasladándolos masivamente y agrupándolos en el sitio que se le
antojó para que pudieran ser visitados por los turistas.
Dice Arancibia:
"En el año 1915 el
gobierno de la provincia de Tucumán decidió hacer bajar desde el Mollar, uno de
los menhires que descansaron durante siglos en el valle del Tafí, para
"adornar" el Parque 9 de Julio.
Dibujo del aipa de Ambrosetti en la que bajaron el menhir.
La expedición estuvo a
cargo del arqueólogo Ambrosetti con 20 hombres al mando de Segundo Ríos, hombre
de Tafí del Valle.
Desde el Mollar hasta
Acheral hubo que bajarlo en un catango llamado aipa en Tucumán. Envuelto en
cueros y atado con tientos este silente testigo de siglos de historia viajó
durante un mes llevado por esos hombres que tal vez tenían en sus venas la
misma sangre de quienes los tallaron. Si pudiera ser cierto imaginé qué
pensaría esa piedra.
Me llevan igual que un muerto,
ellos piensan que no hablo
mas no saben cuánto digo
de mis cosas cuando callo.
Hablan mis ojos de piedra,
y lloran sin que lo sepan
por tiempos cuando esta tierra
era un canto de cosechas.
Del maíz y el algarrobo
de aloja y añapa fresca,
de la puisca y el mortero
y hombres pircando a la siesta.
Me miran y no me entienden
pero me llevan igual...
piensan que soy un adorno
y no el alma del Mollar.
Has de saber Segundo Ríos,
hombre de Tafí del Valle,
por tu sangre corre sangre
de quien me grabó el mensaje.
Los tientos que me sujetan,
por si me quiero escapar
debieran atar las manos
de quien me quiere robar.
Duro trabajo del aipa
por llevar solo una piedra
mas no sabe que se lleva
la memoria d`esta tierra.
Cuando mis ojos no vean
todos los verdes del valle
saldrá a buscarme la luna
tal vez a mi rastro lo halle.
Y lo siga p`alumbrarme
en la noche del destierro,
cuando me cubra de ausencia
la dura voz del silencio.
Yo soy piedra entre la piedra,
puro mensaje nomás...
desde el fondo de los tiempos
pa` quien me quiera escuchar.
Me llevan igual que un muerto,
ellos piensan que no hablo
mas no saben cuánto digo
de mis cosas cuando callo.
El Mollar,
febrero del 2004.
Uno de los menhires que se pueden ver en la "Reserva Arqueológica (¿¿??)de los Menhires", El Mollar, Departamento de Tafí del Valle.
"El oscuro y silente taller ferroviario":
El "tren obrero", detenido frente al portón principal de entrada de los talleres de Tafí Viejo y una vista parcial de los hoy inactivos talleres y el pueblo.
Página 67: ..."Doña Antonia Guerra espesando el dulce de membrillo en
una paila de cobre con el madero y en otro fuego pequeño la jalea.":
Antonia Guerra (Amaicha del Valle, Tucumán)
Página 130: Camino a La Poma Vieja:
La Poma Vieja (Foto: Ricardo L. Acebal)
"En agosto de 2014 estábamos en Cachi, Salta,
con Graciela y desde allí partimos rumbo al Abra del Acay. Ni bien pasamos
Payogasta, recogimos en el camino a Doña Eugenia Mamaní, que volvía de Palermo
(un pueblito cercano) hasta su casa cerca de La Poma distante unos 30
kilómetros. Como si fuera un cuento, nos fue relatando tantas historias en ese
viaje, de su niñez, sus saberes, su dolor por el hijo muerto en Malvinas. La
dejamos en la Gruta de la Virgen. Al verla alejarse subiendo por una pequeña
quebrada bordeando el arroyo pensé que todo su relato no debía perderse. Por lo
tanto al llegar a La Poma me senté en la plaza y escribí en coplas sus decires.
En una de las tantas reuniones que se hacen
en mi casa le mostré lo escrito a Terucha Solá, quien de ese largo poema
extractó la letra para transformarla en una bella zamba.
Con más de ochenta cumplidos
ella me supo decir,
estas cosas que yo cuento
desde el Valle Calchaquí.
Vengo alegre de Palermo
fiesta linda la de ayer,
con procesiones y misas
pero con baile también.
El cuerpo no se me queja
nunca le doy la razón,
porqué le ha de doler algo
si ayer tuvo diversión."
No es doña Eugenia ni es de La Poma. La señora de la foto es Valentina Tolaba, abrapampeña, madre de Justo Eustaquio Mamani, uno de los 323 argentinos que desaparecieron en el hundimiento del Crucero Belgrano (Guerra por Malvinas, año 1982) y la otra señora es Eulogia Tapia, a quien Manuel Castilla y Cuchi Leguizamón dedicaron la zamba "La pomeña" (Ambas fotos: Ricardo Luis Acebal).
Luego de contar en coplas cómo vive doña
Eugenia, cómo teje y las coplas que canta, Arancibia concluye:
"Di lo que una madre
puede dar por la tierra
sangre de mi propia sangre...
un hijo muerto en la guerra.
Y así se fue doña Eugenia
subiendo por la quebrada
con un hato de esperanzas
siguiendo el rumbo del agua.
Con sus dolores a cuestas
con esa herida en el alma
con sus manos rugosas
semillando su nostalgia.
La Poma, agosto 2014".
Quedó escrito que la más pública de las
profesiones de Arancibia es la de presentar a músicos y cantores. Como botón de
muestra, transcribo páginas 106 y 107:
"...Y a la hora de hacer su presentación fui
improvisando estas coplas, que rescaté gracias al sonidista que las dejó
grabadas, ya que no estaban escritas.
Qué bella ha de ser la luz
que ilumina su garganta,
qué duendecitos traviesos
esos ojos cuando canta.
Cada vidala es un salmo
cada zamba una plegaria,
la chacarera es un rezo
mujer que sabe a calandria.
Es algarroba madura,
cuando el coyuyo ya canta,
es viña, zafra y pañuelo,
es la copla y la tonada.
Hay un ángel en el cielo,
y algún duende en su Salta,
que iluminan a Melania,
a su caja y su huajtana.
Hay un rumor de acequia,
un leve temblor de alas,
y se sonrojan los grillos
solo cuando ella canta.
Señora del canto nuestro,
eres música y palabra,
sencilla flor de los cerros:
te estoy nombrando Melania."
Melania Pérez, señora del canto nuestro. (Foto: Rafael Lino Gindín)
No se usted. Pero a esta altura yo estoy
necesitando un buen cabernet sauvignon para celebrar este libro.
Le recomiendo para agenciarse un ejemplar
comunicarse con Carlos Arancibia a: carlosarancibia86@yahoo.com.ar
Ricardo
Luis Acebal.