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Te cuento cuentos
MISERIA

por Susana C. Otero (adaptaciones e ilustración)




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Augusto Raúl Cortazar ha dedicado gran parte de su vida a estudiar el folklore de nuestro país. Como todo investigador publicó muchos de sus trabajos.

   Es esta una adaptación de un cuento titulado  La Miseria extraído de su libro "Literatura y Folklore" en el cual figuran cuentos que desde hace años se vienen contando entre la gente de algunas regiones del país.

   Este que elegimos explica por que la miseria anda por todo el mundo.

 

Dicen que dicen ...que había un herrero al que llamaban Miseria.

   El pobre hombre trabajaba y trabajaba pero lo que ganaba nunca le alcanzaba para vivir decentemente. Cansado de la pobreza, ya que ni era capaz de darle de comer a sus hijos, resolvió entregarle su alma al Diablo a cambio de tres arcas llenas de monedas de oro.

   En poco tiempo, no más de un año, debía venir el Diablo a llevarlo.

   Sin embargo Miseria, que no era una mala persona, seguía trabajando en su herrería.

   Cierto día, llegó hasta la herrería un viejito harapiento, montando un caballo esmirriado, al que le faltaba una herradura.

   El herrero se conmovió del anciano y al verlo tan desvalido le dio hospedaje.

   Al conocerlo, la mujer del herrero le lavó las prendas, le remendó el chiripá y Miseria le colocó la herradura al caballo.

   El viejito agradecido, al despedirse del herrero le ofreció tres dones.

   Miseria no entendía nada pero el viejo le dijo: - el primer don te lo daré como pago a tu hospitalidad, será que quien se siente en ésta silla, no se levantará de ella hasta que tú se lo permitas.

   El segundo don será que quien suba a ese árbol de nogal no será capaz de bajarse, mientras tú no le des la orden de hacerlo.

   Y por último, el tercer don será que quien entre en esa bolsa, sin que tú se lo ordenes será incapaz de salir.

   Después el viejito se despidió dejando al herrero anonadado.

   ¿Quién había sido ese anciano mal entrazado?, nada mas ni nada menos que el mismísimo Tata Dios.

Al llegar a término el plazo fijado por el Diablo para llevárselo, se apareció por la herrería.           Miseria lo reconoció al instante y le solicitó que le dejara terminar el trabajo que tenía entre   manos, mientra tanto le pidió que se sentara a descansar un rato en la silla que estaba a un costado.

   Al terminar su labor, Miseria invitó al Diablo a seguirlo, como este no se pudo levantar se quedó allí sentado. Pasaron las horas y ante la incapacidad de ponerse en pié, el Diablo le ofreció un año más de vida si lo dejaba moverse de la silla.

   Miseria aceptó el trato y el Diablo se fue.

    Cumplido el año, vinieron a buscarlo tres diablos. Al verlos llegar, otra vez el herrero les pidió que le permitiesen finalizar el trabajo que tenía entre manos y que mientras tanto subiesen a comer unas exquisitas nueces que había dado el nogal.

   Los tres diablos subieron al árbol para darse una panzada, cuando quisieron bajar les fue imposible.

   Pasadas varias horas, viendo que eran incapaces de bajar del árbol, le ofrecieron una vez más, otro año de vida si los dejaba ir.

   Así, por segunda vez  Miseria obtuvo otro año de gracia.

   Al año siguiente, montados en mulas, se le aparecieron cincuenta diablos listos para llevárselo.

   Miseria otra vez les pidió un pequeño plazo y les dijo que si deseaban que terminara lo más rápido posible, ellos debían meterse dentro de la bolsa gigante que se encontraba tirada a un costado. Los diablos apurados por llevarse a Miseria al infierno se embolsaron a si mismos, entonces el herrero tomó un enorme garrote y apaleó a los diablos. Llenos de chichones, después de semejante golpiza los diablos le suplicaron para salir de la bolsa. Si el los dejaba salir, ellos le perdonarían la vida.

   Miseria dio la orden y los diablos huyeron aterrorizados.

   El herrero había salvado su vida.

Los años fueron pasando y como nadie queda para semilla, le llegó al herrero el final de sus días.

Al morir,  Tata Dios no lo recibió en el cielo por que en vida, Miseria había vendido su alma al diablo. Entonces, bajó al purgatorio, pero tampoco allí lo dejaron entrar.

Como no sabía que hacer, se llegó hasta el mismísimo infierno pero por las dudas se llevó el garrote con que había apaleado a los Diablos.

Al llegar, los Diablos lo vieron con el garrote en la mano y espantados le cerraron la puesta del infierno.

Desconcertado Miseria, se volvió para ver una vez más al Tata Dios y pedirle explicaciones de lo que le estaba sucediendo.

Tata Dios lo recibió en los portales y desde allí le dió su veredicto:

- Andarás errante por el mundo hasta la eternidad - , es por eso que la Miseria jamás desaparece.     

 



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