REVISTA "DE MIS PAGOS" Año 19-Nº 57-Edición digital.
Febrero-Marzo 2016
por
Héctor
García Martínez
Guitarrista e Investigador.
hgarciaguitarras@yahoo.com.ar
www.hgmartinez.com.ar
Gran pesar causó a los que
fuimos sus amigos y a figuras del ambiente el deceso del riojano Amable Flores,
ocurrido en la Ciudad de La Rioja el 21 de enero pasado. Allí nació en 1934.
Junto con sus condiciones
artísticas, quedan para el recuerdo su bondad, la generosidad sin límites y la
humildad con la que se brindó en la vida y el arte.
Practicó con desinterés el
verbo dar. Pasó por la vida cantando sin hacer ostentaciones de sus condiciones
musicales, proyectándose dentro y fuera del país.
Lo conocí en La Rioja, en
el año nuevo de 1966, cuando concurrí por primera vez a presenciar el Encuentro
entre San Nicolás y el Niño Alcalde, celebración conocida como Procesión de los
Allis (Tinkunaco). Se celebra en año nuevo.
Nos presentó el Dr. Félix
Luna en la emisora local. Mejor presentación imposible. Desde entonces surgió
entre nosotros una gran amistad; al decir de Atahualpa Yupanqui: "amistad con
ese sentido de la tierra que auspicia el germen". La que perduró hasta el fin
de este ilustre riojano cantor...
La vocación musical empezó
a definirse en él durante la adolescencia, cuando cursaba el colegio
secundario. En ese ambiente integró una barra de líricos cantores y
guitarreros, compañeros de estudio y amigos. Algunos de ellos (a parte de él)
dejaron una huella imborrable en la historia del cancionero regional: Ramón
Navarro, Chito Zeballos, Fito Fernández Brac, Juan Carlos Soria, la profesora
de danzas Nélida Rearte de Herrera, Duarte, Cordobita, Mercado y otros.
Ese grupo, en los años
1960 formó parte del movimiento Noches del Guitarrero, presidido por José Jesús
Oyola, Padre de la Chaya. Este movimiento estuvo destinado a mantener la
vigencia en el cancionero regional de la chaya riojana, puesto que se corría el
riesgo de que la juventud cantora de entonces olvidara la música típica de la
región, ante el avance del repertorio salteño que se imponía en todo el país.
Posteriormente se radicó
en la Ciudad de La Plata, para cursar (por poco tiempo) Abogacía. Ahí tuvo como
compañeros a Chito Zeballos y al cantor sanjuanino Ulises Oyola, por citar solo
dos nombres.
A fines de la década de
1960 obtuvo una beca de dos meses para realizar en Buenos Aires un curso de
Antropología en un instituto que dirigía Julián Cáceres Freyre. Para pagarse el
alojamiento actuaba en la desaparecida peña porteña El Hormiguero, de Paraguay
al 900.
A ese local concurrió una
noche el cantor Oscar Matus, acompañado por un español enviado por su patrón a
recorrer Latinoamérica, con el objeto de comprar artesanías y contratar un
artista. El visitante optó por Amable Flores.
En enero de 1970 Amable se
radicó en Barcelona (España). Allí residió durante catorce años.
Actuaba en peñas, llamadas
PAB (cervecería). Difundió la música argentina por distintas partes de España,
llegando a lejanos lugares, como la zona insular ibérica: Islas Canarias,
Ibiza, Mallorca, etc.
Fuera de España dio
recitales en Suiza, en el cantón Ticino de Locarno, donde se habla italiano.
Grabó también para la R.A.I. (radio y televisión italiana estatal).
Dentro de su labor
investigativa visitó más de una vez el Archivo de Indias de Sevilla. Allí se
conservan todos los documentos de América, desde la llegada de los primeros
conquistadores hasta el fin de la colonización española. Tuvo acceso a datos
inéditos de Ramirez de Velazco, fundador de La Rioja. En base a ellos escribió
un ensayo titulado "Las dos Riojas" (la argentina y la española). De la
española era oriundo Ramirez de Velazco.
En España Amable grabó
discos: "Camino del Indio" y "Una noche en Pab 240", este último compartido con
otros artistas.
Amable y la tapa de "Camino del Indio"
El tiempo le trajo
nostalgia por el terruño. La tierra riojana tiende lazos de afecto que no se
pueden cortar fácilmente. Incluso influyen en los forasteros, que al decir del
poeta "se sienten tranquilos como en su casa". Por ello la copla anónima sentencia:
Si andan por La Rioja/ dejen el olvido afuera/: Que La Rioja es como el vino/
entra en la sangre y se queda.
A la nostalgia se sumó la
añoranza y finalmente en 1984 regresó a la querencia.
En Europa quedaron los
momentos de esplendor cancionero, donde prestigió el nombre de nuestro país con
el canto y la guitarra.
Una vez en su tierra tuvo
algunas actuaciones y ofreció cursos en el ámbito universitario.
A fines de enero de 2016
partió al silencio definitivo.
Para la memoria queda el
recuerdo emocionado de su ser, canciones y coplas de su autoría que nombran con
fervor a la tierra natal. Una de ellas dice:
Mi tierra es fragua de
soles/ sabor a vino que brota/ crisol de sueños y amores/ amanecido de coplas/
¡Rioja! cálido pañuelo/ que no sabes del adiós./ Te agrandas en el recuerdo/
como palabra de amor.