Arnaldo José "Cacho" Chavidoni fue un militante de la esperanza, la verdad y la justicia social. A ello consagró su vida en el campo que eligió para servir al pueblo: el de la Educación. Docente por vocación profunda, fue a partir de la enseñanza, de su análisis y reflexión sobre los instrumentos, metodología y contenidos educativos que elaboró su obra, la que abarca temas pedagógicos e históricos.
Nacido en la zona rural de Naicó (La Pampa), en la colonia Ministro Lobos, se graduó de maestro en la Escuela Normal Mixta de Santa Rosa, y posteriormente se radicó en el área metropolitana (Buenos Aires), donde desarrolló su tarea docente y actuación gremial en establecimientos del conurbano.
Comprendió, de entrada, que en Mayo de 1810 se habían diferenciado, y a la vez enfrentado, dos proyectos, no solo distintos sino en gran medida opuestos. (Como escribió Osvaldo Soriano: "Todos querían la Independencia, solo algunos la Revolución").
A partir de esa comprensión básica, su espíritu libre se embarcó en el estudio y rescate de figuras de la línea revolucionaria de Mayo o vinculadas a ella. Así nos dio El Belgrano que nos ocultaron (2008) y luego Pedagogía para la sumisión (2010).
Fronteras del miedo, su obra póstuma, aborda una figura poco conocida a nivel general, si bien sobre ella existen diversos estudios y fuentes informativas que Chavidoni ha recorrido exhaustivamente, agregando otras por primera vez identificadas y consultadas. Se trata de Francisco Hermógenes Ramos Mejía (en su época más conocido como Don Pancho Ramos), amigo de Belgrano y hombre ideológicamente próximo a la línea de Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo de Monteagudo y demás integrantes del núcleo propiamente revolucionario y en coincidencia con el ideario de los Libertadores: San Martín, Bolívar y Artigas. Este alineamiento fue el que lo llevó a rechazar el cargo de Alcalde de Primer Voto que le fuera ofrecido por integrantes del saavedrismo, como destaca nuestro autor.
Ramos Mejía, tal como lo señala Arnaldo J. Chavidoni, fue "uno de los pocos hacendados que financiaron las expediciones" de los ejércitos revolucionarios enviados al Paraguay y al Alto Perú, y agrega: "no se puede decir lo mismo de los Anchorena, (López) Osornio, Rosas y Terrero, por ejemplo".
En este aspecto puntual, Chavidoni se asoma a un tema poco investigado y menos aún difundido en el ámbito de la enseñanza: la financiación de las campañas emancipadoras. A guisa de ejemplo: ¿a quién le han informado en los claustros educativos que la campaña de San Martín al Perú fue posible, en gran medida, gracias a Nicolás Rodríguez Peña (miembro del grupo jacobino de Mayo exiliado en Chile), quien puso su fortuna al servicio de la libertad del continente y gestionó otras contribuciones y préstamos?