Por
qué el gobierno amarillo quiere mantener abierta la causa
por los siglos de los siglos y juzgar en
ausencia a los iraníes acusados por el fiscal muerto. Cuáles son los verdaderos
motivos de quienes se desviven por derribar el Memorándum.
Varios servicios de inteligencia nacionales y extranjeros estuvieron
avisados de los atentados a la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994). Unos
participaron y organizaron anticipadamente el encubrimiento y otros
callaron. Se inició así una Historia Oficial que implotó hace una década cuando
tras el juicio oral más largo de la historia, los jueces fallaron que se trató
de "un armado al servicio de políticos inescrupulosos". En ese momento se
inició una segunda fase del encubrimiento, una maniobra gatopardista para
salvar lo esencial de aquel derrumbe: la supuesta existencia de una
Trafic-bomba conducida por un kamikaze libanés teledirigido por protervos
ayatolás persas. Su rostro fue el del fiscal Alberto Nisman, títere de "Jaime" Stiuso, "hombre fuerte" de la
SIDE y un franquiciado de la CIA y el Mossad con patente de corso para todo
tipo de operaciones.
Mientras, sucedió un tropel de asesinatos disfrazados de suicidios (como
el de Lourdes Di Natale), el alevoso desvío de las investigaciones y el sistemático
entierro de lo que iba descubriéndose: que los bombazos estaban relacionados
con el blanqueo de dinero negro procedente de tráficos ilícitos de drogas y
armas, habían sido encargados desde la cima del poder y ejecutados por mano de
obra mercenaria.
Juan Salinas estuvo contratado durante tres años por la propia AMIA para
investigar el atentado. Los bombazos y el encubrimiento de los asesinos lo
obsesionaron. Este libro, fruto de dos décadas de trabajo, demuestra que el mal
suele ser más que una acechanza externa; que también suele anidar en el alma de
quienes gustan pasar por víctimas.
Aunque lo parezca, lo que el lector tiene en sus manos no es una novela
sino una historia inconfesable que emponzoña el presente y el futuro,
como demuestra la persistente y no saldada polémica sobre el memorándum
firmado con Irán.
JUAN JOSÉ SALINAS:
La angustia de la página en blanco
El periodista e historiador Juan José Salinas, autor del libro
Ya lo
conté: En febrero me contactó una editorial y me ofreció escribir un libro
sobre la muerte del fiscal Nisman y la causa de la cual había vivido durante
toda una década, supuestamente tratando de averiguar quiénes fueron los
instigadores y ejecutores materiales de la masacre de la AMIA. Firmamos
contrato y tras una breve negociación me pagó un adelanto sobre los derechos de
autor. Entregué el original con el título "El Derrumbe" en agosto, y pronto se
me hizo evidente que la editorial había decidido no publicarlo. Pronto también
averigüé por qué: la editorial había contratado a Daniel Santoro, de Clarín,
para escribir un libro sobre el mismo tema. Santoro y yo estamos en las
antípodas en todo sentido. Mientras yo trabajo desde 1994 -en un comienzo y durante
tres años, contratado por la propia mutual judía- tratando de establecer quiénes
y por qué perpetraron aquella matanza, Clarín está embarcado en una campaña
para mantener vivas contra viento y marea y toda evidencia dislates tales como
que Nisman fue asesinado "por un comando mixto venezolano-iraní entrenado en
Cuba", y Santoro no se ha desmarcado hasta ahora un ápice de la demencial línea
editorial dictada por Héctor Magnetto. Hasta el punto de que ni siquiera esbozó
un atisbo de autocrítica luego de escribir que Máximo Kirchner y Nilda Garre
"habrían tenido" una cuenta conjunta en Nueva York con 47 millones de dólares...
cuando resultó que no existe tal cuenta, ni con 47 millones ni con un mísero
dólar.
Pues
bien, como me di cuenta de la maniobra y lo planteé, rescindimos el contrato.
Así las cosas, y mientras busco una nueva editorial, el pasado domingo 26 de
septiembre, Santoro participó de una de las cenas organizadas por Mirtha
Legrand en torno del tema Nisman, en la que la supuesta estrella fue Diego
Lagomarsino (que tiene tan poca cintura para mentir que cuando le recordaron
que según la empleada doméstica de Nisman se hacía llamar "Luis", apenas atinó
a balbucear "de mi se dicen tantas cosas") y en la que participaron otros
periodistas (Irina Hauser, Facundo Pastor, Paz Rodríguez Nil) que siguen el
caso. Mañana, si la encuentro, subiré la desgrabación de los dichos más
importantes del ágape, incluidas los muy previsibles de Santoro, destinadas a
seguir embarrando la cancha per secula seculorum.
Ya sobre
el final, a partir de la hora cuarenta y cinco minutos y 32 segundos , Mirtha
presentó el libro en ciernes de Santoro, mostrando un supuesto ejemplar del
mismo (con el tramposo título de "Nisman debe morir") y preguntándole,
insidiosa, cuando se iba a distribuir, a lo que él interfecto respondió que en
15 días.
¿Por qué
le hizo esta pregunta? Pues porque el libro que Santoro le regaló y dedicó
estaba en blanco. No había (ni hay hasta el día de hoy) tal libro, todas eran
hojas en blanco excepto la portadilla, en la que Mirtha mostró la dedicatoria
que Santoro le escribió "con letra de médico":
"Para
Mirtha Legrand, con quien comparto la lucha por la libertad y la angustia por
buscar la verdad".
¡La
famosa "angustia de la página en blanco" de la que hablan tantos escritores!
Mirtha
terminó su programa leyendo un papel que le alcanzó su producción resumiendo su
objetivo: intentar reflotar la vacua denuncia de Nisman contra la Presidenta y
su Canciller, ya desechada en múltiples instancias judiciales y archivada por
no existir delito en las conductas descriptas, más allá de si tuvieron lugar o
no.
Sin
embargo, fuera de cámaras, le reprochó a Santoro que tuviera el tupé de
dedicarle un pseudo libro, hecho de apuro para la ocasión.
Advierto
desde aquí y antes de que "Nisman debe morir" aparezca, que si el autor ha
leído y se ha servido de la mucha información contenida en mi grueso original
(655 páginas en letra pequeña registradas como "El Derrumbe pero que he
decidido rebautizar "Secretos inconfesables") recurriré a la justicia.
El que
avisa no es traidor.
CUENTO NEGRÍSIMO: El fiscal debe morir
por
Alberto HERNANDEZ
subido por Juan SALINAS a su
sitio
EL PAJARO
ROJO
-Fiscal tiene
que volver urgente al país, no importa donde se encuentre ni que cosa esté
usted haciendo.
El fiscal,
esperaba ese llamado, lo intuía, sabía que no iba a poder concluir sus
vacaciones con su hija a pesar de todas la promesas que le había hecho.
-Vuelva ya-
le había dicho el hombre de poder.
En instantes
se comunicó con su ex- esposa y le explicó que lo que temía estaba sucediendo;
que debía a pasar a buscar su hija por el aeropuerto, que iba a estar bien, que
ya había hablado con ella, que se lo había explicado, que iba a estar
tranquila, que no demore porque volvía a Buenos Aires en el siguiente avión.
Al salir de
la sala de arribos de Ezeiza vio a los hombres que lo esperaban, uno de ellos
era el conocido hombre del medio hegemónico que lo había llamado; a los otros
dos no los conocía.
Subieron al
auto que los esperaba y partieron hacia un destino en la zona norte de la
Capital. Cruzaron todos juntos el amplio palier del suntuoso edificio, sin que
hubiera nadie que registrara su paso. El departamento estaba en uno de los
pisos altos y el amplio ventanal y su balcón daban a la ruidosa avenida. Los
hombres se acomodaron en los vistosos y mullidos sillones. Uno de ellos que
parecía ser el que hacía las veces de anfitrión, trajo unos vasos y ofreció
unos tragos.
-Agua fresca-
dijo el fiscal
El conocido
hombre del poder presentó a sus acompañantes como agentes del MOSAD el uno y de
la CIA el otro y sugirió, dirigiéndose al fiscal, ponerse cómodos porque la
conversación iba a llevar varias horas.
-Llegó el
momento fiscal. - sentenció el hombre del MOSAD en perfecto porteño - Todos
estos años hemos venido preparando las condiciones para este golpe. Para este
mazazo que daremos a este gobierno que cada vez es más enemigo nuestro.
Antisemita, anti norteamericano, aliados de los terroristas que amenazan el
mundo libre....Llegó el momento. Los acontecimientos de París, nos dicen que es
el momento de actuar. El gobierno ya movió sus piezas, dejando fuera de juego a
nuestro hombre de la SIDE, no hay más tiempo. Tiraremos la bomba. Revise esa
carpeta que hemos preparado, son trescientas y pico de fojas, léalas con
detenimiento. Allí está lo más sustancioso de las conversaciones secretas del
gobierno con los terroristas y las pruebas del plan criminal montado para
encubrirlos. Un gran trabajo de nuestro hombre. Sírvase algo, tenemos toda la
noche.
Pasaron las
horas, tímidos rayos de luz empezaron a filtrarse por las rendijas de las
persianas, montañas de colillas de cigarrillos desbordaban el enorme cenicero
de cristal. Sin haberse movido de su sitio el fiscal leía y meneaba la cabeza.
Dos de los hombres se paseaban en silencio, fumando nerviosos. El que había
sido presentado como de la CIA dormitaba en un gran sillón y cada tanto se
sobresaltaba, Quedaba poco para finalizar el escrito.
-Esto no va-
Dijo con voz cansada el fiscal. Es inconsistente. No hay pruebas contundentes
para sostener semejante acusación. Lo de las alertas rojas puede ser
rápidamente desbaratado, al igual que los acuerdos comerciales. No puedo hacer
esta presentación sin tirar por la borda mi reputación y mi carrera.
-Escúcheme
bien fiscal- levantó la voz el hombre local del MOSAD - Acá hay cosas en juego
donde su carrera y su prestigio importan menos que el pronóstico del tiempo.
Llevamos muchos años, sosteniendo el atentado a la mutual como uno de los
íconos, como una causa que apuntale la política de cacería de los terroristas y
el control sobre medio oriente, por eso hemos ido desviando todas las pistas
que apuntaban a encontrar los culpables locales. Usted lo sabe bien, porque
hasta ahora ha cumplido con lo suyo, y hoy ni siquiera se ha procesado a
quienes encubrieron, destruyeron pruebas y nos fueron funcionales desde el
comienzo de esta historia. Este gobierno fue el que más hizo por hacer fracasar
nuestro plan. Se ha puesto a la cabeza de la cruzada contra el orden
occidental, contra nuestros intereses económicos y geopolíticos. Apoyan a los
palestinos, se alían con Rusia y China y ni hablar de la entente que han armado
con todo el zurdaje latinoamericano. Entiende!!! Qué carajo importan su
prestigio frente a la posibilidad de meterle un torpedo letal bajo la linea de
flotación del gobierno. Ni su vida vale nada.
Que está
diciendo, no comprendo- balbuceó el fiscal
-Está
diciendo que no tiene opción - Esta vez habló con voz pausada y marcando cada
palabra, el hombre de poder del multimedio- usted va a presentar esta denuncia,
sin decirle nada al juez de la causa, y lo demás lo hacemos nosotros. Ya lo
decía el genial Natalio Botana : la realidad es la que contamos en las páginas
de nuestro diario lo demás no existe. ¿Qué puede pasar? Que el proceso lleve
meses, tanto hasta llegar a las elecciones, nosotros seguimos calentando el
ambiente y confundiendo a la gente y con suerte esta bomba produce una reacción
popular que se lleva a la mierda a este gobierno. Siempre va a quedar la duda y
usted tiene garantizada nuestra defensa y su prestigio de hombre valiente y
serio profesional.
Dos días
después el fiscal presentó la denuncia de trescientos y pico de fojas, contra
la presidente, su canciller y otros funcionarios, por encubrimiento y
protección de los imputados iraníes en la causa de la acción terrorista contra
la mutual judía. Previamente ya habían trascendido los principales detalles y
la bomba estallaba: nada menos que la presidente del país y su canciller
pasaban a ser los principales criminales. Las redes sociales bramaron y el odio
volvió a corporizarse en buena parte del cuerpo social.
Como era de
esperar, el mundillo político se alborotó, la oposición empezó a reclamar
respuestas al gobierno que, pasado el primer momento de sorpresa, reaccionó informando
todo lo hecho en favor de la causa. Poco faltó para que se acordara día y hora
para que el fiscal comparezca ante el parlamento.
El fiscal
saludó a todos y entrada ya la noche de un día muy agitado, de mucha exposición
ante los medios, salió de su oficina pensando que tenía un intenso fin de
semana donde debía afinar los argumentos para responder las filosas preguntas
que le harían en el parlamento y que podían desnudar la endeblez de la demanda.
Al salir se
encontró con su asesor que le entregó un pequeño envoltorio.
-Tome fiscal,
lo va a necesitar-
-¿De que se
trata?-
-Es una
pistola calibre 22, para su seguridad-
-Le agradezco
el gesto pero no la necesito, tengo suficiente seguridad en mi domicilio,
estaré bien.
-Llévela, me
encomendó nuestro hombre que no deje de dársela, no me comprometa
El fiscal,
entendió y guardó el arma en un bolsillo de su saco.
Ya en su
departamento, se desplomó en un sillón y sumergió la cabeza entre sus manos.
Tenía la mente en blanco. Un minuto después se dirigió al balcón y aspiró con
fuerza el aire que venía impregnado con la humedad y el olor del río. Estuvo un
rato escudriñando cada rincón de la rica zona residencial, tratando de adivinar
que historia habría detrás de cada ventana iluminada. En un momento interrumpió
su letargo y se dirigió al baño donde se dio una reconfortante ducha, dejando
deslizar el agua mansamente por su cuerpo durante varios minutos. Allí le
asaltó la imagen de su hija y sus ojos tristes en ese aeropuerto. ¿Estará bien?
La tengo que hablar. La mente giró luego hacia el trabajo que tenía que hacer.
Primero voy a ordenar todo, me desharé de las cosas domésticas así me dedico a
trabajar sin interrupciones. Tengo comida en el freezer. Y sonrió pensando que
un tipo de su prestigio y trascendencia pública, también tenía que ocuparse de
esas cosas y más desde que se había separado.
Se vistió con
una robe vistosa y cómoda y se tendió en la cama encendiendo automáticamente el
televisor. No tenía hambre. Se sentía atosigado de tantos sánguches de miga que
había ingerido durante el día. Puso el despertador a las seis. Se tomó un
ansiolítico y en pocos minutos lo ganó el sueño.
El
despertador sonó implacable. Rápidamente el fiscal se vistió, se aseó y preparó
un café fuerte, un jugo de naranja y unas tostadas. Miró el voluminoso escrito,
despejó la mesa, buscó marcadores suficientes para señalar los aspectos
fundamentales y se dispuso el empezar el trabajo. Como impulsado por un
resorte, se levantó y se dirigió al freezer y luego a la heladera "antes
de empezar resuelvo las cuestiones domésticas", pensó. Verificó que
estuviera resuelto el problema de la comida del fin de semana, hizo un repaso
de las cosas que faltaban para la semana siguiente y anotó con letra prolija la
lista del pedido que tenía que hacer la empleada. Siempre se lo dejaba sobre la
mesa, junto al dinero. Cuando verificó que todo estaba listo volvió a sentarse.
Allí comenzó a trabajar, casi sin levantar la cabeza, solo interrumpido por el
repaso de las noticias en los portales de internet y las llamadas que realizó y
que recibió.
Pasaron
muchas horas, muchos párrafos subrayados, muchas tazas de café. Pasó el
mediodía casi sin probar bocado. El ceño fruncido denotaba preocupación y el
nerviosismo lo llevaba a tamborilear permanentemente con sus dedos sobre la
mesa. Se levantó y llamó a su hija a la que volvió a pedirle disculpas y , sin
mucha convicción, que se quedara tranquila. Que la quería mucho. Que pronto se
iban a ver para retomar las vacaciones suspendidas. Llamó a su madre cumpliendo
con una rutina de todos los fines de semana para ver como estaba, si necesitaba
algo. Nada querido todo bien. Cariños vieja. Cuando esto termine paso a verte.
Amagó sentarse cuando recibió la llamada de la diputada. ¿Cómo está todo
fiscal?. Aquí, trabajando en la presentación, no está nada fácil. Nosotros
estamos preparando todo para que usted pueda exponer tranquilo, no se preocupe.
En realidad sí me preocupo, hay preguntas del oficialismo que van a ser
difíciles de responder, pero estoy estudiando todo a conciencia. Ahí voy a
estar. Eso esperamos todos, va a ser un día clave, que va a marcar un antes y
un después. Espero que sea así y pueda aportar a cambiar las cosas en esta
Argentina. Lo dejo trabajar fiscal, nos vemos el lunes. Nos vemos diputada.
Volvió
nuevamente a sumergirse en su trabajo, aunque no podía sacarse de la cabeza que
muchos de los argumentos que sustentaban la denuncia, ya estaban siendo
desbaratados por el propio juez de la causa, por funcionarios del gobierno y
por la propia INTERPOL y ni hablar de las organizaciones de familiares de la
mutual, con los que se había reunido cientos de veces y que lo descalificaban
por su labor en las investigaciones.
Estuvo un par
de horas más leyendo y cavilando, envió un whatsapp a un amigo con una foto y
se levantó buscando el celular. Ya empezaba a ocultarse el sol.
-Hola, habla
el fiscal-
-Como está
amigo ? contestó el hombre que había sido de los servicios
-Cómo quiere
que esté, tengo que exponer el lunes y le doy vueltas y vueltas a la documentación
que me prepararon y no encuentro ninguna prueba sólida que sustente la
denuncia. Ya sé que los supuestos agentes que aparecen, no lo son. Son truchos,
ya los conozco, uno ha sido denunciado por tráfico de influencias. Ninguno de
los supuestos términos del acuerdo con los iraníes se cumplió. Es todo pescado
podrido.
-Bueno, es
parte de nuestro trabajo, fiscal-
-No me joda,
que no estoy de humor-
- Es lo que
teníamos para armar este estofado. Por otra parte usted sabe que recibo
órdenes. Me ordenaron preparar eso con lo que teníamos. Decidieron que era el
momento.
-Yo le digo
que lo estoy pensando y no se si me voy a presentar en la cámara. Voy a pasar
un papelón, no tengo como defenderme y va a quedar la maniobra en evidencia,
sobre todo si el debate es público.
- No haga
eso, no puede hacerlo. usted es capaz. Va a salir airoso.
-No sé, tengo
un día más de trabajo, mañana lo pensaré bien. Hasta luego.
-Hasta luego
y cuídese fiscal.
No volvió
sobre sus papeles. Se clavó en el sillón y depositó la mirada fijamente sobre
un punto de la pared. Es raro, no había visto esa pequeña mancha de humedad. No
hay cañerías por ahí ¿qué podría ser? Repasó los adornos del aparador de cedro
y los retratos familiares colgados en escalera. Y se levantó para aspirar el
aire húmedo del río. Allí se quedó mirando sin mirar, la actividad de los
innumerables paseantes que a esa hora le daban movimiento a Puerto Madero,
entrando y saliendo de los bares y restoranes de la zona.
Pensaba que
estaba en un atolladero. Alguna vez había imaginado que el momento iba a
llegar, aunque siempre se creyó capaz de salir de cualquier situación. Tenía
una autoestima alta, aunque en ese momento hubiera preferido estar de
vacaciones con su hija. Esperaba, como los boxeadores, que desde el rincón alguien
le tirara una toalla.
Pasaron un
par de horas, cuando lo sobresaltó el timbre de la puerta del departamento. No
esperaba a nadie. Generalmente la seguridad lo alertaba sobre las visitas. Miró
por la mirilla y vio al agente del MOSAD que aparentemente estaba solo. Le
franqueó la entrada sorprendido pero resignado.
-Hola fiscal
-Hola, ¿como
hizo para entrar?
-Es nuestra
especialidad. Algún disfraz, alguna información sobre sus vecinos y aquí
estamos.
-Qué quiere?
-Nos comentó
nuestro hombre que quiere abandonarnos
-Solo le dije
que estaba trabajando y que no encuentro argumentos sólidos para no pasar
vergüenza en la cámara-
-Mire vayamos
a los bifes. Acá se trata de liquidar al gobierno con una bomba. No podemos fallar.
Ya hicimos una parte. Ahora hay que convencer a la oposición de que es
pertinente el juicio político. Tenemos que levantar a la gente que tiene que
pedir la cabeza de la presidenta. Este es el momento. Y de una forma o de otra
no vamos a dejarlo pasar.
-No veo que
se pueda salir bien parado del congreso.
Se hizo un
prolongado silencio. Los hombres se desplomaron en los sillones y fijaron la
mirada en algún lugar del piso.
-Fiscal debo
comunicarle que como están las cosas deberemos ir al plan B. Nuestro hombre
confirmó los temores previos-
El fiscal
levantó la cabeza y lo miró fijamente.
-¿Plan B? ¿a
qué se refiere?
-Bueno, usted
sabía que se podría llegar a esto. Siempre supo lo que arriesgaba y lo que
estaba en juego. Y no podemos tolerar un fracaso.
El fiscal
bajó nuevamente la cabeza como comprendiendo lo que se venía. Cuando levantó la
vista, tenía los ojos rojos y húmedos.
-¿Qué debo
hacer?
-Para eso le
proporcionamos la pistola. Es buena, silenciosa y efectiva.
-¿No tengo
chances?
-No. O lo
hace usted o lo hacemos nosotros. Si lo tenemos que hacer nosotros vamos a
tener que cubrirnos y tal vez con alguno más de su familia también por una
cuestión de coartada ¿me entiende?. Por otra parte es un procedimiento sucio.
Siempre quedan rastros. Se nos complica hacerlo antes del lunes, pero si hay
que hacerlo....
-Con mi
familia no!!! ni se les ocurra!!! Gritó desencajado el fiscal - No pueden ser
tan hijos de puta. Yo siempre estuve coordinando y colaborando con ustedes. No
puede ser. Esto no puede ser...-balbuceaba.
-Hasta aquí
su trabajo fue importante. Ahora y visto como se están dando los hechos lo
único que nos sirve es....¿como decirlo?.... Su desaparición física. Su suerte
está echada. Y ya no tengo más tiempo, tengo que comunicar que usted va a
cumplir con su deber. Adiós fiscal, haga bien las cosas, mañana por la mañana
lo llamará su madre y espero que no conteste.
La puerta se
cerró detrás del mensajero de la muerte. El fiscal se tiró sobre el sillón y se
cubrió la cara con las manos. Su cabeza era un amasijo de imágenes y
sensaciones. Le dolía. Sus sienes latían ferozmente al igual que su corazón que
amenazaba con aturdirlo. Quiso levantarse pero no tuvo fuerzas. Ahí quedó por
horas. El tiempo era un río viscoso que corría pesadamente y se le metía por
los ojos, las orejas y salía por su boca deslizándose hasta sus pies. Pronto
sintió que estaba fuera de su cuerpo, que se elevaba y miraba con lástima ese
organismo vencido. Un paño blanco planeó lentamente hasta depositarse en el piso.
"Alguien tiró la toalla", pensó el fiscal.
Buscó la
pistola que aun tenía en el bolsillo del saco y se dirigió al baño. Se miró al
espejo y vio que había envejecido años. Se lavó la cara transpirada, se pasó
rápidamente un peine por sus cabellos y por última vez sonrió.
El disparo
fue certero y silencioso. Era una buena pistola, tal como le habían dicho.
La noticia
causó conmoción. El hombre de poder y los agentes salieron al balcón del
departamento de la zona norte a ver como la multitud ganaba las calles
mostrando su odio contra el gobierno, su indignación por tan espantoso
asesinato, contra la corrupción y la dictadura. Una amplia sonrisa llenó sus
rostros mientras brindaban.
- Señores, la
bomba finamente explotó- celebró el hombre de poder o lo que es lo mismo del
multimedio - Las esquirlas caerán para todos lados pero principalmente para el
oficialismo. Las dudas y la impunidad finalmente serán nuestra mejor arma. Nos
encargaremos de que la realidad se ajuste a la frondosa imaginación de nuestros
periodistas, fotógrafos, dibujantes, publicistas y camarógrafos y que llene las
cabecitas de este pueblo que quiere un país serio. Levanten sus burbujeantes
copas, ¡Au revoir le populisme!