El caráu es un pájaro de plumaje negro y de
costumbres algo tenebrosas, que habita en regiones inundables,
durante el día, para luego volar hacia las vecindades boscosas. Casi siempre agrupados,
pasan la noche dando fuertes graznidos, que si se los escucha de lejos parecen
ser tremendos y lánguidos lamentos.
Se alimenta de
insectos de toda clase, de pececillos y algún que otro crustáceo según la
ocasión.
Esta ave, tiene
similitud con el cuervo; su pico es más o menos largo al igual que sus patas,
pero encorvado y puntiagudo. Tanto su cabeza como sus ojos son pequeños y su
vuelo al no ser ágil, consiste en planear y aletear rítmicamente. Sus huevos
son comestibles, pone de cuatro a seis unidades por vez y su tamaño es similar
a los de la gallina.
Se lo conoce también
con el nombre de carrao , carao, bruja o viuda.
Habita en Corrientes,
Formosa, La Rioja, Tucumán y Entre Ríos.
Dicen que
dicen...
Fernán Silva Valdés, se sirvió de la siguiente leyenda para
escribir un bellísimo poema.
Cuentan los antiguos que Caráu era un mozo
muy apuesto a quien le gustaba gastar sus días de baile en baile.
En cierta oportunidad, mientras su madre estaba muy enferma,
haciendo caso omiso a su pedido, Caráu como
siempre concurrió al baile y se dejó llevar por el sabor de la caña.
Por horas y horas, bailó despreocupado con la prenda más
bella del lugar.
Habían transcurrido varias horas de juerga, cuando llegó un
jinete a todo galope anunciándole que su madre había sido encontrada muerta.
Caráu
no se inmutó, ante el asombro y el espanto
de todos los presentes, pidió que siguiera el baile pues ya "habría tiempo
para llorar".
Cuando la luz del día comenzó a clarear, Caráu se
vistió con un ropaje negro para la ocasión y corrió hacia el rancho para llorar
a su difunta madre.
Llegó así ante el lecho de quién le diera la vida y se
hincó para llorarla. Hacía horas que muchos lugareños velaban el cuerpo sin
vida de su madre, y allí ante todos los presentes, los negros ropajes de Caráu,
se transformaron en un sedoso plumaje, hasta convertirse en el pájaro que hoy
conocemos. El había sido castigado por su ingratitud.
Es creencia del pueblo que cuando sobrevuela las casas trae
desgracias. Por ello, hay que repetir la frase: ¡ Cruz Diablo! o ¡Dios
en vos creo! hasta que el pajarraco se aleje.
PD.: Hay una versión de la leyenda del caráu en tiempo de
chamamé grabada por el compositor y cantor correntino Mario Bofill.