Fin
de semana a pleno en el Shopping de Martínez. Los autos entraban
lentamente, como todos los fines de semana. Largas filas sobre Paraná y
Edison entre bocinazos, o insultos de los más apurados, esperaban
desplazarse por esas avenidas y por las transversales, para poder
ingresar al mercado, o para desplazarse por esas arterias y sus
transversales, entrampados en ese callejón sin salida de consumismo y
distracción que ofrece el antiguo hiper de la zona. Algunos colectivos,
con más experiencia, cambiaban de calles para evitar el tapón obligado.
Muchos iban al cine. Este fin de semana estrenaban varias películas
argentinas. Una de ellas, "El prisionero irlandés", pintaba como
entretenida. Era interesante el tema del amor entre personas de
diferentes orígenes y, de alguna manera, enfrentados por una guerra en
la que un irlandés, obligado por el imperio británico, tuvo que
participar y quedó detenido. Una puntana, viuda de un defensor de
Buenos Aires, que recibe en su finca al prisionero trasladado a San
Luis, para alejarlo del puerto, participa de esa mutua e inevitable
atracción.
Entre histórica y romántica, la película ofrecía varios condimentos
interesantes que, los que la vieron, quedaron sorprendidos con la
calidad visual e interpretativa, más allá de la historia. Pero, pese a
ello, parece que los cines del Unicenter no estaban de acuerdo con el
programa que ellos mismos ofrecían.
No, no es un error. Cuentan los que vivieron la experiencia que
momentos antes de entrar al cine, en los parlantes del centro comercial
se oyó que ya no había localidades, y que acercarse por las boleterías
sería inútil.
Sin embargo, una vez adentro, pudieron observar con sorpresa que la
sala no estaba llena, que había suficiente espacio para más
espectadores que, alertados por el equivocado anuncio, ni siquiera se
acercaron a las boleterías.
¿Inconcebible?
Parece que no. Era semana de estrenos argentinos y de productoras
independientes. Se comentó que podían no estar ligadas a las grandes
distribuidoras que presentan los llamados `tanques`, tal vez vacíos de
contenido, pero con todos los condimentos adictivos que corresponden.
Lo que llaman películas `pochocleras` para pasar el rato, para los más
chicos, en definitiva, para hacer caja con el pasatismo, ese que no
sería malo en dosis adecuadas, pero que poco aporta al espectador.
Los que saben explican que la primera semana de estrenos es vital, que
es obligatorio para las cadenas estrenar películas de origen nacional
(tal vez si no lo fuera, ya no existiría el cine argentino), pero que
el recurso para favorecer a las grandes distribuidoras extranjeras es
que no sean vistas por muchos espectadores el primer fin de semana,
porque ello determinaba que no quedaran una semana más, y entonces
podrían estrenar los `tanques` vacíos de contenido, pero llenos de
pochoclo.
¿Puede ser eso?
No, no, el Unicenter no se prestaría a una maniobra así. Es el sistema
cinematográfico no el shopping… explican.
La realidad es que una excelente película, apta para todo público, bien
interpretada, con buena música, con excelentes paisajes puntanos y con
una historia interesante, seguramente abandonará las salas por falta de
espectadores, y será reemplazada por algún espectáculo masivo diseñado
para entretener y nada más.
Vicisitudes que se viven, solamente por preguntar "por qué", ¿una mala
costumbre que habrá que perder?
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