UN QUIRQUINCHO BOLIVIANO QUE SE AFINCÓ EN LA ARGENTINA
Transcribo lo que Adriana Rosa Lubiz expresa en la página
37: "En América, a la llegada de los españoles, solo existían instrumentos de
viento y de percusión. Sin embargo, podemos tomar como antecesores de los
primeros instrumentos de cuerda al arco musical y al llamador de pumas y
jaguares, instrumentos que, según Ernesto
Cavour, al hombre originario le
sirven para su subsistencia."
En la página 39, la autora
dice: "Junto con la vihuela, llegaron a nuestra América otros instrumentos de
cuerda, como las guitarras y los laúdes. Así comenzaron los primeros procesos
de transculturación. Sobre esto reflexiona Cavour: En 1616 Potosí ya contaba
con un coliseo propio donde las artes alcanzaron gran esplendor, desde
representaciones de teatro indígena, hasta obras de populares clásicos
españoles quienes cantaban y bailaban al son de sus vihuelas, instrumento que se
adentró en el corazón del indígena boliviano para perdurar a través del tiempo,
dando lugar al nacimiento del charango (El resaltado en "negrita" corre por
cuenta del firmante de esta nota) después de librar procesos de
transculturación, aculturación como remedo, afecto, prestigio, curiosidad etc.
Han sido los indígenas
explotados durante la colonia en la Villa Real de Potosí los que moldearon e
hicieron el charango imprimiéndole sus sentimientos, sus nostalgias, sus penas
y toda su alma."
Pasaron más de tres siglos
durante los cuales este instrumento con cuerdas montadas sobre la caparazón de
un armadillo sólo era considerado por los melómanos y sabihondos musicales como
un simple acompañante, un "segundón" de los "verdaderos" instrumentos: el
violín, la guitarra, etc.
¡Y para colmo tocado por
"indios" del altiplano! ¿A qué academia podía interesarle estudiarlo y
valorarlo?
Además de "prohombres"
cuyos nombres se van a incluir más abajo, en la segunda mitad del siglo 20 nos
fue dado escuchar a un intérprete tucumano que formaba parte de una compañía de
arte folklórico comandada por el pianista santafecino Ariel Ramírez. Y
conocimos en aquellos años un disco 45 RPM doble (cuatro temas) editado en el
sello TK donde un tal Jaime Torres tocaba, protagonizaba en un plano de
igualdad, charangueaba, dialogando con el piano de Ariel Ramírez. Para quienes
estábamos protagonizando como oyentes o como músicos la explosión del folklore
en la "década del 60" esto fue todo un acontecimiento felicísimo. El tiempo nos
dio la razón a los que celebramos con todo nuestro corazón esa presentación en
sociedad, "masiva" en la Argentina.
Por eso creo que aquí es
necesario transcribir parte del prólogo que el troesma Jaime Torres escribió para este libro de Adriana:
"Reunidos alrededor de la
temprana y noble vocación de una autora, convocados al amparo de su respetuosa
y solvente documentación, somos muchos los que celebramos el nacimiento de un
libro que dedica sus páginas a un gran ausente de la erudición habitualmente
fomentada: el charango.
Como intérprete, concretamente
como charanguero, que es mi identidad irrenunciable, como amante de este amigo
de vida, instrumento inseparable que es como la continuación de mi propio
cuerpo, no puedo menos que manifestar mi regocijo por sentir el entusiasmo sin
dobleces, incontenible, de los que vienen andando por los caminos que por más
de setenta años uno mismo ha transitado, muchas veces en soledad, yantes…, más
solos aún, los Mauro Núñez, los Tito Véliz, Hnos. Ábalos y mi padre… Eduardo
Torres hacedor de charangos."
A una década y media del
comienzo del siglo 21 podemos comprobar que el charango ya tiene también su
"sonido argentino".
Esto, lejos de querer
desconocer lo antedicho en esta nota sobre su origen, no es ni más ni menos que
un indicador de crecimiento, un reconocimiento a este actual instrumento
solista con el que se interpreta tango, jazz, pop, música de cámara y sinfónica
y, por supuesto, la de raíz folklórica del Noroeste y de las demás regiones.
Adriana Lubiz, excelente
intérprete y docente, fue becada en 2010 por el Fondo Nacional de las Artes
para desarrollar su investigación sobre origen y proyección del charango
argentino, la que dio origen a esta obra.
Y con toda justicia en
2013 logró su Licenciatura en Folklore, que le otorgó el entonces Instituto Universitario
del Arte (hoy Universidad Nacional del Arte) con una tesina que demuestra la Identidad Sonora del Charango Argentino.
Afortunadamente este
cordófono, pequeño y maravilloso mensajero de la Pachamama, ha comenzado a
dejar de ser un gran ausente de la
erudición habitualmente fomentada.
"Caminos de sonidos y colores… ¡Charango argentino!"
es edición independiente. Si no lo consigue en
librería pídalo a la autora en la dirección electrónica que hemos indicado en
el epígrafe de la foto de su tapa.
Texto y Fotos:
Ricardo Luis
Acebal