Esta costumbre fue traída a América por los conquistadores europeos.
En nuestro país Argentina, se lleva a cabo entre los meses de febrero y
marzo, ya que su celebración no es fija. Esta fiesta tiene distintas formas de
celebrarse, lo que no ha de faltar es la alegría, las murgas y las comparsas.
Buenos Aires ha celebrado el carnaval desde mucho tiempo
atrás, durante el día sobresalían los juegos de agua, aprovechando los días
calurosos del verano y por las noches, murgas y comparsas desfilaban frente a un palco hasta poder
elegir la mejor y premiarla. En estas comparsas, los participantes, además de
vestirse con estridentes colores, cantaban al son de la música alegre. Los
cánticos, por lo general, hacían referencia a situaciones sociales y políticas,
razón por la cual, en épocas no muy lejanas fueron prohibidas y dejaron de
festejarse por treinta años. Hoy hemos vuelto a recuperar la alegría de volver
a festejar los bellos y pintorescos carnavales.
Hay provincias como Corrientes, Entre Ríos, Gualeguaychú más
precisamente, que trabajan todo un año para llevar a cabo esta fiesta, la cual
atrae muchos turistas. Allí se construyen gigantescas carrozas, sumamente
vistosas al igual que sus coloridos trajes.
Ará Verá y Papelitos entre otras son las comparsas más
reconocidas.
Sin dudarlo Salta, Jujuy, La Rioja con la chaya, y Santiago
del Estero con el topamiento de las comadres es donde más vivo y más
representada folklóricamente está esta fiesta popular.
En nuestra Puna, Bolivia y Perú se conservan aún ritos
ancestrales.
Paso a relatarles lo que allí sucede, quienes intervienen,
las canciones que los participantes entonan y cuales son los instrumentos
típicos que utilizan para el desentierro y entierro del Pujyay.
El Pujyay, es un muñeco que representa al diablo al que los
festejantes visten con ropas coloridas, acompañando todo el tiempo, bailando
incansablemente hasta el último día del carnaval.
Al llegar la fecha, hombres y mujeres trepan a los cerros y
con respeto sagrado, respirando el profundo silencio de la quebrada buscan la
Apacheta del entierro anterior y desentierran al diablo, una vez que el diablo
emerge a la tierra, uno de los participantes vestido con traje rojo y
brillantes colores surge del montón dando saltos y bailando en forma desmedida,
es el Pujyay, tanto el muñeco como el hombre, son dos representaciones en uno,
el Pujyay trae su cabeza tapada y se inventará una voz para no ser
reconocido y con su larga y diableja
cola , boleará y la usará a modo de látigo.
Detrás del Pujyay vienen saltando alocadamente con
estridentes trajes bordados con lentejuelas y espejitos de colores, toditos los
otros demonios sueltos, acompañados y endiablando a cuantos se interponen en el
camino. Al son de cajas, erkes, charangos, bombos, tarkas, quenas, sikus y
charanguitos los coyas y cholitas se unen a los demonios . Las cholas elegirán
sus mejores polleras yutas y peinaran sus largas trenzas esperando que el
diablo las tope y lindo o feo será con quien carnavaleará toda la fiesta.
El Pujyay con su endiablada cola golpeará las costillas del
que no sale a bailar.
Este desenfrenado
diablo suele permanecer varios días sin dormir bailando y bebiendo chicha,
todos son irremediablemente embadurnados con harina y nadie sentirá culpa de lo
hecho porque en carnaval, cuando el diablo anda suelto todito está permitido,
toditas las culpas son del Pujyay.
Por una semana el canto y el baile estarán de abundante
bebida acompañada de comidas típicas, vida corta la del diablo, sólo una
semana, sólo siete días y nadie ha de desaprovechar la fiesta, ya habrá un año
por delante de duro trabajo y nada de jolgorio.
En el transcurso de la semana existen los convites donde no
faltarán las comidas realizadas con cordero, choclos, papas, habas, queso entre
otros sabrosos alimentos todos regados con
abundante chicha y acompañados por el canto y el baile de donde se sale
bien chumadito.
En este estado de cosas, la semana pasa más rápido de lo
esperado y el miércoles de cenizas llega inexorablemente, todos reconocen
que Velay la vida del Pujyay se va
apagando, va llegando a su fin, se está muriendo y todos son testigos de ello.
La fiesta se va diluyendo y con ella la alegría, hay que
velar al diablo, el Pujyay se está muriendo y con su muerte la lujuria del
carnaval, ya lo llevan a enterrar, lo acompañan los bombos, las cajas y no
faltarán los erkes que marcaran los sones lentos el cortejo funerario para
enterrar al diablo, otra vez llegarán hasta la apacheta para ofrecerle a la
Pachamama sus dones y pedirle buena vida, mejor cosecha y que el ganado se
reproduzca fuerte y con abundancia.
Nuevamente se abre el pozo, donde una semana antes
desenterraron al diablo carnaval, al Pujyay, y lo vuelven a sepultar con la
tristeza de saber que habrá un año duro y que tal vez, los más mayores no estén.
Cansados, con los pies a rastras van dejando la apacheta
donde quedó el Pujyay enterrado, símbolo que se llora por la muerte del diablo
carnaval.
Pachamama: Madre tierra.
Apacheta: Montículo
de piedras que a la forma de un altar hace honor a la Pachamama.
Pujyay: Diablo.
Chumadito: Bebido,
borracho
Audio de la nota: El Humahuaqueño - Carnavalito
Edmundo P. Zaldivar (hijo) y su conjunto de Arte Folklórico