Que el tigre es un
animal feroz todo el mundo lo sabe, y que podemos decir del zorro, el zorro,
que es astuto, pícaro y muy ingenioso.
Dicen que dicen
…
que era aquel un hermoso día de primavera, el sol brillaba en el cielo sin
nubes y el clima era ideal.
El zorro disfrutaba
del día, allí estaba el zorro, de lo más tranquilo, tirado sobre la hierba,
patas para arriba, apoyadas sobre un lapacho.
El zorro miraba los
brotes de los árboles que tenían nuevas hojitas verdes y observaba los tucanes
que florecían alocadamente, sus flores blancas y rosadas cubríanlo todo y él,
suspiraba pensando en una zorrita, que había visto en el monte
El zorro no hacía
más que suspirar ya que se sentía muy enamorado, mientras tanto observaba unas
cotorritas que construían su nido.
En eso estaba,
cuando de repente lo pilló desprevenido un enorme tigre, su enemigo apareció
como si nada, sigiloso y cuando estuvo cerca dio un feroz rugido, que el zorro
pensó que el monte se abría en dos. Sin más, el tigre dio un enorme salto que
fue a dar justo sobre el despistado zorro.
-¡Atrapado maldito
zorro!, ya no puedes evitarlo, has caído en mis garras-, dijo el tigre.
El zorro pensó,
estoy en un gravísimo problema, yo aquí, patas para arriba totalmente
despreocupado y justo viene este tigre inoportuno, vamos zorro pensá se dijo
para sí.
Si algo tenía el
zorro, eran los pensamientos rápidos, así que increpó a su atacante
diciéndole:-¡ayyy amigo Tigre!, menos mal que llega a tiempo, ¿se ha enterado
que el mundo está a punto de desaparecer?-
-¿Qué dice usted
señor Zorro?-
-¡Por favor, dijo
el zorro, ayúdeme a sostener el lapacho, hace horas que estoy aquí patas para
arriba y no aguanto más, las fuerzas me flaquean!-
-¿No ve usted lo
torcido que está, si este árbol cae nos morimos todos porque este lapacho es el
que sostiene a todos los árboles del monte y si se desprende, arrastra a todos
los árboles con él y …¡uuufff!,¡apure Don Tigre, voy a soltar, no tengo más
fuerza!-
-¡Aguante amigo!,
¿qué puedo hacer para ayudarlo?-, dijo el Tigre.
-¡Ay!,¡ay!-, gemía
el zorro como el mejor artista de melodrama.
-¡Vaya a buscar un
tronco!, uno grande que sirva para apuntalar este árbol, dese prisa, ya no
puedo más.
Entonces el tigre
miró al zorro que ponía cara de moribundo y titubeaba que hacer, fue así que el
zorro aprovechó la situación.
-¡Apúrese Don
Tigre!, mis fuerzas flaquean , ya no soporto más y poniendo cara de
desfalleciente agregó:-Tengo una genial idea, se ve usted tan fuerte, si a su
lado soy insignificante, mire usted que cuerpo atlético luce, deme una manito,
sostenga usted por un ratito éste árbol y yo me encargo de buscar el tronco,
uno fuerte y grande que nos ayude a sostener el lapacho y así asegurarlo.
El tigre ante
tantos halagos no dudo que él podría sostener el árbol y allá se dirigió
gustoso,
-¡Vaya no más amigo, yo con gusto lo
reemplazo dijo el tigre y acostándose al lado del zorro, levantó sus enormes
patazas y haciendo una fuerza suprema, las apoyó contra el árbol.
Una suave brisa
hacía flamear los pelos de las patas del tigre y él se sentía un super héroe.
El zorro, ya de
pie, fingía y se frotaba las patas, las rodillas y luego suspirando, con cara
de gozo le dijo al tigre:-¡Menos mal que usted llegó en mi ayuda, casi estaba
por darme por vencido y sacudiendo un poco el lomo, como dando alivio a su
entumecido cuerpo, agregó: -Sostenga ese árbol mi amigo, no afloje, quédese
allí que yo lo hice por horas y si usted
no hubiese llegado estaríamos en el horno, porque todo el monte se habría
venido abajo, por favor sostenga que ya vuelvo.
-¡Dese prisa,
apúrese, usted sabe mejor que yo que la posición es incómoda y el árbol
pesado!- dijo el tigre.
-¡Enseguida
vuelvo!, y diciendo esto el zorro salió despedido como una bala, corrió y
corrió hasta desaparecer en la espesura del monte, cuando estuvo seguro de
encontrarse a salvo de las garras del tigre, disminuyo el paso y riendo a
carcajadas, disminuyó el paso y se dispuso a disfrutar del día primaveral,
observó los pájaros haciendo sus nidos y los nuevos brotecitos de los árboles
reverdecidos y a los florecidos tucanes cubiertos de rosa y blanco, respiró
profundo, absorbió goloso el aroma del monte, buscó con la mirada la zorrita
que le gustaba y pensó de lo que se había salvado, se preguntó cuantas horas
pasarían para que el tigre se percatara del engaño y siguió buscando a su
amorcito.
Muchas horas
después, un rugido atronador hizo trepidar el monte, entonces el zorro
jubiloso, dio una carcajada, total que le importaba, si él ya estaba bien lejos
de sus garras.